Janet tiene un futuro prometedor, pero su padre la fastidia a que ya debe casarse. Como ella se niega rotundamente, la obliga a aceptar un trabajo en la ciudad. Así es como termina cuidando de un hombre ciego llamado Nicolás. Este hombre es hijo de un mafioso.
Será que, el haber ido en contra de los deseos de su familia, ¿Podría significar el inicio de su felicidad?
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ENTENDERME
No tenía ni idea de que Nicolás hubiese sido el mismo chico que me dio las flores el día de mi graduación de la secundaría. ¡Ahora lucía totalmente diferente! Creció más, se puso un poco robusto, le creció barba y ya no usa sus anteojos con cristales de fondo de botella. ¡Todo había cambiado! Hasta se puso un poco engreído y delicado de salud. ¡Yo cuidaba de él!
Y también, comencé a creer en la posibilidad de que ambos estuviéramos comenzando a sentir cosas nuevas. ¿Enamorados? ¿Cariño de amigos? ¿Amor?
—¿Por qué me regalaste flores? En realidad, no nos conocíamos y…
—Me interesas. Por esa razón.
¿Interesarle? ¿En qué sentido? ¿Por qué interesarse en mí? Durante mis años escolares había muchachos que me escribían notas o me decían que querían conmigo. ¡Pero yo no! No me sentía lista para aceptar lo que ellos me decían y me daba nervio, mucho nervio.
¿Cómo estaban mis nervios ahora que sabía las intenciones de Nicolás? ¡Es mi jefe! Además, es narco. ¡Pero esta guapo! Mi abuelita solía decir que nunca debía fijarme en un narco si yo no quería sufrir con el tiempo. ¿Estaría mal? Supongo que no todos los narcos son malos. ¡Nico no era malo!
—¡Changos! No esperaba que fueras a decirme algo así —fui franca con él.
Sus ojos se clavaron en una cercanía intensa, era como si el superpoder que sus anteojos le daban fuese tener confianza al hablar. ¿Y qué confianza tendría yo para darle una respuesta?
—Bueno, no es tu culpa. Es mía por fijarme en ti.
—No estoy diciendo que sea malo que te fijes en mí. Solo, estoy sorprendida. ¡No imagine que tú podrías ser el muchacho de aquella vez!
—¿No me parezco?
—Yo creo que, si cambiaste mucho, además solo nos vimos una vez.
—En realidad fueron dos veces.
—¿Apoco?
—La primera fue cuando te di tu diploma de aprovechamiento. Y la segunda vez fue cuando fui a tu casa y te llevé flores.
Sonreí, acaricié el ramo de claveles.
—¡Pues muchas gracias por esto!
Y sin pena, le di un abrazo a Nicolás.
...🌺🌺🌺...
Cuando abro los ojos, todo está oscuro. ¿Si desperté? ¿Sigo dormida?
Me muevo un poco entre la cama y efectivamente, todo está oscuro. ¿Qué hora es? ¿Aún no amanece? ¿Es de noche todavía? ¡Changos!
—¡Buenos días, Janet! —La voz de Nicolás me acelera el corazón.
—¿Es de día?
—Sí. Ya amaneció.
—¿Y por qué está todo oscuro?
Me senté en la cama, tenía la intención de buscar el apagador.
—Es que te puse una venda en los ojos.
¿Una venda? ¿Y para qué? ¡Estaba loco!
—¿Estás hablando enserio?
—Sí.
—Pero…
—Es que quiero que, por un día, trates de entender lo que siento.
¿Tratar de comprenderlo?
—¿Y cómo por qué?
—Es que quiero que sientas lo que siento cuando me cuidas.
La oscuridad me hizo tratar de imaginar el semblante de Nicolás. Me acaricié la mejilla derecha, di un bostezo y entonces, me encontraba indecisa sobre qué debía responderle.
—¿Y cuánto durará esto?
—Todo el día.
—Pero y si…
—Deberás hacerlo. ¡No te preocupes! Yo te cuidaré.
¿De verdad me cuidaría? Volví a bostezar.
—Está bien. Supongo que no tengo otra opción, ya decidiste por mí.
Con lentitud, logre poner mis pies sobre el suelo. La frialdad me hizo despertar al cien.
—¿Qué quieres desayunar? —Pregunto él.
—Unos chilaquiles.
—Perfecto. Te llevaré a desayunar.
—Pero…
—Por eso, tomaremos un baño y después saldremos a pasear.
¿Ser narco le permitía no tener que trabajar para poder sustentar sus gastos? ¡Increíble! Yo me estaba preocupando demasiado por este hombre y él sólo pensaba en querer salir a pasear conmigo. ¡Supongo que eso estaba bien!
—¿Tomar un baño?
—Claro.
—Lo que quiero hacer justo ahora, es ir al sanitario.
Me puse de pie y empecé a caminar con los brazos abiertos extendidos.
—Espera, déjame ayudarte.
¿De verdad yo iba a aceptar este juego? ¿Quedarme con los ojos vendados para poder entender a Nicolás? Tenía muchos pensamientos curiosos, pero sobre todo ¿qué se suponía que realmente debía entender de Nicolás?
—No te preocupes, yo intentaré quitarme la venda.
Me disponía a quitarme la oscuridad de los ojos, pero entonces, sus manos me detuvieron.
—No. ¡Por favor! Si quieres complacerme, haz lo que te pido.
¿Complacerlo? ¿Por qué tendría que hacer algo así?
—No te estoy entendiendo. Este juego tuyo no me parece divertido.
—No es un juego. Se trata de algo más.
—¿De qué se trata? Pregunté.
La oscuridad era intensa y me acorde de cuando en la escuela jugábamos a la gallina ciega.
—Quiero sacar a relucir tus sentimientos. ¡Se que también sientes algo por mí!
¿Sentir algo por él? ¿Podría siquiera afirmar que sí? Porque en realidad, ahora cada vez que nos tomábamos de la mano y nuestro tacto era demasiado cercano, mi corazón latía con una intensidad que tal vez era provocada por él.
¡Mis latidos tenían su nombre!
—Yo quiero ir al sanitario.
—Por supuesto, déjame ayudarte.
Y sin miedo alguno, acepté su ayuda. No me dio miedo y tampoco pena, decidí que quería aceptar el juego completo. ¡Ser la gallinita ciega de Nicolás! Experimentar lo que él sentía.
Justamente todo lo que yo hacía con él, lo repitió conmigo. Me ayudo a sentirme cuidada mientras mi alma se encontraba en oscuridad. ¡Quise aceptar lo que él quería para mí!
—La tina está lista. Es hora de bañarnos.
—No me voy a quitar la ropa interior —deje en claro.
—Por supuesto. Como tú desees.
Sonreí.
No necesité ayuda para desnudarme. Era evidente que él tampoco. Me tomo de la mano y me condujo hasta la tina. ¡El vapor era tibio! Comenzó a soñar una canción, me pareció que era Ed Maverick.
—¿Le pusiste sales y todas las cosas exóticas? —Pregunté antes de entrar al agua.
—Sí. Prepare la tina como siempre.
—Genial. Supongo que es hora de hacer esto.
Lentamente, sentí el agua avanzar por mi piel a medida que yo hundía mi pierna derecha. Toqué el fondo, metí la otra pierna y al fin, me senté por completo. ¡Deliciosa sensación! Muy relajada comencé a sentirme.
—¿Y qué tal? —Su voz me hace recordar su compañía.
—Está muy bien.
—¡Qué bueno que te gusta!
Sonreí.
—Aunque aún no logró entender del todo porque tenemos que remojarnos en sales y aceites. ¡Ni que fuéramos caldo de res! —Deje escapar una carcajada.
—Tal vez no seremos caldo de res, pero somos caldo de humano.
—¡Exactamente! Eso parecemos. La primera vez que prepare la tina y le agregue los menjurjes, pensé que estaba por preparar un caldo. Pero resultó que no.
Me pareció escuchar su risa.
—¿Cómo te has sentido hasta ahora? Ya llevas varias semanas aquí.
—Creo que estoy bien.
—¿Segura?
—Sí. Tú sabes lo que sentía cuando llegue el primer día. Ahora todo ha cambiado. Me siento a gusto.
—¿Extrañas a tu familia?
—Lo normal.
—¿Has pensado que te gustaría hacer cuando acabe el verano y tengas que regresar al pueblo?
Su pregunta me puso pensativa.
—La verdad no. ¡Aún no tengo planeado que quiero hacer!
Use mis dedos para jugar un poco con el agua caliente. La canción que estaba sonando me la sabía y no pude evitar empezar a cantar.
Corre y no vuelvas, si quieres te ayudo a escapar.
Corre, te sigo vámonos a cualquier lugar.
Vámonos de viaje y no volver.
Llegar a un hotel a c****
no importa vamos a estar bien.
Vamos a dejar nuestra ciudad
comprarnos ropa de bazar
no importa todo lo demás.
—¿Te gusta esa canción? —Preguntó él.
—Sí. En la escuela tenía unos compañeros que la ponían seguido y al final terminé aprendiéndomela.
—¿Alguna vez has salido de viaje? Algo así como unas vacaciones.
—No. Nunca había salido del pueblo. Hasta ahora que vine a cuidarte.
—¿Siempre has estado allí?
—Sí. Toda mi vida está reducida a ese lugar.
—¿Y no te gustaría escapar de aquella realidad?
Por alguna razón, me acorde de todas esas veces en las que papá solía presionarme para encontrar esposo. Luego estaban esas noches y tardes cuando él solía emborracharse a tope y en la casa había golpes y griterías fuertes. ¡Ahí era cuando más ganas de escapar tenía yo! Pero, aunque mis deseos eran esos, en realidad, yo no sabía y ni sé a donde podría escapar.
—Si lo he pensado. Pero, no sé a dónde podría huir.
—¡Huye conmigo! —Pronuncio con mucha seguridad.
—Que conveniente sería eso para ti.
—Y para ti también. Así dejarías de estar soportando las cosas que tu padre quiere para ti.
¿Dejar mi casa? ¿Alejarme de mi familia? ¿Huir con él? Eso era algo en lo que nunca me había detenido a pensar. En realidad, solo lo he llegado a decir por puro impulso, pero ¿lograr hacerlo? ¿De verdad podría escapar de mi realidad?
—Aún no sé si estoy lista para hacer algo como eso.
—¡Tranquila! Yo te ayudo.
Sonreí.
—¿Cómo planeas ayudarme? ¿Me vas a contratar toda la vida para que cuide de ti?
—Exactamente pensaba hacer algo así. Pero más que contratarte, pensaba ofrecerte otra cosa.
—A veces se me olvida que estoy tratando con un hombre que tiene tratos con la mafia y no sé, no me das miedo, pero si me causas curiosidad. ¡Luego estas bien loco!
—¿Te causo curiosidad?
—Sí. La verdad creo que esto nunca te lo había contado, pero me sorprendió mucho que tus tíos me eligieran a mí para cuidarte. ¿Por qué no contrataron a alguien profesional? Igual, si querían discreción, una buena cifra de dinero podría comprar el silencio. ¿No te parece?
—Eres muy inteligente.
—¿Pensaste que por ser de pueblo no iba a contar con inteligencia propia? Olvidaste que fui la mejor de mi generación.
La oscuridad comenzó a fastidiarme.
—Te subestime.
—¿Qué es lo que de verdad quieres? Puedes ser franco conmigo. ¿Qué quieres de mí?
Con los ojos vendados y a plena oscuridad, no me dio miedo pedirle franqueza.
—¡Quiero que seas mi novia!
—¿Ser tu novia?
—¡Me gustas! Desde la primera vez que te vi, ese día en la graduación, supe que quería algo contigo.
¿Cómo se supone que debía sentirme por esto que él me estaba diciendo? ¡Me chivie un poco!
—¿Y quieres que, al terminar el verano, me quede contigo?
—Exactamente. Por eso, le pedí a mis tíos que te trajeran a cuidarme. ¡Quiero saber si tú sientes algo por mí!
¡Y lo sentía! Muy en el fondo de mi corazón, si había un sentimiento por él.
—¿Un sentimiento por ti? —Pregunté para sonar interesante.
—Si, yo sé que si sientes algo por mí.
—Yo siento algo por ti, es cierto lo que te digo. Supongo que ahora seré franca contigo. Cuando me disté aquel ramo de flores en la puerta de mi casa, me sentí como la chica más afortunada del mundo. Era la primera vez que un joven me regalaba flores y así lograste causar una buena impresión en mí. Pero luego no volví a verte. Intenté averiguar sobre ti, pero no dejaste rastro alguno. ¡Nunca imagine que serías el hijo de los patrones de mi papá!
—¿Me estuviste buscando?
—Al principio sí. Después ya no. Me concentré en mis estudios y me olvidé de ti. Como solo nos vimos un par de veces, por eso me olvidé de ti. ¡Pensé que serias alguien pasajero! Pero resulta que tú quieres ser eterno en mi corazón. Y te lo digo porque ahora sé quién eres.
—¿Y que sientes ahora que nos hemos vuelto a encontrar?
Deje escapar un suspiro. La música que sonaba pasó a segundo término y nuestra conversación era lo más importante ahora. ¡Hablar de cosas importantes!
—Me sorprendí mucho cuando me hiciste recordarte. La verdad no esperaba algo así y mucho menos que me dieras flores.
—Me da gusto saber que te sorprendí. Esa era la intención.
Al terminar de bañarnos salimos a su habitación. Le pedí privacidad para poder cambiarme de ropa y en ningún momento me falto al respeto. Después de cambiarme me acompaño hasta mi habitación. Quise ponerme un poco de perfume.
—¡Te ves muy guapa! —Pronunció él.
—Gracias por decírmelo. No puedo verme.
—No necesitas mirarte para saber que eres linda, con sonreír ya irradias belleza.
—Te haré caso entonces. ¿Consideras que ese perfume huele bien?
Seguro que se acercó para examinar el aroma en mí.
—Hueles delicioso —pronunció a mi odio.
—Me gustaría poder mirar cómo nos vemos.
—Usa tus manos para mirarme.
¿Cómo podría usar mis manos para poder mirar?
—Mis manos no son ojos.
—Ahora lo serán. Te voy a tomar de las manos y quiero que me palpes.
¿Palpar? ¡Examinar!
Su tacto me hizo sentir bien, imagine como llevaba mis manos hacia arriba. Entonces toque su rostro. Sus mejillas. Su barba. ¡Su barba era mi delirio! Tocarlo a detalle, esto es algo que quería sentir desde que llegué a su casa y vi su rostro. ¿Por qué me resultaba muy atractivo con esa barba? ¡Era increíble poder sentirlo así!
—¡Es tu cara!
—Examíname. Trata de imaginar cómo estoy ahora.
Entre la oscuridad que inundaba mis ojos, me esforcé por sentir que podía ver sus ojos. Color miel dulce, brillante y hermosa. ¡Sus pupilas!
Baje mis dedos por su nariz, en su boca la suavidad se hizo presente. Cuando llegué nuevamente a su barba, me estremecí. ¡Era increíble! Esa sensación, poder acariciar su rostro así, use mi imaginación para poder ver el posible semblante que mi tacto causaba en Nicolás.
—¡Me gusta tu barba! —Dije sin pena.
—¡A mí me gustas tú!
Mis latidos comenzaron a acelerarse y sentí muy bonito en el fondo de mi alma. ¿Por qué me decía esas cosas? ¿De verdad hablaba enserio?
—Eres muy intenso.
—Es que cuando me tocas me aceleras el corazón.
¿Ambos nos causábamos el mismo efecto? ¿Nuestros tactos tenían el poder de hacernos sentir soñados?
—Interesante.
Pero no aparte mis manos de su rostro, esta vez, quise seguir tocándolo. Sus hombros, sus brazos, su pecho y ahí, cuando llegué a la zona del corazón, su mano apretó mi mano y pude sentir sus latidos acelerados. ¡Él no estaba bromeando!
—¿Puedes sentir como me pones?
—Está muy acelerado.
—Por eso te puse esa venda en los ojos, porque quiero que trates de entender lo que me haces sentir.
—¿Yo soy la causante de esta intensidad?
—Así es. ¿Cómo piensas pagarme este lugar ocupado que tienes en mi corazón?
...🌺🌺🌺...
Comida en un restaurante. Sentir el viento golpeándome el rostro. ¡Ni siquiera sabía qué hora era! Pero estando a su lado, no me preocupaba nada.
Justo ahora estábamos caminando por un parque, en mi mano derecha sostenía un envase de una bebida fría. No era difícil chupar el contenido.
—¿Y a qué edad piensas tener novio?
—No sé, no es algo que me inquiete.
—¿Nunca te enamoraste de algún muchacho?
—Sí había chavos guapos, pero, a lo mejor y si yo me ponía de novia con alguien, mi padre hubiese logrado cumplir con su ideal.
—Entiendo.
—¿Y en tu caso?
—¿Qué si he tenido novia?
—Aja.
—Cuando estaba en la secundaria y en la preparatoria. Tuve tres novias.
—¡Orales! Que popular eras.
—En realidad no mucho.
—¿Y con cual duraste más?
—Con la segunda.
—¿Y por qué terminaste con ellas? Digo, a lo mejor y con alguna hubieses tenido un buen futuro.
Me pareció escuchar que reía.
—Ellas sólo me querían por el dinero y las cosas que solía comprarles.
—¿Eras muy generoso con ellas?
—A una le regale un viaje en un crucero. A otra le compré una motocicleta. A la última le regalé mi auto.
Sonaba a que era muy bueno con sus novias.
—¡Pues que padre!
Si yo aceptaba corresponder a los sentimientos de Nicolás, ¿que podría regalarme?
—Así que no dudes que como novio puedo ser muy dulce y generoso.
Y entonces, la cuestión surgió en mí. ¿Realmente veía a Nicolás como mi posible novio?