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Plata

Plata

Status: En proceso
Genre:Amor-odio / Apoyo mutuo / Amor en la guerra / Matrimonio entre clanes / Secretos de la alta sociedad / Viaje a un mundo de fantasía
Popularitas:32.4k
Nilai: 5
nombre de autor: thailyng nazaret bernal rangel

Noveno libro de saga colores.

El reino se tambalea con la llegada de la nueva reina proveniente de una tierra desconocida, Sir Levi, ayudante del rey, emprenderá un viaje para hacer un trato con el gobernante, Eudora, la aspirante espía, insistirá en acompañarle, una tentación a la que el sir no podrá resistirse.

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11. Cayendo en mi propio juego

...LEVI:...

Los piratas tenían en su embarcación un botín cuantioso, la flota trajo ante nosotros cofres y armas robadas, lástima que no podíamos devolver a cada dueño su parte. Mis hombres le hicieron una abolladura al barco de esos desgraciados, así se hundiría lentamente.

Como caballero y como persona razonable, eliminar a esos piratas y todo lo que poseían fue correcto.

— ¿Qué haremos con ese botín? — Preguntó el capitán cuando nos dirigimos a la bodega para registrar lo que se había sacado del barco pirata.

— Lo usaremos para negociar.

— ¿Con el rey de Polemia?

— Así es, en caso de que se le ocurra algo que nos perjudique, negociaremos con esas joyas y armas — Dije, observando hacia las cajas.

— Bien, se quedan, pero le advierto, no me quedaré con ninguna joya de esas.

— No dije nada sobre repartir esto — Puse los ojos en blanco.

— En caso de que no necesite negociar ¿Qué hará con todo esto?

— Lo llevaremos a Floris, es mercancía robada, que el rey Adrian decida su paradero, es lo mejor.

— Eso me alivia, no quiero convertirme en un sucio pirata, quedarnos con esto no sería lo correcto — Dijo, alejándose de las cajas.

— No necesitamos quedarnos con ésta fortuna, no somos unos muertos de hambre, al menos no yo.

— Claro, el segundo al mando gana más que todo lo que está en esa caja — Dijo, soltando una risa irónica.

— Usted también es bien recompensado, el rey Adrian ha ayudado mucho a su familia, a Su primo Leandro y a usted, los Mercier se han beneficiado de la generosidad del rey y también de mi ayuda como mediador — Me crucé de brazos y me observó.

— No negaré que es cierto, no me quejo.

Se vestía como un pirata y decía que no quería serlo, la chaqueta grande y larga, verde y dorada, las baratijas en el cuello, el cabello largo y descuidado, la barba espesa.

Era mayor que yo, pero sus años desperdiciados, la vergüenza de sus actos, orillaron a esconderse en el mar y ser un simple capitán de barco.

— Tampoco quise echarle en cara nada.

— Se que su molestia es por la señorita Eudora y no comprendo porque si ya la ha conquistado — Dijo, soltando un resoplido.

— Su frase está llena de recelo.

— Acepto que es un tanto molesto, pero es la decisión de Eudora — Mantuvo el ceño fruncido — Como dije, no voy a obligarla a que cambie de opinión porque eso no sucederá, ya encontraré a alguien que si me corresponda.

Se alejó y subió las escaleras.

No dejaba de darme celos que el capitán estuviese tan cerca de Eudora.

Salí de la bodega y volví a la cubierta.

Ella estaba tomando aire, el viento le agitaba el cabello, su mirada estaba perdida en el mar como aquella vez que conversamos en la proa.

Se me endurecía de solo apreciarla.

Probar sus labios era lo más exquisito que pude haber experimentado, la dulzura y la calidez de sus carnosa boca era perfecta para alimentar mis ansias.

Su rostro sonrojado y suplicante, los gemidos que salían de su garganta, las caricias en su cálido y suave capullo, la miel que me empapó los dedos y que pude saborear después al llevarlos a mi boca.

Era rebelde y me retaba, quería portarse dominante y eso solo me enloquecía, necesitaba verla arrodillada, encadenada, vendada y recibiendo mis azotes.

Me aproximé a ella.

— ¿Por qué tan pensativa?

Salió de sus pensamientos y me observó.

Llevaba el abrigo con que el abordó el barco.

— Solo admiraba el mar.

— ¿Le gusta?

— Le temo — Admitió — Más cuando casi caí de cabeza al fondo, es hermoso, pero misterioso — Me observó — Como usted.

— ¿Soy como el mar? — Arqueé las cejas.

Rió — En cierta forma.

— ¿Me teme?

— No, pero no se que esconde en su interior.

— Si desea averiguarlo, ya sabe lo que debe hacer — Dije, sin despegar mis ojos de ella.

Se sonrojó — ¿Me revelará sus secretos si me rindo ante usted?

— Puede ser, aunque no le doy esperanzas, al igual que el mar, mi fondo es difícil de alcanzar, demasiado profundo.

— ¿En serio? — Cruzó de brazos — ¿Todo ese juego del amo y la esclava sexual es para que nadie pueda entrar en su vida?

Me reí — No me conoce, Eudora, no saque conjeturas irreales.

— Bien — Volvió a observar el mar.

Parecía decepcionada.

Me aclaré la garganta.

— Debería ver los mares de Hilaria, las aguas son azul cristalino, el sol es brillante y el cielo sin nubes de un azul vivo, son más hermosos que estás aguas frías y congeladas. En las playas de Hilaria si se puede nadar.

— Algún día iré — Suspiró.

— Es hermoso, aunque el sol es mi enemigo, mi piel siempre se estaba quemando cuando viví en Hilaria.

Giró su rostro hacia mí.

— ¿No es de Hilaria?

Oculté mi expresión.

— Lo soy, aunque nací allí, tuve un antepasado de piel blanca y por eso nací así.

— Oh.

No me gustaba hablar de mí y más con Eudora, ella era lista y muy curiosa.

— Eudora, quiero besarla más y tocarla, deberíamos tomar todas las noches para nuestras lecciones privadas — Dije, acercándome más y se tornó nerviosa.

— Eso solo fue un momento de debilidad y no he aceptado su propuesta.

— Yo la veía muy empeñada en besarme — Elevé una comisura — Y en querer que la siguiera tocando y sé que pronto aceptará.

— No hable de eso aquí.

— ¿Por qué es tan orgullosa? — Bramé, tocando su cabello.

— No soy orgullosa, intento ser decente y tranquila.

Solté una carcajada.

— Vaya que es encantadora en pretender que no tiene ni una pizca de perversidad, si no la tuviera, no le hubiese gustado que le diera con la fusta.

— Deje mi cabello — Siseó, irritada.

— El color plateado me gusta, no creí que se viera tan bien.

— No mienta.

— No robara tantas miradas de los hombres de no ser así.

Me observó, con sus ojos muy abiertos, de una forma tierna.

Enterré la mano en su nuca en tiré.

— ¡Ay! — Protestó — Duele.

— No finja disgusto, si le gusta los azotes en el trasero, esto también le gusta.

— Sir Levi, se porta como desquiciado — Intentó zafarse.

Me incliné y le di un beso.

Se apaciguó en seguida.

Moví mi boca suavemente.

Apoyó su mano de mi pecho y se pegó a mí.

Mi lengua danzó dentro de su boca, mientras que mis labios se movían a prisa, con más ansias.

Rompí el beso.

Respiró costosamente y me observó.

— Ande, déjeme hacerle sentir mujer.

Se mordió los labios.

— Vaya, vaya, los tortolitos — Silbó uno de los marineros y me aparté con disgusto — No se detengan, adelante, me gusta ver — Rió y se quedó como idiota parado allí, había otros tres más observando también.

— ¿No tienen nada mejor que hacer?

— Más allá de nuestras labores, no — Dijo el otro — No hay nada más entretenido ver a dos enamorados.

— Nosotros no estamos enamorados — Siseé y Eudora se apartó de mí.

— ¿Y entonces qué intentan hacer? ¿Por qué andan besandose? — Preguntó — Se veían bien melosos.

— No seas ridículo — Gruñí y soltaron carcajadas.

— Si no la quieres para novia, entonces déjame a mí o a otro de nosotros que si quiera algo real — Dijo el restante.

— No, no busco pareja — Dijo Eudora — Me gusta estar sola.

Fruncí el ceño.

— Ambos son igual de orgullosos — Rió el tercero.

— ¡Vuelvan a lo suyo, dejen de meterse en asuntos que no les corresponde! — Ordené, perdiendo la paciencia.

...*****************...

Abrí la puerta del camarote de Eudora cuando anocheció.

La encontré tratando de cambiar la venda de su brazo.

— Permíteme — Dije y se cubrió el torso con el abrigo.

— Se queja de Albert y usted tampoco toca la puerta antes de entrar.

Retiré la venda de su brazo, la sutura estaba un poco enrojecida, pero parecía ir bien.

Tomé la venda limpia y la envolví poco a poco.

— Ya está listo.

— Dese la vuelta.

— ¿Por qué?

— Me voy a colocar el abrigo — Gruñó.

Suspiré pesadamente.

Me giré y esperé a que se vistiera.

— Tanto pudor no le servirá de nada.

Volví a girarme cuando estuvo lista.

— ¿Cuántas mujeres aceptaron ser parte de su juego?

— Unas cinco, como puede ver no son muchas — Dije, sentándome en la única silla que había.

— No todas están locas.

Me reí — Si le propusiera a todas las mujeres, tal vez usted vería que se equivoca, las experiencias placenteras son atrayentes y más cuando las mujeres buscan ser complacidas por un hombre experto.

— Supongo que no se lo propone a cualquiera porque es muy selectivo.

— Exacto, es privilegiada — La señalé — Y no soy de andar insistiendo demasiado.

— Vaya, entonces debo sentirme afortunada — Dijo, con sarcasmo.

— No, aún no lo es.

— ¿Algunas se negaron?

— Sí, la princesa Ania fue una de ellas.

Se sorprendió — ¿Se lo propuso a la princesa?

— Insistió en saber, tenía curiosidad de mi vida íntima y quise probar mi suerte, pero se indignó cuando le mencioné los azotes y las cadenas, dijo me mataría primero — Confesé — La princesa Ania es una rebelde por naturaleza.

— ¿Y por qué no insistió?

— Porque ella no me causaba el descontrol que estoy sintiendo por usted.

La veía inquieta.

— ¿Nunca intentó algo diferente?

— ¿Cómo qué? — Elevé una ceja.

— Algún otro tipo de experiencia.

— Lo intenté una vez, con el Rey Adrian, aunque eso no debe saberse — Me incliné contra el espaldar.

Su expresión era atónita.

— ¿Habla en serio?

— Por supuesto, al rey le gustan los hombres tanto como las mujeres y me ofreció intentar algo, pero le hablé de mis fantasías, se negó en seguida, resulta que su fallecida esposa le encantaba torturar con las cadenas, así que no aceptó mi propuesta.

— ¿Y a usted le gustan los hombres tanto como las mujeres? — Parecía preocupada y solté una risa.

— No, me gustan más las mujeres, resultan más encantadoras para mí.

— ¿Entonces no le gustaba el rey?

— Solo me motivó la curiosidad e intentar algo nuevo — La evalué — Mi hermosa le preocupa tener competencia.

— No... No es eso...

— Solo fueron un par de besos y caricias, el rey también tiene sus reglas para aceptar relacionarse con otro hombre y es muy maduro cuando se le rechaza, eso no cambió nuestra relación jerárquica.

— Entiendo.

— Ven acá — Le ordené, ya estaba cansado de hablar.

Dudó, pero se aproximó.

La senté en mi regazo.

— Abre las piernas, siéntate de espaldas a mí.

— ¿Qué va a hacer? — Preguntó.

— No haga preguntas.

Hizo lo que pedí, se giró, quedándose de espaldas, la tomé de las rodillas y separó las piernas.

Mis pantalones le permitían estirarse sin problemas.

Tomé la tira que llevaba en mis bolsillos.

— Estira los brazos hacia atrás.

Los estiró, estaba temblando y aún no hacía nada.

Até sus muñecas.

Me incliné de modo que pudiera recostarse en mi pecho.

Hizo lo que pedí y dejé sus brazos rodeando mi cuello, las manos atadas terminaron en mi nuca.

— No se mueva — Dije contra su oído — O no la complaceré.

Quité los botones de su abrigo.

— Espere... No...

— ¿Qué dije sobre moverse?

— Solo estoy hablando.

— No hable — Gruñí, abriendo el abrigo, luego fui por la camisa, quité los botones, al sentir su piel se me endureció, acaricié su abdomen y sentí como se le erizaban los vellos.

Recorrí con mis dedos, esa piel suave y delicada, haciendo una camino vacilante.

Aspiré el olor de su cuello.

Seguí tocando, sin abrir paso hacia arriba y abajo.

Jadeó, retorciéndose un poco.

— Ya le dije que no se mueva — Detuve mis manos.

— Es muy difícil no moverse si me toca así — Apoyó su cabeza de mi hombro.

— No estoy haciendo casi nada.

Rocé nuevamente, como si tocara una hoja delicada.

Me atreví a ir hacia arriba.

Sentí sus costillas y el comienzo de sus cuencos.

Me quedé allí, rozando el contorno.

Su respiración se volvió más agitada.

Recorrí más al centro de sus senos, notando lo abultado, presionando levemente, luego llegué a una dureza.

Tomé con sus dedos esos picos.

Se estremeció, jadeando.

Los rocé y presioné.

Agitó sus caderas, su trasero me frotó.

Me detuve.

— Dije que no se moviera.

— No sea malo — Protestó, con la voz agitada — No puedo evitarlo.

Bajé una mano y acaricié por encima de su pantalón, allí.

Gimió.

Le di una palmada.

Se estremeció.

— Ya entraste a mi juego sin darte cuenta — Gruñí contra su oído.

— Solo deme más.

— Tienes que ganarte ese privilegio — Dije, alejando la mano.

— ¿Me he portado mal? — Protestó, maldición, si se ponía así me hundiría en ella de una vez, estaba cayendo en mi propio juego.

¿Cómo rayos estaba pasando eso?

1
lu
obvio que escuchó, por eso se sintió más emocionado
lu
la saga es muy buena
Yise
Golozaaaaaaa aissshhh q calorrrchh q capitulo más intenso ufffffff mira q jiros más bruscos e inesperados dio, pero me encantó....... Eudora bb cosita rika debes estar agradecida q has atrapado a esa fiera solo para tí, así q ve con calma q ya ese macho pecho peludo espalada plateada es tuyo todo tuyo. Golozaaa /Chuckle//Chuckle//Chuckle//Chuckle//Chuckle//Chuckle/
Blacina Calvo Fernández
Excelente historia. Poco a poco Eudora ha ido enamorando a Levi.
Yilli Paola Soto Nuñez
claro que escucho y por eso se prendió más que no se resistió y sembró la semilla en ella cuando quieran regresar van llegar con un nuevo integrante en el barco
Sol
si escucho pero no sabe cm reaccionar a esa palabra q significa mucho
Marcela Lopez
está emocionante 🥰
Mary Ney
Escritora dele a Albert una buena esposa,, se la merece, har sir ya estas enamorado creo que escuchaste Eudo el Te Amo/Smile/
Laura Ojeda
me encanta autora gracias.. creo que Levi y Eudorita van a ser padres si siguen así....
𝓔𝓶𝓪𝓷𝓭𝓮𝓻 🖤
👁️👄👁️ yo al ver que Levi le dió como cajón que no cierra y le echó sus bendiciones a 10 meses de llegar a Floris 🤣🤣🤣 Probablemente haya bebé salvajito nuevo❤️💖
Nella Reyes
claro que te escucho sólo que no sabe como decir la palabra aún pero de que la siente la siente... sino no se hubiera derramado en ti.... apuesto a que deseo en silencio poner la semilla de un bebé en tu vientre
Daiana Ibarra
Albert de cada lugar quiere un recordatorio ahora quiere a l salvaje q le pida al rey como pago x su trabajo
Daiana Ibarra
cuando lleguen al rey van a llegar con un bebé recién nacido si siguen asi
Nella Reyes
Eudora eres una heroina, no sólo salvaste a la guerrera, también a las mujeres y niños que iban a ser asesinados y por último salvaste a tu suegro... tienes un corazón de oro puro así que Levi debe estar además de Enamorado, orgulloso que no cabe en su pecho la mujer fuerte que eres
Orozco Beatriz
si escuchó, solo que se emocionó y te dio como cajón de gabeta mal colocado 🤭🤭
Eliana Cardona
🤣🤣🤣🤣🤣🤣🤣
Eliana Cardona
Que emocionante es esto 👋👋👋
Faveamny Calderon
naaaa si te escucho querida pero típico de los hombres hacerse los sordos para no te er que demostrar sus sentimientos o aceptar que cayeron en las garras de cupido 🤭🤭🤭🤭
Melissa Janeth Basilio Polo
gracias , gracias por actualizar ....moría de la impaciencia por leer otro capítulo 🥺
Ana Parra
uyyy sir Levi gota a gota se llena el cántaro y Eudora tiene paciencia de doncella
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