Niebla y Rayo, regresan a casa después de michos años tras una mentira de su hermana menor. pero pronto descubrirán que su destino si estaba escrito y que la mentira de su hermana tan solo fue el principio de todo.
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CAPÍTULO 4
NARRADOR
Niebla analiza lo que su hermano le dijo, y aunque tiene muchas dudas sobre la persona que la luna ha escogido para ella, sigue con la idea de que lo mejor es irse. Cuando era pequeña y atacaron a Rayo, algo le pasó a ella; no sabe qué con exactitud, pero recuerda haber estado desmayada unos segundos antes de que atacaran a Rayo.
Algo pasó en el corto lapso de tiempo que estuvo inconsciente, algo que nadie sabe y que ella ha ocultado todo este tiempo. Por esa razón, prefiere que la loba que hay dentro de sí esté dormida, porque no quiere que nadie sepa lo que le pasó esa noche, aunque ni ella misma lo sepa.
Niebla pasó mucho tiempo en su habitación. Apenas bajó a cenar, estaba pensativa y preocupada. No podía estar mucho tiempo más encerrada, así que finalmente salió de la habitación y se dirigió al bosque.
Tenía una sensación extraña, como si alguien la estuviera esperando. Y no se equivocó. Cuando se alejó lo suficiente del castillo, un gran lobo negro se acercó a ella. No entendía cómo podía estar ahí transformado, si la mayoría de los lobos no pueden transformarse completamente hasta que están bajo la luna llena; una transformación completa es más difícil sin ella.
—¿Tú quién eres? No perteneces a ninguno de los clanes que conozco. ¿De dónde saliste? —pregunta Niebla, curiosa, sin dejar de mirar los hermosos ojos rojos del lobo negro frente a ella.
Es un lobo imponente que triplica su tamaño, pero aun así ella no siente miedo; al contrario, siente admiración. El lobo, por supuesto, no le responde. Simplemente la observa, se acerca más a ella y juntan sus cabezas.
Niebla, por impulso, instinto o qué sé yo, coloca su mano sobre el lobo y lo acaricia. Es un lobo impresionante. Sin embargo, Niebla se rehúsa a seguir los designios de la luna y decide alejarse de él.
—Ya que no piensas presentarte, me iré. En cuanto controle lo que hay dentro de mí, dejaré este pueblo y no sé si algún día regrese —Niebla le da la espalda al lobo y camina de regreso al castillo.
Ella no está dispuesta a quedarse; para ella, el único camino que existe está lejos de allí. Tiene miedo a lo que hay en su interior, no sabe con exactitud lo que es, pero se niega a averiguarlo.
Aunque Niebla caminaba para alejarse del gran lobo negro, este la acompaña todo el camino de regreso al castillo. Niebla lo observa y no dice nada; sigue caminando con él a su lado. Es como si la protegiera, como si quisiera asegurarse de que llegara bien al castillo.
Niebla no habla en todo el camino; simplemente deja que el gran lobo la acompañe en mitad de la noche. Al llegar al castillo, el lobo se queda justo a la orilla del bosque. Ella lo mira y le sonríe.
—Gracias, extraño, por acompañarme, pero puedo cuidarme sola. Adiós, extraño —Niebla entra al castillo, y el lobo se queda observando por unos minutos, hasta que nota la luz de la habitación de Niebla encenderse y solo entonces se aleja para adentrarse en el bosque.
Rayo observó la llegada de su hermana desde la oscuridad. No intervino porque ella no se veía en riesgo; al contrario, parecía que él la estaba protegiendo. Pero en su interior, Rayo se preguntó: ¿De qué la protegería si se supone que todo está bien y él es simplemente su pareja escogida por la luna? ¿Por qué tendría que protegerla, y lo más importante, de qué?
Niebla, al llegar a su habitación, tomó una ducha y se preparó para dormir. Ella no sabía qué hacer. Aunque les demostraba a todos que estaba segura de irse, eso no era verdad.
Algo en su interior le hacía sentir que debía quedarse. Sin embargo, su miedo y sus ganas de irse eran aún más fuertes, y no sabía qué hacer. Toda la noche, Niebla dio vueltas en la cama tratando de encontrar una respuesta, aunque no lo logró.
Con el pasar de los días, Niebla siente en su interior cómo la loba quiere salir. La luna llena está cerca y ella tiene miedo. No sabe si es solo una loba o hay algo más en su interior.
Ella nunca les comentó a sus padres o a alguien de la familia lo que le pasó esa noche. Para todos, ella simplemente corrió asustada a buscar ayuda cuando atacaron a Rayo, pero no fue así. Antes de que ella despertara y viera cómo atacaban a su hermano, algo pasó. Algo que es un misterio para ella y para todos. Algo que se niega a confesar. Ella espera que en la luna llena no tenga que transformarse, para que lo que sea que esté dentro de ella permanezca ahí, sin salir,
sin que nadie lo vea, sin que lastime a nadie.
—El destino está escrito —una noche, Niebla vuelve a escuchar esa voz, pero esta vez sale de la habitación para encontrar al dueño de esa voz.
Pero Niebla no es la única que escucha esa voz repitiéndole que el destino está escrito. Rayo también la escucha y también decide seguirla. Bajó las escaleras, salió al jardín trasero, volvió a escuchar la voz y miró a su alrededor, pero no encontró a nadie. Quería saber quién era. Antes de volver a escuchar esa voz, se encontró con su hermana, quien, al igual que él, parecía estar buscando algo o alguien.
—¿Tú también la escuchaste? —le pregunta a Niebla, algo ansioso, pues ha llegado a pensar que se está volviendo loco.
—Si te refieres a esa voz diciendo que el destino está escrito, sí, la escucho, pero no sé de dónde viene —confiesa Niebla, y ambos hermanos se quedan pensativos, ya que no saben qué es lo que les está pasando y jamás habían escuchado esa voz hasta que regresaron.
—Tal vez simplemente es alguien jugándonos una broma, no lo sé. Mejor entremos y descansemos —propone Rayo, y Niebla asiente.
Ambos entraron al castillo y cada uno se fue a su habitación, donde al final pudieron descansar y no volvieron a escuchar esa voz que les advierte que su destino ya está escrito y quizás deberían dejar de luchar contra él.