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Confusión Nuestra

Confusión Nuestra

Status: En proceso
Genre:Grandes Curvas / Malentendidos / Romance entre patrón y sirvienta / Diferencia de edad / Apoyo mutuo / Mi novio es un famoso
Popularitas:1.2k
Nilai: 5
nombre de autor: Koh

Dalia comenza a trabajar como ama de llaves para un pariente /no pariente lejano de su padre, quien era un pintor famoso de pintura erótica; para ayudarse en sus gastos personales mientras termina la universidad. Pero termina en las manos seductoras y perversas de este pintor, confundiendo sus prioridades en la vida.

NovelToon tiene autorización de Koh para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Prólogo

Dalia Morgan siempre ha sido una persona perseverante, positiva y trabajadora; no importa cómo había sido un poco dura la vida, veía cómo continuar con una sonrisa agradecida. No sentía la necesidad de depender de nadie, ella misma podía salir adelante; su vida había sido más que evidente de ese hecho. Había criado a su par de hermanos pequeños gemelos luego de la muerte abrupta de su madre, y aunque su padre también estaba ahí para ellos, él tenía que trabajar duro para poder darles una vida decente.

No fue fácil para su padre ser viudo y un padre soltero.

Amaba mucho a su madre y fue un duro golpe la muerte de ella, pero Dalia no podía sentir tanto dolor. Estaba acostumbrada que su madre era un espíritu libre, que le encantaba la adrenalina y las carreras de autos. Así que, su muerte, aunque trágica, no fue un golpe tan severo, de todas maneras ella ya cuidaba de los gemelos desde que nacieron.

No podía reclamarle nada a su madre, aunque no fue muy amorosa ni una madre de tiempo completo, le enseñó el valor de perseverar ante cualquier dificultad y eso, lo agradecía profundamente.

Ahora que tenía que estudiar, trabajar y cuidar de sus hermanos, esta enseñanza era lo que más le hacía caminar hacia adelante.

Sus hermanos ya eran bastante mayores y podían ir solos a la escuela, lo único en que les ayudaba era hacerles el desayuno y las comidas, además de lavar. Así que ya tenía más tiempo para sus tareas de la universidad y conseguir un trabajo de fin de semana. El cual, no fue difícil de conseguir ya que su padre la había recomendado como ayudante de limpieza en la casa de un pariente lejano. El primo, del sobrino, de la hermana de la segunda esposa de su tío. No podría decir que se tratase de un pariente, ni siquiera lejano, pero le habían dado la oportunidad de ganar dinero para sí misma, aunque solo fuese como mucama por dos días, era mucho mejor que pasar horas repartiendo volantes en el sol.

La paga era generosa, unos doscientos cincuenta dólares por los dos días y lo que cocinara podía comer en la casa. Sería un alivio para la carga de su padre pues la universidad no era barata y los gemelos ya iban a preparatoria.

Entonces…

Miró la puerta del departamento con detenimiento para cerciorarse que se trataba de la casa que había dicho su padre.

Era el 1608. No cabía duda.

Miró a su alrededor y podía ver bolsas de basura negra amontonada en la puerta y parte del pasillo hacia el ascensor. Olía como basurero y parecía el lugar de un viejo sucio. Sintió cierto pesar y estaba pensando si al final era mejor seguir repartiendo volantes.

Entonces se abrió la puerta y sobresaltó a Dalia.

En el umbral se asomó un hombre alto, mucho más alto que ella, con el cabello desordenado, la barba espesa y ropa agujerada y sucia. Parecía un pordiosero. Dalia quiso darse la vuelta, cuando una voz grave y muy masculina la paró.

-¿Eres tú la hija de Robert?

-Um – Dalia quería negarse y escapar, pero ya la habían descubierto y no era de las que huían – Sí, ¿usted es el señor Smith?

-Sí – lo vio rascarse la barriga que por suerte no era un globo – Pasa. Lo siento, no he podido limpiar, he estado ocupado con mi trabajo…

Dejó la puerta abierta y Dalia como pudo, entre tanta bolsa de basura entró.

-Es pintor, ¿verdad?

-Sí. Una vez que empiezo a pintar, olvido todo a mí alrededor.

-Sí, ya veo – no importa donde mirara Dalia, parecía un tiradero de basura – No se preocupe, yo voy a mantener su casa limpia – puso su bolso en lo que parecía un perchero, se amarró el cabello y sacó su delantal personal al igual que unos guantes de caucho y un cubre bocas – Tendré la cena a las siete.

-No tienes que apresurarte.

-No, no – negó Dalia. Ella era una persona obsesionada con el orden y la limpieza, ver el tiradero ya le picaba las manos – No es molestia.

-Continúe su trabajo, yo le llamo cuando esté lista la cena.

-Bueno…

El hombre se dio la vuelta, mientras Dalia comenzaba a limpiar el enorme desorden. Miró el reloj, apenas eran las dos, esperaba poder terminar a las cinco para poder ir a comprar la despensa porque estaba más que segura que ese refrigerador bonito en la cocina estaba de adorno.

Uf.

Era un trabajo titánico.

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