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Por Mis Hijos Doy Mi Vida.

Por Mis Hijos Doy Mi Vida.

Status: Terminada
Genre:Pérdida de memoria / Mafia / Traiciones y engaños / Sustituto/a / Amor-odio / Completas
Popularitas:27.8k
Nilai: 5
nombre de autor: abbylu

Sabina, una conocida mafiosa, se ve obligada a criar a los hijo de su hermana luego de que está muere en un trágico accidente. Busca hallar respuestas para sabre toda esa situación y saber quien se atrevió a matar a su gemela.

NovelToon tiene autorización de abbylu para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

capítulo 11

El parque estaba casi vacío aquella tarde de sábado. El sol comenzaba a descender, tiñendo de naranja los columpios metálicos y las copas de los árboles. Sabina había elegido ese lugar con precisión: abierto, público, pero lo suficientemente apartado como para permitir un primer encuentro sin demasiadas miradas curiosas.

Patrick no se separó de los niños en ningún momento. Desde que llegaron, había mantenido una distancia prudente entre ellos y Daniel Russo, observando cada gesto, cada movimiento, como un centinela en posición. Los gemelos corrían alrededor del área de juegos, aún un poco confundidos con la idea de que aquel hombre que los miraba desde una banca a distancia era, de algún modo, su padre biológico.

Daniel se mantenía en pie, con las manos en los bolsillos del abrigo, mirando a los niños con una mezcla de fascinación y ansiedad. Sus ojos los seguían con una intensidad palpable, pero cada vez que se animaba a decir algo, a acercarse, notaba cómo los pequeños miraban a Patrick. Era como si buscaran en él una aprobación silenciosa para saber si podían responder, si podían confiar.

—He notado su cercanía con ellos... —dijo Daniel, rompiendo el silencio mientras observaban cómo Antonio trepaba una cuerda con torpeza—. ¿Acaso usted con la señora Capolá es...?

Patrick desvió la mirada apenas un instante para dirigirle una media sonrisa. Su postura seguía relajada, pero su tono tenía una firmeza que no admitía muchas interpretaciones.

—Soy su mano derecha y más grande amigo. Tenemos una relación de hermandad de más de quince años. Los niños me consideran su tío —respondió, como quitándole importancia a su papel, aunque la forma en que lo dijo dejaba claro que era más que eso: era su protector, su bastión.

Daniel asintió lentamente. No era la respuesta que había esperado, pero tampoco podía contradecir lo evidente. Patrick estaba presente en cada gesto de los niños, en su lenguaje corporal, en la forma en que lo miraban.

—Creí que Ámbar estaría presente —dijo entonces, tanteando el terreno.

Patrick levantó una de sus cejas con lentitud y volvió la vista al frente.

—Tenía asuntos que atender. Además, no quería interferir en su primer encuentro con los niños —dijo con voz serena, aunque con cierto filo escondido entre las palabras—. Voy a ser claro con usted, señor Russo. Ámbar y esos niños son mi familia, y espero que se tome esto muy en serio. No permitiré que algo como lo que pasó en el pasado vuelva a suceder. Si no está listo para estar en sus vidas, le recomiendo alejarse.

Daniel apretó los labios, claramente incómodo.

—Yo no sabía de la existencia de los niños...

—Y es solo por eso que he permitido este acercamiento —interrumpió Patrick con la misma calma cortante—. Pero espero que comprenda que mi familia lo es todo para mí. Si se atreve a hacerles daño, yo mismo me encargaré de devolverle el favor.

No hubo amenaza en su tono, pero tampoco necesidad de una. Sus palabras eran tan firmes como una sentencia. Daniel lo miró con cierta incredulidad, luego desvió la vista, incapaz de sostenerle la mirada. No tuvo tiempo de contestar porque los gemelos ya corrían de regreso hacia ellos.

—¡Tío, ven! ¡Vamos a jugar! —gritó Antonio, con la frente perlada de sudor y una sonrisa enorme.

—¡Sí, tío! Quiero un helado —agregó Sebastián, más reservado, pero con los ojos brillantes de emoción.

Patrick se agachó un poco para estar a su altura y, sin dejar de mirar a los niños, dijo con un tono más ligero:

—Muy bien, vamos. Pero inviten al señor Russo, ¿sí?

Sebastián se volvió hacia Daniel, con ese aire maduro que a veces tomaba sin querer, y asintió.

—¿Quiere acompañarnos, señor?

Daniel, sorprendido por la cortesía del pequeño, asintió de inmediato, como si esa invitación significara más de lo que parecía.

—Sí... Pueden decirme Daniel, si quieren —respondió, intentando sonar cercano.

Antonio lo miró un momento, luego a Patrick, que le dio un asentimiento casi imperceptible. Solo entonces, como si eso le diera permiso, Antonio tomó la mano de Daniel con naturalidad.

—Bueno... señor Daniel, ¿cuál es su helado favorito?

Daniel tardó unos segundos en contestar, como si aquella pequeña pregunta le hubiera removido algo en el pecho.

—Chocolate amargo... pero con chispas de menta —dijo al fin, con una sonrisa honesta.

—¡Guácala! —respondió Antonio con una carcajada, aunque sin soltarle la mano—. Eso es muy raro.

—A mí me gusta de limón —intervino Sebastián, que ya caminaba junto a Patrick.

—¿Limón? —Daniel fingió una mueca de disgusto—. Entonces supongo que soy el único con buen gusto aquí.

La conversación, simple y ligera, fue llenando el espacio entre ellos como una brisa cálida. Patrick los observaba, caminando un paso detrás con Sebastián, mientras Antonio seguía guiando a Daniel hacia el puesto de helados como si ya fueran amigos de toda la vida.

Cuando llegaron, el heladero los saludó con una sonrisa y preguntó qué deseaban. Patrick dejó que los niños eligieran primero. Antonio pidió uno de vainilla con chispas de colores; Sebastián, su clásico helado de limón.

—¿Y para usted, señor Russo? —preguntó el heladero.

—Chocolate amargo con menta, por favor.

Antonio seguía riéndose mientras lo miraba con ojos traviesos.

—Te lo dije, Sebastián, ¡es rarísimo!

Daniel soltó una risa sincera, la primera en mucho tiempo.

—¡Así sabrán que soy yo cuando los invite otra vez! —bromeó.

Los niños se sentaron en una banca cercana, con los helados goteando lentamente entre sus dedos. Daniel se sentó a un lado, mientras Patrick permanecía de pie, vigilante pero más relajado.

—¿Y qué les gusta hacer cuando no están en la escuela? —preguntó Daniel, esforzándose por no sonar invasivo.

Sebastián lo miró pensativo, mientras lamía su helado con delicadeza.

—Nos gusta dibujar. Antonio quiere ser inventor... y yo... yo todavía no lo sé.

—Pero dibuja súper bien —interrumpió Antonio con la boca llena de helado—. ¡Tiene una libreta donde hace sus dibujos!

Daniel asintió, sorprendido.

—¿De verdad? Me encantaría verlos algún día, si me dejas.

Sebastián lo miró, luego buscó con la mirada a Patrick. Al ver su sonrisa aprobatoria, asintió tímidamente.

—Tal vez.

El atardecer seguía avanzando. El cielo se había teñido de un naranja más profundo, y una brisa suave comenzaba a soplar entre los árboles. Los niños terminaron sus helados, y Antonio fue el primero en levantarse.

—¿Podemos volver a jugar un rato?

—Claro —dijo Patrick.

Antes de correr, Antonio se volvió hacia Daniel.

—¿Vas a venir otro día?

Daniel lo miró con una mezcla de ternura y esperanza.

—Solo si ustedes quieren.

Antonio asintió.

—Está bien. Pero esta vez traiga helado de verdad, no de menta con chocolate.

Sebastián soltó una risa baja mientras ambos salían corriendo de nuevo hacia los juegos. Daniel se quedó en silencio, mirando cómo se alejaban.

—Gracias —murmuró sin apartar la vista.

Patrick, que lo había estado observando, se sentó finalmente a su lado.

—No me agradezcas todavía. Demuestra que vales la pena.

Daniel asintió. Y por primera vez en mucho tiempo, supo que tendría que ganarse un lugar en esa familia. Porque claramente, ya había alguien que estaba dispuesto a protegerlos con todo lo que tenía.

Y él, por primera vez, quería merecerlo.

1
Graciela PeMar
Me encantan estas hermosas historias, llenas de amor, bueno con un poco de violencia, pero me encantó, tuvo de todo, buenísima.
Sonia Avila
hay, Daniel estas en aprietos, Sabina es de armas tomar, te acaba de dar un ultimátum 😄

Daniel le hace falta agallas
Thibizay Garcia
Excelente
Sonia Avila
impactante, ellos son muy inteligentes creó que Daniel está aterrado, Sabina es toda una guerrera
Sonia Avila
cada capítulo es emocionante
Rosa Paredes
Excelente
Sonia Avila
Diana, viene tu juicio
Sonia Avila
me encanta 😊 Sabina es una mujer de carácter decidida jajajaja Daniel flojito y cooperando.... será que ellos se enamoren
Sonia Avila
creo que la prometida , de Daniel tuvo algo que ver con la muerte de ámbar
Sonia Avila
divertido 😃 esos bello angelitos me los imaginó lindos
Karina Vazquez Gonzalez
que bella historia con muchas adversidades intrigas prejuicios emociones encontradas pero sobre todo encontraron el amor verdadero puro y supo que en su vida tenía sentido y luchar por dos niños que la necesitaron en capa y espada y todo el amor del mundo ..excelente historia felicidades escritora. nos hiciste vibrar con cada capítulo..
Karina Vazquez Gonzalez
que bueno que por fin se hizo justicia porque su hermana ya descansa en paz y sabina hace felices a sus sobrinos qué los quiere como a su hijo y protegerá siempre con capa de mamá protectora..excelente historia y por fin ella encontró la paz y podrá ser feliz ..
Karina Vazquez Gonzalez
jajajajajaj los agarraron con las manos en las masa y como siempre patrix al rescate de ese par de enamorados
Karina Vazquez Gonzalez
que bella novela de verdad que desde el primer capítulo nos llevaste ala imaginación escritora muchas felicidades..
por fin van a poder ser felices
Karina Vazquez Gonzalez
madre santa pura. a candela porfin ello dos abrieron su corazón para poder amarse libremente excelente historia felicidades escritora
JZulay
me gustó mucho la historia, corta y muy bien contadas 😊
No sé siñe a la típica historia romántica, es un drama que marcó vidas e hizo justicia .
💯 recomendada 👌🏼😉
JZulay
a cobrar con retroactivo 😜🥰😋
JZulay
Daniel puedes perder hacha, calabaza y miel 🤔
JZulay
siempre una boca imprudente 🤭🤣🤣🤣
Isley García
Excelente historia... Te atrapa desde el principio, recomendada al 💯..! 👏👏
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