Julia jamás se imaginó lo caprichosa de la vida aquella noche. Un grupo de borrachos la persiguen, se esconde en el auto de un extraño provocando su ira. Como cereza del pastel, presa del miedo se lanza a los brazos de aquel hombre que sin saberlo convertirá su vida en un carrusel de descontrol. ¿Quieres saber en que termina? Entonces sumérgete en este intrigante relato, en donde los caprichos del destino están a la orden del día.
NovelToon tiene autorización de Francy Julieth para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capitulo 12
Verdades difusas
Creía que en aquel momento tan intimo podría haberla besado, y más viendo como sus ojos me rogaban por ese simple gesto, pero cuando estuve a unos pocos centímetros de tocar sus labios, gire mi cabeza en el último momento, y sin querer Helena choco sus labios con el cuello blanco de mi camisa. Me miro y solo encontró en mí una expresión fría he indiferente, helena no me hacía sentir nada en lo más mínimo.
—Helena… Esta vez fingiré que estabas borracha, pero espero que esto no vuelva a suceder de nuevo —ella pareció abatida por mis palabras, intente levantarme y por fin me lo permitió, la mire decepcionado por ser tan duro con ella.
—No me lo tomes a mal, sabes que eres muy importante para mí. No hay cosa en este mundo que no haría por ti y tu bienestar. —Dije sentándome a su lado mientras permanecía con la mirada gacha, tome su mano e indique. —Por favor ya no estés así. El drama en el que he invertido para ti comenzará a rodarse mañana, necesitas descansar bien.
¶
Estaba otra vez destrozada con la indiferencia de Leonardo, su rechazo cada vez dolía más, y que fuera tan amable y respetuoso conmigo solo intensificaba el hecho de que no me miraba de la misma forma que yo lo miraba a él. Leonardo pareció creer que me había quedado dormida, me arropo y sin más salió de la habitación, pero antes de irse lo oí darle indicaciones a la asistenta, le pidió que me diera algo de sopa cuando despertara. Luego escuché sus pasos alejarse, me levanté hasta la ventana echa un despojo de decepciones, en ese momento solo pude pensar en lo cruel que podía ser Leonardo con los sentimientos de las personas, solo iba por ahí siendo amable, pero era una persona sin corazón. Escuche que le empleada entro con un plato de sopla para decir.
—Señorita, Helena, vengo a traerle.
—¿Quién te dio permiso a entrar? ¡Largo de mi habitación! —la mujer salió nerviosa de mi cuarto, me cruce de brazos volviendo mi mirada a la ventana. Leonardo subía al auto, y solo oí el ruido del coche alejarse de mi casa. La gente siempre decía que Leonardo no se acercaba a las mujeres por ser un misógino, pero la realidad era mucho más intricada que un simple carácter frio y desdeñoso, yo sabía más que nadie que, Leonardo se negaba a que se le acercaran las mujeres debido a cierta experiencia que había tenido cuando era pequeño, este echo le causó un gran impacto. Por muchos años, Leonardo solamente permitió que yo me le acercara como una simple amistad. Pero, ¿por qué Leonardo siempre se negaba a tocarme? ¿Era tan grande el impacto de aquel incidente?
¶
Sin darme cuenta ya estaba frente a la fachada del pub “siete deseos” otra vez… uno de los clubs más exclusivos de la zona rosa. Esta vez no podía dudar, esta vez… Me armaría de valor y entraría con fuerza. Necesitaba saciar esta incertidumbre que día a día me estaba matando, necesitaba la verdad del paradero de mi madre. Este club… en este lugar tenían que saber algo. El dueño tenía que ser la última persona que viera a mi madre, el señor Carlos tenía mis respuestas…
Así que entre en el lugar con cuidado de que no me reconocieran los empleados y seguratas. Poco a poco ya empezaba a abarrotarse de personas, la luces neón, el humo, el olor a alcohol y la música fuerte me metió en el ambiente nocturno de las noches, magnates ricos y derrochadores. Intente pasar desapercibida fingiendo que disfrutaba del ambiente mientras me introducía más en el recinto. Normalmente conocía como funcionaba las distribuciones de los clubs, la oficina del jefe siempre se encontraba arriba, o tras bambalinas. Así que optaría por subir haciéndome pasar por una mesera cualquiera. Al subir me percate de que el pasillo estaba solitario, solo había un hombre claramente embriagado apoyando en la pared, camine con rapidez directo a la puerta grande, pero de repente, la puerta se abrió y vi salir a una chica muy sensual de lo que parecía ser la oficina que buscaba, hablaba con un segurata con una expresión seria, me gire con rapidez hacia el borracho sonriéndole y fingiendo que le coqueteaba.
—En tu casa o en la mía, guapo —dije dándole un golpecito en el pecho mientras reía a carcajada suelta muy cerca del apestoso alcohólico. La chica nos miró con por un momento y luego siguió su camino sin sospechar. El tipo me agarro de la muñeca y con rapidez lo empuje cayendo al suelo, embriagado. Rápidamente me dirigí a la oficina, frente a la puerta respiré hondo, y sin tocar me metí en la oficina, el hombre tras el escritorio me miro confuso, he increpo con rápido.
—¡Eh, tú! ¿Qué se supone que haces aquí de nuevo? —increpo levantándose con nerviosismo de su silla, miro su radio por el rabillo del ojo para llamar a seguridad, pero con rapidez lo tome.
—Busco la verdad, y usted lo sabe muy bien…
—¡N-no sé de qué me estás hablando niña! Y ya me estoy cansando de esto. ¡Ayuda, seguridad saquen a esa loca de aquí! —grito esperando que lo oyeran, pero no había muros en la costa.
—¡Dígame ya que fue lo que le paso a mi madre! —nervioso se hizo el que no me oyó buscando en su desorden de papeles.
—Y-yo no sé de qué me estás hablando… aquí pasan muchas mujeres todos los días. —Explico sin mirarme a la cara.
—¡Mi madre! Es de ella de quien le hablo…. —increpe aquello último en un doloroso murmullo. De repente dos guardias entraron, me tomaron de improvisto y con una sonrisa de seguridad dijo.
—¿Qué creíste, que no iban atraparte? Vete de aquí muchacha molesta, y no vuelvas, o la próxima vez te enseñare lo que es una verdadera amenaza. —Indico con chulería ahora que estaba protegido de sus guarulos. Intente lanzarme hacia él con rabia, y rápidamente él se alejó con miedo como una tortuga
—¡Es un cobarde que no puede enfrentar a una mujer! Tú fuiste la última persona que vio a mi madre antes de desaparecer. ¿Por qué no lo admites? ¿Dónde está mi madre? —con rapidez alzo su mano nervioso para que me sacaran deteniendo
—¡Suéltenme! No pueden hacer esto… ¡Ese hombre es un mentiroso! Les dije que me… ¡Ay! —suelto un grito cayendo al suelo de bruces mientras oigo de los guardias, y entran al recinto dejándome ahí tirada. Un lastimero quejido sale de mi boca al intentar erguirme, pero no me dolía más que la decepción de sentir que otra vez había un camino sin salida. Intente levantarme de nuevo, cuando un par de zapatos de cuero de hombre aparecieron delante de mis ojos.