Rosas Y Armas

Simon da dos pasos hacia adelante para llegar primero a la silla a lado del Sr. De’Ath’s y correrla para que me siente. Su movimiento me hace reaccionar, mis pestañas aletean para sacarme del transe. Con una mirada calmada, detrás de aquellos lentes. Simon, me indica que me sienta, sin pensar en algo más, mis pies se  obligan a moverse. Delante de mí, queda un plato de metal rojo oscuro, en donde posaba un gran filete cocido, acompañado de verduras y una pequeña salsa. Mi boca se hizo agua, aun así, logre no abalanzarme sobre el plato.

El Sr. De’Ath’s apura el liquido por su garganta, vaciando el contenido del vaso. El hielo vuelve a tintinear cuando choca contra el cristal grueso. Dejando los papeles que hace unos segundos estaba leyendo, hacia un lado, él se dedica ahora a tomar el cuchillo y tenedor de metal fino y primero comienza cortando por la mitad al grueso filete, cuando corta un pequeño pedazo de la carne y levanta el tenedor lleno hacia su boca, decido hablar.

—Tengo una pregunta. —comienzo después de haber aclarado mi garganta. El tenedor se detiene a medio camino de su boca, tarda unos segundos antes de bajar por completo el brazo, luego su mirada azul frio se posa sobre mí. Mi cuerpo insinúa temblar. —¿Cuánto tiempo debo quedarme aquí?

Cuando mi pregunta sale de mis labios, unos segundos después él deja caer por completo los cubiertos a un costado del plato, menos el tenedor que lo deja con las puntas llenas sobre el plato. Deja caer su cuerpo hacia atrás, una de sus manos que ant5es está vacía, se llena al sostener de nuevo el vaso vacío en donde antes estaba el liquido amarillento.

Y cuando sus ojos vuelven a caer sobre mí, sentía que me estaba volviendo loca, me miraba como una tonta patética, como una niña que no sabe nada. El reproche de su mirada, ojos que me miran sin ninguna  expectativa.

Debía soportarlo.

—Hasta que me digas donde esta mi hermano. —él levanta un poco el vaso y el hombre que se encontraba una el hombre distancia considerable de nosotros, asiente y se gira hacia un gabinete de cristal llena de bebidas y licores. —El tiempo de tu estancia aquí dura el tiempo en que respondas mis preguntas.

El hombre se acerca con una botella y deja caer el líquido por la boca de la botella hacia el vaso. Sus ojos no se despegan de los míos.

—Creo que fui bastante clara en que no sé dónde están. —aprieto los dientes.

Él humedece sus labios con el liquido cuando eleva el vaso hasta su boca. Su cabeza se ladea un poco.

—¿No vas a comer? —su pregunta fuera del tema, me desconcierta un poco. Despego la mirada para que caiga sobre el plato, mis manos se posaban a los costados del plato. Mis dedos enroscados en puño.

—No tengo hambre.

El lado de su boca parece elevarse solo un poco detrás del vaso, cuando lo lleva de nuevo para beber otro sorbo.

—No comes desde ayer. —deja el vaso sobre la mesa. —Es muy seguro que si tengas hambre. —añade.

Suspiro despacio.

—Aunque ese fuera el caso, no quiero comer.

Trago saliva.

—Prefieres morir de hambre antes de decirme en donde están Nathan y tu hermana. —aquello que dijo no parece ser una pregunta, parece ser más una afirmación para él. Porque parece detenerse en cada palabra que dijo y pensar con cuidado.

—Lo único que quiero es irme de aquí. —le corrijo, aunque también era verdad. Preferiría morirme de hambre antes de decirle en donde se encontraban ambos. Sabia lo que le había costado a Nathan y a mi hermana, escapar de su familia, mi hermana vivía en constante miedo. Siempre la veía alerta, cualquier mínimo ruido su cuerpo parecía estar en alerta y activar todas sus defensas.

El Sr. De’Ath’s vuelve a tomar el vaso, acercarlo hasta sus labios y beber todo el líquido amarillento restante, de un solo trago.

—Entonces, ¿Dónde esta Nathan? —él se inclina un poco hacia adelante, apoyo sus brazos sobre la mesa. —Respondes eso y puedes irte.

Mis ojos no titubearon cuando él conecto su mirada con la mía, aunque si sentía un frio bajar desde mi nuca y espalda. Aun así, le sostuve la mirada.