Faltan once minutos para la media noche, Alejandra con el teléfono en mano espera ansiosamente que pasen esos sesenta segundos que la separan del "Hola" de su confidente desconocido. Con él puede ser ella misma, sin la máscara de estoica que desde su infancia se colocó.
Franco está en su habitación, ya ha escrito su acostumbrado Hola y cuenta regresivamente los 25 segundos para pulsar enviar. Él es un ser sensible sin saberlo, su oculta pasión por las artes lo llevó a ella, a esa mujer de la que no conoce ni su nombre, ni su rostro, ni su edad, pero que lo sensibiliza al extremo de sentir sus caricias en el alma.
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Nueve
Después de pasar toda la tarde juntos, Alejandra y Franco se despiden fuera del edificio entre caricias y besos, hoy ha sido para la chica un día excepcional. Al fin conoce a un hombre que la hace vibrar y con un bagaje cultural muy amplio; de la misma forma que puede hablar de autos también puede hacerlo de arte renacentista o contemporáneo, literatura clásica o actual. Por ese motivo decidió, dejarse llevar, no es tan fácil encontrar a alguien así, vivirá con él lo que tenga que vivir, porque nunca antes se sintió tan plena.
—Buenas noches mamá — dice junto con entrar al apartamento.
—Allí tienes una carne asada que tu hermano te mandó— le responde Martha a su hija sin apartar la mirada de su celular.
—Gracias, pero ya comí — habla con desinterés —voy a darme un baño y a dormir, mañana tengo que trabajar.
Esa fue toda la conversación, lo cierto es que aún son las nueve de la noche y no acostumbra a dormir tan temprano, pero quiere hacer perdurar la mayor cantidad de tiempo posible, las sensaciones que la embargan...
Faltan once minutos para la medianoche y Franco se encuentra en su cama sonriente, escribiendo el "Hola" que da inicio a su encuentro virtual con Galatea2943, quiere contarle que encontró a la chica de la fotografía, por supuesto que sin dejarle saber que está loco por ella, por extraño que parezca siente que, de alguna manera, le está siendo infiel con Alejandra...
Hoy hace una semana que la pareja compartió toda la tarde juntos, pero no se han vuelto a ver; sin embargo, cada día al menos por mensaje se comunican, aún no le han puesto nombre a lo que tienen, ambos se están dejando llevar por las sensaciones que el otro le hace sentir.
La instalación de la empresa en su nuevo edificio no les ha dejado tiempo al par de canadienses para tomarse un respiro, sumado a eso se encuentra la contratación de nuevo personal.
Alejandra mira triste en su ordenador, veinticinco mil seiscientos ochenta dólares (25.680,⁰⁰$) por año, es una cifra que definitivamente, con su sueldo de docente y los gastos del apartamento, no puede pagar, una vez más ve diluir el sueño de ser restauradora, si al menos sus hermanos ayudaran con los gastos de su madre, tal vez podría tener capacidad de ahorro y ni pensar en una beca, ya que por tener que quedarse con ella está condenada a estudiar en línea. Seguirá soñando con aquellos talleres italianos dónde maestros que se han formado generación tras generación, imparten sus clases, mientras ella empíricamente aprende.
Franco está al tope de trabajo, entre las entrevistas a los nuevos prospectos, la mudanza y el no haber podido ver a Alejandra lo tienen molesto. Su mal humor subió a la estratósfera al ver cómo revistieron con yeso un grabado en la pared que data de los años 50.
—¿Qué pasó aquí?— pregunta tratando de calmarse.
—Es que eso es muy viejo y está es una empresa de tecnología y esas dos cosas no combinan— expresa muy convencida de su respuesta Lilly, quien se valió del parentesco con Henry para ser ella quien llevara el proyecto de decoración.
—O sea, según tú debemos deshacernos de los rastros de historia.— replica ya al borde.
—Déjanos hacer nuestro trabajo y te prometo que estarás satisfecho, no quedará rastro de nada anticuado en este lugar.
—¿ES QUE ACASO USTEDES SOLO SIRVEN PARA DECORAR FIESTAS DE CUMPLEAÑOS? FUERA DE AQUÍ — grita el hombre lleno de ira al ver arruinado el hermoso grabado anónimo que pudo ser foco de atención en el hall.
—¿Qué ocurre?— pregunta Henry quien salió al oír los gritos de su socio.
Franco sólo responde señalando el lugar y el otro se aprieta el cuello mirando a su prima con reprobación, sabe cómo es de delicado su amigo respecto a lo que considera arte.
—¿Qué pasó?— se escucha preguntar a Pedro Smith, quien viene llegando por su novia, pero nadie le contesta.
—Llama a Alejandra a ver qué se puede hacer con eso— es lo único que se le ocurre decir a Henry, señalando la pared, para tratar de calmar a su amigo.
—¿Y qué puede saber la come libros de mi cuñada de eso? — dice con desprecio Lilly.
—Lo siento mi amor, pero si mi hermana no lo puede arreglar o no sabe a que persona acudir, entonces no sé quién pueda hacerlo — expresa Pedro, él es conocedor de todo lo que es capaz de hacer su hermana, aunque a esas cosas él no le ve provecho.
—Henry lo siento porque es tu prima, si quieres dale a decorar tu oficina pero, para el resto del lugar, no quiero los servicios de esa empresa aquí — fue lo último que dijo antes de salir echando humo del lugar.
Alejandra se encuentra frente a una taza de café cuando ve entrar al establecimiento a su amiga acompañada del fotógrafo Reinaldo Leiva, desde el día de la inauguración ellos han seguido en contacto.
En medio de la tertulia Alejandra recibe un mensaje de texto de Franco pidiéndole ayuda.
—Debo irme— dice la chica levantándose de su asiento y tomando sus cosas.
—¿Por qué?, ¿Qué pasó?— pregunta Belkis pensando que algo le ha ocurrido a Martha.
—Alguien dañó el grabado del Hall en el edificio de Franco— inmediatamente Reinaldo se levanta para acompañarla...
Pocos minutos después las dos amigas junto al fotógrafo entran al edificio.
—¿Quién fué el animal que hizo esto?— pregunta Alejandra furiosa cuando ve la capa de yeso sobre el grabado.
Después de un fuerte altercado entre la chica y su hermano defendiendo el trabajo de Lilly, se compromete con Franco a tratar de restaurarlo, por suerte, cuando fue a mostrar el edificio había tomado fotografías de la obra.
—No te creas tan especial— fueron las últimas palabras de Lilly hacia su cuñada antes de irse.
—Al menos a mí el tinte y los químicos de las uñas no me han quemado las neuronas.— dijo Alejandra y se dedicó a ver qué materiales utilizar para la restauración sin dañar la obra original.
Gracias por compartirla, y tener el placer de leer los 61 capítulos.