El Príncipe De Las Bestias

Kael avanza hacia el espejo, ignorando la advertencia de Fenrir. Coloca una mano firme en la superficie, y la visión comienza a formarse. Ve su antiguo reino, lleno de vida y prosperidad. Su familia sonríe, el rostro de su madre amorosa se siente tan lejano, las calles del Reino están llenas de risas. Pero la imagen cambia rápidamente: las sombras de Morganna invaden, y el reino cae en ruinas, consumido por el fuego y la oscuridad.

Kael con voz amarga susurra -Esto ya lo sé. No necesito que me lo recuerden-

-No es solo un recuerdo, Kael. Es una advertencia de lo que está por venir si fallamos.-

Kael aparta la mano del espejo, con los puños apretados -Es suficiente por hoy. Tenemos lo que necesitamos. Después de todo, el espejo le mostró la ubicación fue a Aria- 

-Si, porque aunque no lo afirmes, tu deseo no es encontrar el objeto, es recuperar todo, volver al pasado, debes soltar el pasado Kael-

Fenrir consolaba a Kael tratando de hacerlo ver su presente

En un lugar remoto, el hechicero de Morganna observa a Aria a través de su bola de cristal. Sus dedos largos y huesudos acarician el borde del orbe mientras sonríe maliciosamente. 

-Así que ya encontraron el camino al tercer objeto gracias a ti, despertaste niña… Pero no llegarán tan lejos. La oscuridad de Morganna los alcanzará antes de que lo logren- la sonrisa macabra se dibujaba en el rostro de aquel hombre flaco y desgarbado 

Esa noche, mientras todos duermen, Aria es atormentada por pesadillas. Se ve atrapada en el castillo, con sombras que se alargan y la rodean. La visión del espejo regresa: Kael, transformado en bestia, intenta alcanzarla. Ella corre, pero las sombras la envuelven

Aria está gritando ¡Esto no es real! ¡Déjenme en paz!

Está sobresaltada, jadeando y cubierta de sudor. Mira alrededor, pero las sombras parecen moverse en las esquinas de la habitación. No es una simple pesadilla 

-No voy a rendirme. No importa lo que intenten. Así que dejen de atormentarme!- 

Fenrir escucha los gritos, la maldición le afecta diferente, él se transforma a voluntad, sin esperar más y temeroso de que Aria este siendo atacada por bestias, salta de balcón a balcón y entra a la habitación de Aria

La observa en el centro de la habitación, agitada, sudorosa, con la dormilona blanca por encima de sus muslos y uno de sus pechos casi descubierto, sus ojos vacíos y su cuerpo rígido, como si estuviera atrapada en un sueño profundo

-¡Aria!- 

Aria murmura en voz baja, palabras ininteligibles mientras inclina su cuerpo al frente

-Sombras... vienen por mí... no puedo escapar…-  

-¡Aria, despierta! ¡Mírame, esto no es real!-

Aria parpadea varias veces y su respiración se vuelve errática. Finalmente, sus ojos recuperan el foco, y mira a Fenrir con confusión y miedo

-¿Qué… qué pasó? Sentí que algo me arrastraba. No podía moverme-

-Estás alucinando por las pesadillas. Pero esto no es solo cansancio, Aria. Es magia oscura. La magia de Morganna está jugando con tu mente- Su voz suena grave, Fenrir traga grueso mirando la piel de una mujer tan bella después de tanto tiempo 

-Clari que no. Solo eran pesadillas Fenrir… desde que volvimos han empeorado- 

-Es por tu despertar, a las sombras les gusta la luz, la absorben- los ojos de Fenrir se mantenían fijos en el cuerpo de Aria haciéndola sentir incómoda 

Está baja la mirada observando su ropa desaliñada y la acomoda con sus manos rápidamente 

-Disculpame por eso…- 

Fenrir acorta distancia y la sujeta con una mano en la cintura y la otra en su antebrazo para ayudarla a incorporarse 

Estaban tan cerca que ambos alientos podían mezclarse, las mejillas de Aria estaban ruborizadas y el deseo en la mirada del guardián era abrasador 

Fenrir movió su rostro milimétricamente hacia ella quién retrocedió al notar el roce de los labios amenazando con ser besada 

-Ya puedes regresar, estaré bien ahora- pronunció con voz temblorosa y carraspeó al final mientras limpiaba el sudor de su rostro 

Fenrir asintió sin decir alguna palabra, caminó hacia el balcón y saltó en forma de pantera para correr al bosque, estaba lleno de deseo y lujuria, podría tomar a esa humana allí mismo si quisiera, pero no quería lastimarla ni dejarse llevar por deseos sin raciocinio

La noche en el castillo transcurre cargada de tensión. La luna llena ilumina los corredores oscuros y silenciosos. Hasta ser sustituida por los rayos de sol 

Aria finalmente cae ante el cansancio y con la calidez de aquellos rayos, cae rendida en la cama 

Mientras en el bosque, un liviano y de mejor humor Fenrir, camina de regreso al castillo a desayunar