La Autora Maldita

__Ahh!__ El grito se desgarró en la oscuridad cuando una fuerza invisible me arrastró de la cama. Caí pesadamente al suelo, el impacto me sacudió hasta la médula mientras las sábanas se enredaron a mi alrededor como una serpiente.

__Señorita Zephyr, gritas como si te estuvieran despellejando viva. ¡Me vas a matar del susto! ¡Vamos, levántate bella durmiente! ¡El mundo ya se despertó!__. Me froté los ojos con fuerza, tratando de anclar mi alma de nuevo a mi cuerpo. El tirón en los pies había sido brutal, la dama de compañía de este cuerpo no se andaba con rodeos. Ella, por su parte, finge indignación, como si mi grito no hubiera sido provocado por su brusquedad.

__¡Leonor! ¡Casi me da un infarto! Me has sacado de mis sueños a tirones, haciéndome creer que una bestia me perseguía para comerme. ¡No te hagas la inocente! ¡Mi alma aún está buscando los pedazos que se escaparon del susto!__. La sorpresa se dibujó en el rostro de mi dama de compañía, sus cejas se arquearon y sus labios se fruncieron. Pero al instante, su expresión cambió y una risa estruendosa brotó de su garganta, como si un resorte se hubiera liberado.

Fingí indignación ante las risas de Leonor, pero su alegría es tan contagiosa que pronto me encontré riendo con ella. A través de las sonrisas, me pude liberar un poco de la preocupación y el miedo que me han estado carcomiendo desde que llegué a este cuerpo. Un cuerpo cuyo final ya conozco, a menos que haga algo para cambiarlo.

__Señorita Zephyr, mil disculpas. No quise asustarla, pero su sueño era tan profundo que no encontré otra forma de despertarla__. Mi dama de compañía bajó la mirada y murmuró una disculpa. Yo solo asentí, consciente de la verdad en sus palabras. La imagen de la dueña de este cuerpo, indefensa en su sueño profundo, me vino a la mente. Es un milagro que una bestia no la hubiera atacado ya. La barrera mágica que rodea este territorio es la única explicación de que haya podido mantenerse con vida hasta ahora.

__Tienes razón, Leonor. Tendré que dejar de competir con las piedras a la hora de dormir. Tus palabras me han hecho reflexionar. No puedo seguir durmiendo así, sin preocuparme por nada. La sola idea de una bestia acechando en la oscuridad mientras yo duermo profundamente me aterra. Tendré que tomar medidas al respecto__.

Un sudor helado me recorrió la espalda al imaginar las bestias que acechan en este mundo. Desde insectos mutantes del tamaño de un perro, con mandíbulas que trituran hueso, hasta larvas translúcidas que se arrastran bajo la piel, inyectando un veneno paralizante. La sola idea me espanto.

Sacudí la cabeza para alejar las horribles imágenes de bestias hambrientas. 'Si sigo pensando en esto, voy a ser la primera en caer', pensé. 'Mejor me concentro en algo más agradable'. Le pedí a mi dama de compañía que me buscara algo cómodo para salir al jardín. Necesitó idear un plan para sobrevivir, ¡y rápido! No pienso convertirme en el plato principal de nadie.

Tuve que sacar a relucir todas mis dotes de persuasión para convencer a Leonor de que puedo bañarme sola. La idea de que me enjabone como a un bebé no me entusiasma ni un poco. Una vez libre de esa pesadilla, me enfundé en un vestido ligero en tono azul celeste que realza mi piel de porcelana y mi cabello cobrizo. ¡Y por supuesto, me deshice del corsé opresor que me impedía respirar!__.

__¡El corsé debería ser un delito! ¿Quién inventó esa máquina de tortura? No deja respirar, ¡y comer se convierte en una competencia para ver quién aguanta más sin desmayarse!__. Sentí un escalofrío al pensar en el corsé. Esa prenda opresiva que me robaba el aliento y me impedía disfrutar de los placeres de la vida, como una buena comida. '¿Cómo es posible que las mujeres hayamos soportado esto durante siglos?'.

__Señorita, usted ha estado actuando extraño desde que despertó, pero me alegra verla más expresiva. Ya no parece un fantasma__.

La preocupación de Leonor es palpable en cada palabra. Busqué en los recuerdos de este cuerpo, intentando comprender su inquietud. La dueña original de este cuerpo era como una figura fantasmal, alguien que caminaba por el mundo sin dejar huella. Su apatía era desconcertante, como si la vida y la muerte fueran meras anécdotas. Pero todo ese cambio abrupto en su forma de ver la vida inicio cuando fue la eligida para ser la esposa del emperador cambiaformas, un hombre cuyo poder yace en la magia que fluye por sus venas. La unión de ambos, sellada por la magia y el linaje ducal de Zephyr, era inevitable.

La noticia del compromiso resonó en el alma de Zephyr como un trueno, dejando a su paso una profunda tristeza. La joven de quince, antes llena de sueños, se sumió en un silencio melancólico. Su mirada se perdió en el vacío, y su corazón se cerró a cualquier ilusión. La idea de unirse a un hombre bestial, sediento de sangre y carente de piedad, la llenaba de angustia. La posibilidad de amar y ser amada se convirtió en un recuerdo doloroso, una herida que sangraría por siempre.

__Viste lo triste y deprimente que fue la vida de Zephyr. Por eso estás aquí, para cambiar su destino. Ella tomó tu lugar en el mundo humano para tener la oportunidad de empezar de nuevo y ser amada como siempre soñó. Pero tú lo evitaste a toda costa, porque no te gustaba crear lazos afectivos profundos, ni siquiera con tu propia familia__.

Las palabras en mi mente de la voz fantasmal me llegaron al corazón, haciéndome saltar del susto y la sorpresa. Luego, la nostalgia me invadió y no pude evitar que algunas lágrimas escaparan de mis ojos. Saber que mi cuerpo no había muerto y que Zephyr cuidará de mi familia, la familia que no supe valorar, me llenó de sentimientos contradictorios. Esperó que sean felices con ella, que disfruten lo que no pudieron conmigo por mi naturaleza asocial. Mientras tanto, yo luchare aquí con uñas y dientes para evitar mi muerte y tener un final feliz.