— Melisa espera. — La llamé pero me ignoró. — Melisa por favor. — Tomé su brazo. — Tú sabías que ésto podía pasar. — Ella me observo y negó con la cabeza. Luego jalo su brazo.
— ¿Qué sabía? ¿Qué sólo me veías cómo la opción de repuesto? ¿eso debo saber?
— Eres mi amiga, mi socia.
— Yo quería más. Y tú, me has cambiado por una colegiala. — Dijo con rabia.
— No te cambie, entré tu y yo nunca ha habido nada.
— ¡Por qué tú no has querido! — Gritó con desesperación. — Pero siempre has sabido de mis sentimientos por ti. — Sus ojos se pusieron llorosos. — Te has comprometido con una niña de 21 años, la pregunta es por qué. ¿La amas? ¿o es que te casas con ella para que te dé su virginidad?
— No sé de qué hablas.
— Te escuché hablando con Ramiro. Dijiste que es la primera vez que conoces a alguien virgen con esa edad y belleza.
— No es lo que piensas. ¿Creés que me casaría con ella por una razón tan tonta?
— No lo creó. Si esa fuera la razón te habrías casado conmigo hace mucho tiempo
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¿Quieres contratarla cierto?
...Diego....
Sin duda Melisa hizo todo para fastidiarme. ¿Cómo se atrevió a ser la modelo de Benavides?
— Hace mucho que no la veía en una pasarela. — Dijo Roberto que estaba sentado a mi lado.—Luce hermosa.
— Si. Tan hermosa que mañana internet estará lleno de ella. ¿Sabes cómo nos va a perjudicar esto?
— No seas exagerado. Podemos cambiar las cosas a nuestro favor.
— ¿Quieres contratarla cierto?
— Leíste mi mente.
— No. Eso no.
— Dame una buena razón para no aceptar.
— Me causará problemas con Emily. Además conozco a Melisa. Quizás está haciendo esto con ese propósito.
— Parece que mi opinión no te importa.
— Mientras tengas una idea desagradable no.
— Melisa va ser modelo, ni siquiera tienes que verla. Ella irá a la empresa cuándo tenga sesiones fotografías o desfiles, no todos los días.
— Está bien. Pero que no se aparezca donde yo esté. No quiero verla ni por error.
— Yo me encargo.
...... Melisa....
Iba a cambiarme el vestido, pero lo pensé mejor, voy a conservar este, así no tendré que pasar la humillación de llevar puesto el mismo vestido que Emily. Necesitaba la autorización de Benavides, y le pregunte, obviamente no se negó.
— Para ti lo que sea.
— Gracias. Te lo devolveré mañana.
— Consérvalo, a ninguna mujer le quedará tan perfecto como a ti.
— Lo aceptaré sólo por qué realmente me gusta.
— Muy bien. Te invito a comer mañana. Hay algunas cosas de las que me gustaría hablar contigo.
— Bueno. ¿Nos vemos en el lugar de siempre?
— Por supuesto. — Me despedí de el y salí del camerino.
— Rodrigo ya estoy lista. Vámonos.
— Si señorita. — Tome su brazo y caminamos.
— Hola Melisa. — Roberto apareció. Espero no sea con algún reclamo de Diego.
— Hola.
— Te ves preciosa. La más hermosa de está noche.
— ¿Viniste a darme cumplidos?
— ¿No puedo?
— Dime qué quieres. ¿Diego te mando?
— No soy el empleado de Diego. Soy su amigo y socio. Por tanto soy libre de tomar decisiones en la empresa. — No creó que lo tomen mucho en cuenta, sólo tiene un 5% de acciones. Aunque siendo amigo del socio mayoritario, probablemente le de privilegios.
— ¿Y que decisión has tomado?
— Quiero contratarte.
— ¿Diego estuvo de acuerdo?
— ¿Te importa mucho su opinión?
— No.
— ¿Entonces? ¿Qué me contestas?
— Lo siento, pero no planeo regresar a las pasarelas. Lo de hoy fue un favor.
— ¿Estás segura de lo que dices?
— Si.
— ¿Tú decisión no tiene que ver con Diego y Emily?
— ¿Así que ya te la presento?
— Si. ¿Quieres saber que pareció?
— No me interesa. Yo sé el tipo de mujer que es ella. El que los hombres no se den cuenta es problema de ellos.
— No te enojes conmigo.
— No lo estoy. Nos vemos.
— Espera. Me debes una comida. ¿Nos podemos ver mañana?
— No puedo. Alguien más me invitó.
— Entonces cena conmigo. ¿Qué dices?
— Está bien. Mándame la dirección y ahí estaré.
— Excelente. Nos vemos.
— Nos vemos. — Al salir pude ver a Diego con Emily, tuve que ver a otros lugares para distraer mis ojos.
— Señorita, no evite la verdad.
— ¿De que hablas?
— Vea lo que sucede a su alrededor. De ese modo podrá superarlo más rápido.
— No me quiero herir. Vámonos. — Prácticamente lo saqué del salón. De camino a casa escuché música muy alegre, no soporte la curiosidad y le pedí al chófer que se estuviera un momento. Baje el vidrio de mi ventana y pude ver a una pareja que bailaba de una manera extraordinaria. Literal ambos parecían dos trompos.
— Si bajamos lo veremos mejor. — Eso me pareció una sugerencia de Rodrigo. ¿Y quién soy yo para no tomarla en cuenta? Ambos bajamos del auto y fuimos a ver, más gente se empezó a poner alrededor y algunos bailaban, no de una manera tan extraordinaria, pero si lo hacían muy bien. — ¿Me permite una pieza? — Pregunto Rodrigo.
— ¿Qué?
— Por su sonrisa y mirada me parece que usted quiere bailar. — Claro que quería, pero...
— Realmente no se bailar.
— Todavía puede aprender. Vamos. — El me jaló junto al resto de las parejas y puso su mano en mi cintura, yo no sabía que hacer exactamente, el al notarlo puso mi mano en su hombro, y tomo la otra. Me guío para empezar a bailar y pronto pude agarrar el paso. Obviamente no baile cómo la profesional que estaba ahí, pero si me divertí muchísimo, moví mi cuerpo con una soltura que no sabía existía, me reí de los pasos que hacía Rodrigo, por qué estoy segura no eran de los que se utilizan aquí.
Ambos reímos sin parar, si no hubiera sido por qué accidentalmente ví la hora en mi reloj de mano, nunca me hubiera dado cuenta de que llevaba más de media hora bailando.
— Creó que ya deberíamos irnos. — Le dije a el. Rodrigo asintió y fuimos al auto. — Gracias por el baile. Me divertí.
— No hay por qué. ¿Le puedo preguntar algo?
— Claro.
— ¿Está segura de que nunca había bailado?
— Cien por ciento segura.
— Pues parecía profesional.
— Dices eso cómo si no hubieras visto a la chica del principio.
— Tal vez no la ví por estarla viendo a usted.
— La próxima vez mira a todos lados. Eres un poco distraído.
— Lo siento.
