Redención Nuestra

Mario Morales, un ex teniente de la marina, condecorado y jubilado luego de perder parte de la pierna en una misión. Teniendo todavía treinta y cuatro años, siendo fuerte y capaz, no tuvo más remedio que trabajar en una agencia de guardaespaldas de alta gama, especializados para el cuidado de gente muy importante, ya sean presidentes, ministros, o miembros del consulado u otras organizaciones importantes; también, si los ricos tenían el dinero, podrían contratarlos para ser sus guardaespaldas personales.

Hoy, Mario fue contratado por un millonario, con altos salarios, no solo él, sino todo el equipo con el que trabajaba. Estaba asombrado que alguien tuviera el dinero para contratar un escuadrón de élite. Pero su superior le indicó que tenía que tomar el trabajo sí o sí, ya que se trataba del pariente del dueño de la corporación de guardaespaldas.

Al llegar a su lugar de trabajo, se encontró con la mirada fría y escrutadora de su empleador, el señor Silvain James. Lo conocía, era su medio hermano aunque nunca fue parte de esa familia rica ya que su madre nunca reveló su existencia con el padre de Silvain.

Su madre trabajó como sirvienta en esa casa y dijo que era estar en la casa del diablo, ya que todas las cosas funestas que pasaban no podían ser hechas por humanos y solo por demonios. En ese entonces Mario no creía en el mal, pero luego de ser marine y observar cómo la codicia humana podía hacer guerra y matar sin sentido a tanta gente, podía creer que efectivamente había demonios con piel de humanos. La maldad alcanzaba otros límites en personas podridas hasta la medula.

Sin embargo, Mario no revelaría su parentesco con este hombre, su familia no le debía nada y él tampoco les debía nada. Haría su trabajo como siempre y cuando su contrato expirara, se marcharía, y esperaba nunca más tener contacto con esa familia.

Se puso en descanso y dejó que Silvain lo observara, pronto empezó una serie de preguntas que se repetían cada cierto tiempo. Mario sonrió internamente, ésta serie de cuestionario era una jugada para él, y se enorgullecía de ser uno de los mejores veteranos del ejército. Pasó la entrevista y se le ordenó específicamente vigilar la habitación de la esposa de Silvain, la señora Rose Milton de James. Ella había sufrido lesiones serias de lo que parecía un accidente.

Incluso, Silvain exigió que el resto de su escuadrón investigara el accidente, junto con el culpable del choque. Mario no tenía problema, como jefe, sería el que estaría a la cabeza de la investigación, mientras que uno de sus hombres se quedaba apostado en la puerta de la habitación privada del hospital de la señora James. Nadie podía pasar, solo Silvain y el señor George James.

Mario salió en busca del perpetrador del accidente, pero el hombre estaba en coma y estaba divorciado desde hacía cinco años, ninguno de sus hijos había venido a verlo, parecía que estaba solo, pero Mario no se lo creía. Así que, con el permiso de Silvain, avanzaron hacia el coche del culpable, y con ayuda de la policía, descubrieron que los frenos estaban cortados, revisaron la cámara del auto, pero faltaba la memoria. También revisaron el coche de Silvain, pero este estaba bien, no había anomalía.

Al final, con la ayuda del asistente de Silvain descubrieron un movimiento inusual en la cuenta del culpable del accidente, una semana antes, había recibido mucho dinero, poco más de un millón de dólares; y el día anterior antes de accidente fue transferido a otra cuenta, que era de su exesposa.

También descubrieron quién pagó para este accidente, y fue Julia, la hija de Louis, aunque no sabían si fue orquestado por el propio Louis o solo fue idea de esa mujer. En todo caso, tenían las pruebas suficientes para apresarla.

Silvain no dudó ni se demoró en darle las pruebas a la policía y que la arrestaran. Lo que más le importaba a esa tal Julia era el prestigio y las apariencias, pues con el arresto perdería todo ello y más, porque no le daría clemencia para salir.

***

Rose sintió que flotaba y había eco de voces a su alrededor, pero no podía abrir los ojos para ver de quién se trataba. Sentía los párpados pesados y el cansancio intentaba tragarla, hasta que sintió una mano grande y cálida tomar la suya. Sintió algo húmedo en su dorso y escuchó claramente la voz de Silvain.

-Rose, cariño ya atrapamos a la culpable, la haré pagar – ahora sintió una caricia en su frente – Así que despierta…

Rose sintió su corazón acelerarse y sentirse un poco conmovida. Esto no podía ser un teatro, él no tenía obligación de acompañarla al hospital, con solo ayudar con la aprensión del culpable ya era suficiente para demostrar que era valorada al ser su esposa, pero estar con ella a su lado, atrasando sus ocupaciones, no era necesario y ella entendería si así lo hubiese hecho él. Pero, fue más allá de su imaginación. Su corazón se sintió cálido y entonces pudo abrir los ojos.

Su mirada estaba un poco brumosa, sin embargo, pronto pudo ver la silueta de Silvain, sentado a su lado sosteniendo su mano entre las suyas más grandes.

-Silvain – murmuró, aunque su voz se escuchó ronca y la sintió pastosa. La sed la abrumó al instante.

Silvain alzó la cabeza al escuchar un murmullo y se encontró con los ojos azules de Rose. En seguida se levantó y llamó al doctor con el botón en la camilla y le dio de beber un poco de agua. Él la miró sintiéndose un poco aliviado de ver que había abierto los ojos luego de casi una semana.

El doctor entró con prisa y comenzó la revisión de la paciente. Dio el visto bueno ante la recuperación y el pronóstico parecía alentador, sin embargo, aun permanecería en observación ya que su bazo seguía inflamado.

Silvain agradeció al doctor y tomó el termo que su asistente sostenía. Dentro había papilla de avena, aun no podía comer demasiado ni cosas sólidas. El doctor había dicho que empezara a comer aunque sea unos cuantos bocados, para que el estómago no se irritara ya que no había comido por muchos días, y para que el cuerpo se llenara de nutrientes suficientes para el buen funcionamiento de su bazo.

Rose quería comer sola, pero su cuerpo pesaba demasiado por haber estado inactiva por tantos días, y ciertamente sentía un cansancio extremo que casi la había dormir aun cuando Silvain estaba en su habitación. Quería verlo un poco más, pero sus ojos se cerraban, afortunadamente, logró comer unas cuantas cucharadas de la papilla para luego caer rendida ante el sueño.

...----------------...

Gracias por leer y por su apoyo. No olviden dar me gusta para que pueda llegar a más personas.

Besos.

Atte. Koh