Tercera parte! En emisión asique no se desesperen que vamos a paso lento pero seguro. Escribo con mucho amor asi que espero lo mismo de ustedes 🖤
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Cap 10
Cap 10
El ambiente en la casa se siente pesado, cargado por la tensión que los problemas familiares han traído. Todo parece estar desmoronándose, como si la tormenta que se avecina desde el cielo quisiera reflejar lo que está sucediendo dentro. Las nubes oscuras y gruesas parecen apoderarse del día, y el aire tiene esa humedad característica que anticipa una lluvia violenta.
Horas atrás, mi madre y mis tías llegaron a toda prisa después de que mi tío Iván llamó a su esposa para contarle el desastre que sus hijos habían provocado. No es que nadie quisiera meterse en el conflicto, pero la presencia de mi tío, con su furia imponente y su carácter de líder de la Bratva, los mantenía a todos en un incómodo "mejor no me acerco".
Mis tíos se encierran en el despacho, donde se desarrolla una acalorada discusión con Vlad. Mientras tanto, mi madre, junto a mis abuelos y otros familiares, está ocupada enterándose de mi "noviazgo" con él. Aunque no parece encantada con la idea, al menos no me ha dicho nada... todavía.
Huyo de la sala, buscando alejarme del caos. Subo las escaleras hasta mi habitación y me asomo a la ventana. Afuera, las primeras gotas empiezan a caer sobre el patio, tan grandes que parecen marcar con fuerza cada rincón de la casa. El cielo está casi negro, y aunque es de tarde, parece que la noche ya ha caído. Todo el escenario parece reflejar mi estado de ánimo, confuso y agitado.
Decido cambiarme, buscando una excusa para salir y despejarme un poco. Me pongo la ropa de entrenamiento, aunque trotar probablemente me ayudará a pensar con claridad. Apenas termino de vestirme, escucho dos golpes suaves en la puerta. Al abrirla, veo a Vlad apoyado contra la pared de enfrente. Su expresión lo dice todo: está cansado, con el ceño fruncido, y me mira con la misma dureza que he visto tantas veces en mi tío Iván.
—No me gusta tu cara —le digo, tratando de romper la tensión, saliendo de mi habitación y cerrando con llave.
—Eso es porque no me gusta lo que te tengo que decir —responde, despegándose de la pared.
Su tono es serio, y me doy cuenta de que lo que viene no será fácil de escuchar.
—Tengo que irme con mi padre. Pero esperamos estar aquí el viernes, o a más tardar el sábado, en Las Vegas —me dice mientras se acerca. Me envuelve en un abrazo y deja un beso suave en mi frente.
Siento un nudo en el estómago, no quiero que se vaya, y menos ahora, cuando todo parece estar fuera de control.
—Mi madre ya lo sabe —le suelto para cambiar de tema. No quiero pensar en lo mucho que me molesta que tenga que irse. —Querrá hablar contigo.
Vlad suspira, pero su expresión cambia a una sonrisa sarcástica.
—Ya lo hizo, y ¿adivina qué? —dice con un tono burlón. —Me dijo que me colgaría junto a Klaus y me metería un palo por el...
—Ya, ya entendí —le interrumpo antes de que termine la frase, aunque no puedo evitar reírme. Es un alivio que, incluso en momentos así, el sentido del humor y las amenazas sean parte de la dinámica familiar.
Nos reímos juntos, pero la realidad de que se va vuelve a instalarse como un peso en mi pecho.
—No lo harás. Serás un buen chico y haremos las cosas bien —le digo, tratando de aferrarme a la idea de que todo se resolverá.
—Sinceramente, no quiero esperar un año para tenerte del todo —admite Vlad, con una expresión más seria esta vez. —Pero también quiero que vivas, que salgas y disfrutes estos próximos tres años lejos de esta casa. Que tengamos tiempo para nosotros, cenar, divertirnos...
Sus palabras me golpean.
—Sabes tan bien como yo que no podremos pasar tanto tiempo juntos —le digo, interrumpiendo su fantasía. —Dentro de un año, tu padre te dará su puesto en la Bratva y todo será más complicado.
Vlad asiente, sabiendo que tengo razón, pero sigue con su idea fija.
—Por eso quiero que disfrutes de tu vida. No estaré todo el tiempo para ocupar la mayor parte de tu tiempo, y quiero que vivas sin las "cadenas" de esta familia, aunque sea por un tiempo.
Me quedo en silencio, sin saber qué responder. No quiero pensar en un futuro sin Vlad cerca, pero tampoco puedo ignorar que nuestros caminos están ligados a responsabilidades y compromisos que pesan más que las ganas de estar juntos.
—No me gusta eso, pero tienes razón. —Me aferro a él un poco más, sintiendo su calor como si fuera lo único que me mantiene en pie.
Descendemos las escaleras en silencio, su mano en la mía, como si ambos estuviéramos intentando aferrarnos a lo poco que tenemos ahora. Cuando llegamos al primer descanso, Vlad se detiene y saca su móvil del bolsillo.
—Hay algo más que quiero decirte. —Su voz tiene ese tono que ya conozco, esa mezcla de seriedad y preocupación que me pone los nervios de punta. Desbloquea el teléfono y me lo tiende—. Aiden me envió un mensaje bastante revelador.
Recibo el móvil y leo los mensajes en la pantalla. Mi corazón se acelera con cada línea que pasa frente a mis ojos.
"Bien jugado, hermanito. Lo tenías bien guardado y tu estrategia te sirvió, ¿pero cuánto va a durar? No deberías aferrarte mucho a la idea, porque tarde o temprano voy a tomar lo que es mío, porque así lo deseé desde el primer momento."
"No sé de qué hablas, pero yo en tu lugar regresaría lo que tomaste. Nuestros padres están furiosos contigo y con Ares."
"¿Nuestros padres? No, tu padre, no el mío. Si me considerara realmente su hijo, el puesto de futuro líder sería mío, no tuyo y nuestra madre siempre te puso por delante de mi desde que naciste. Por eso me desligo de la familia, de la organización rusa, y de ustedes como hermanos. Ni Ares me sirve en este momento, él también quiere llevarse el premio que ahora tú posees."
"Espero que no te refieras a Dess, porque si es así, realmente me vas a ver enojado, y eso no le conviene a nadie."
"Sí, me refiero a Dess. No tengo mucho que perder, porque te guste o no, ella siente algo por mí aunque no lo admita. El cuento de la lesbiana nunca me lo creí, escuché la mayor parte de su conversación en el gimnasio. No me tomes por idiota. Cuídala con todo lo que tengas, y no dejes ningún hueco por donde yo pueda entrar. De lo contrario, me la llevaré y nadie volverá a verla jamás."
Termino de leer, mis manos temblando. No había notado la presión que estaba ejerciendo sobre la mano de Vlad hasta que él me la aprieta suavemente en respuesta.
—¿Quiere decir que va a intentar secuestrarme? —pregunto con un hilo de voz, aunque la respuesta es evidente. — ¿Ares tambien?
Vlad asiente, sus ojos duros, guardando el móvil en su bolsillo con un gesto rápido y decidido.
—No creo que sean tan idiotas como para hacer algo así ahora mismo, pero no podemos subestimarlos. Aiden es impulsivo, pero Ares tiene otra mentalidad, él es... peor que Aiden en todos los sentidos. Desde ahora, no te moverás sin tu personal. Mis hombres también te cuidarán mientras estés en la universidad, y cuando no estés allí, estarás conmigo. Al menos por el tiempo que esté en Nueva York. Ya lo hablamos, y nuestros padres están de acuerdo.
El nudo en mi estómago se vuelve más pesado. Si antes parecía que estaba en medio de una tormenta, ahora siento que el huracán acaba de tocar tierra. Todo se desmorona y no sé si alguna vez volveré a sentirme en control.
—No quiero estar lejos de ti, Vlad, pero creo que lo mejor sería...
—Te dije que quiero que vivas tu vida antes de que demos ese paso juntos —me interrumpe, con esa firmeza que a veces me irrita tanto.
Lo miro, tratando de no perder la calma, pero las palabras salen antes de que pueda detenerlas.
—¿Qué vida? ¿Qué vida si no voy a poder ni salir a una tienda tranquila con un ejército de asesinos cuidándome las espaldas? ¿Cómo esperas que viva algo normal si todo a mi alrededor está a punto de irse a la mierda?
Mi voz tiembla con la ira acumulada. Quiero gritar, quiero golpear algo, pero me obligo a mantener la compostura. Vlad me mira, sus ojos reflejan la misma impotencia que siento yo, pero también la certeza de que no hay otra opción.
—Dijiste que me querías. —A pesar de tener casi 18 años y ser joven aún, fui educada de una manera que me hizo madurar rápido. Y a la hora de hacer estrategias, tal como lo hizo mi madre y la suya en su momento, lo haré yo también—. ¿Qué tanto?
—No sé qué tramas, pero... —me planto frente a él, obligándolo a poner atención. Estoy más que molesta—. Dess...
—Responde lo que te pregunté.
Intenta tomar mi mano, pero no se lo permito.
—Sabes la respuesta, te lo dije y dejé muy claras mis intenciones contigo esta mañana. ¿Qué más quieres?
—Ser tu esposa, hoy mismo si es posible. Porque una cosa es querer meterse conmigo, y otra muy distinta es querer meterse con nosotros dos. Si unimos a las dos familias, tus hermanos no podrán hacer nada. Tendrán que respetar la norma.
—Creí que querías casarte cuando estuvieras enamorada de mí —dice, y ahora sí dejo que me tome la mano y me acerque a su cuerpo en un abrazo firme.
—No quiero apresurar nada, y como te dije antes... quiero que tengas una vida. No estás lista para ser mi esposa, no aún.
—Creo que el que no está listo eres tú, ya que tu respuesta me lo dice todo, Vlad. Puedo tener una vida, pero contigo a mi lado —le digo con firmeza, aunque mi corazón late con fuerza.
—No me quieres de la misma forma todavía, eso es lo que no quiero apresurar, Dess —suspira pesadamente, y en ese momento, un rayo cae cerca de la casa, iluminando el descanso cuando la luz entra por la ventana.
El sonido retumba, pero no aparto la mirada de él. Hay algo en su tono que me hace sentir que está luchando consigo mismo, pero no lo comprendo del todo. Quizás es miedo, quizás no quiere lastimarme, pero... yo sé lo que quiero.
—Pero lo haré —respondo sin titubear—, porque también me gustas, Vlad. Si no quisiera esto, no estaríamos en esta situación ahora.
No miento. Sí, me gusta, y también lo quiero muchísimo. No es ningún sacrificio para mí dar este paso, uno que él parece reacio a dar. Siento una mezcla de emociones en mi interior; no es una decisión tomada a la ligera, pero estoy segura. Mi corazón lo sabe, aunque mi mente aún esté tratando de asimilar lo rápido que está ocurriendo todo.
—¿Estás segura de que quieres ser mi mujer, Dess? —me pregunta, su voz baja pero intensa—. Porque después de esto no habrá vuelta atrás. Ni te dejaré ir si te arrepientes, porque te he amado durante tres años, y yo no suelto lo que es mío.
El peso de sus palabras se siente como una promesa inquebrantable. Lo miro a los ojos, esos ojos grises que ahora están llenos de una mezcla de nervios y deseo. Sé que no está jugando. Lo que está diciéndome es real. Su determinación, su amor... todo.
—Supongo que, como los demás, también trajiste un anillo, ¿verdad? —bromeo, intentando aliviar un poco la tensión.
—Sí, aunque no tenía pensado pedírtelo ahora —confiesa, sonriendo ligeramente.
No espero más. Me acerco y beso sus labios, con torpeza, denotando mi inexperiencia, pero no me importa. Quiero hacerlo. El beso es suave, lento, pero está cargado de una conexión que nos ha unido desde hace tiempo. No necesito ser perfecta, solo sincera.
—Entonces vayamos a hablar con nuestra familia antes de que te vayas —digo, separándome solo lo suficiente para verlo a los ojos.
Vlad acaricia mis mejillas con sus nudillos, un gesto suave y lleno de ternura. Sus ojos grises tienen un brillo que no había visto antes, un brillo que me hace sentir segura, como si estuviera en el lugar exacto donde debo estar. La sonrisa que curva sus labios lo hace verse aún más bello de lo que ya es, y en ese momento, todo el miedo y la duda desaparecen.
—¿Quieres ser mi esposa, Desiree Johnson Moore? —pregunta, su tono de voz un poco nervioso pero dulce. No aparta la mirada de mis ojos, mostrándome todo el amor que me profesa—. Prometo amarte, cuidarte y serte fiel el resto de mi vida.
La sinceridad en su voz me conmueve, y sé que él también está nervioso. Pero aquí estamos, compartiendo este momento, y sé que es lo correcto.
—Sí, quiero —respondo, mi voz firme, segura.— Ahora vayamos a dar la noticia.
Me sonríe y asiente.
—Para nuestra suerte, lo mismo que me has dicho tú, me lo dijeron nuestros padres, solo que yo me he negado —revela Vlad sin dejar de sonreír.
—¿Por qué lo hiciste? —pregunto, mientras retomamos el descenso de la mano. La diferencia de altura es notoria, al igual que la de edad, pero no me incomoda. Siento su cercanía como un ancla, algo que me sostiene—. ¿Es por el problema en la empresa?
Vlad niega con la cabeza cuando ya estamos llegando al final de la escalera.
—No, es porque no estaba seguro de que tú realmente lo quisieras —responde, justo cuando entramos en el salón, donde nuestra familia está reunida, bebiendo una copa mientras hablan de lo ocurrido y las medidas que tomarán a partir de ahora.
Mi madre fija la mirada en nuestras manos entrelazadas, pero no me cohíbo. Doy el primer paso para acercarme a ella, y Vlad tampoco se detiene. Sigue a mi lado, sin soltarme.
—Mamá, hemos tomado una decisión importante y queremos hablar en privado, los seis —digo, mirando a mis tíos y a mi padre. Este asiente, seguramente imaginándose lo que voy a decir—. ¿Podemos entrar al despacho, por favor?
—Bueno, después de todo sí habrá fiesta —comenta tío Theo con su típico tono alegre—. Es una suerte que todos estemos aquí para ser parte, ¿verdad, cariño?
—Así es, Amore mío —responde mi tía, abrazando a su esposo, mientras que mis primos ruedan los ojos ante el comentario. —Adoro las bodas, más cuando es la de un miembro de la familia.
Tío Eliot da un paso al frente. Aunque es más bajo que Vlad, su presencia sigue siendo imponente. Me habla directamente, aunque sus ojos no se apartan de él.
—No es necesario que vayan al estudio para hablar de lo que ya todos sabemos que va a pasar —dice, su voz cargada de advertencia—. Vas a casarte con él, y espero... solo espero que cumpla con lo que tiene que cumplir, o quedarás viuda más rápido de lo que canta un gallo.
—Eliot... —interviene mi madre, con tono firme—. Todavía no nos ha pedido su mano en matrimonio, así que no te adelantes a los hechos.
—Quiero pedir la mano de su hija Dess en matrimonio, mi señora —dice Vlad, sin darle vueltas al asunto—. Y queremos casarnos hoy mismo.
El ambiente en la sala se vuelve expectante, pero mis padres asienten, como si estuviéramos pidiendo permiso para dar un paseo.
—Dadas las circunstancias, y porque sabemos muy bien que esta alianza es poderosa, te doy permiso para casarte con mi única hija —responde mi madre, su voz resonando en el salón—, siempre y cuando prometas dar tu vida por ella, si es necesario.
Las palabras de mi madre envuelven el salón con un eco solemne. Mi tía Roisin se acerca a nosotros, acompañada por mi padre, y ambos se unen al pequeño círculo que se ha formado.
—Lo hare, no tiene que preocuparse por eso, tía. —Mi madre asiente y se acerca para besar mi frente, mi padre en cambio hace que suelte la mano de Vlad para abrazarme de la misma forma que lo ha hecho siempre, sin dejar de susurrarme lo mucho que me ama y lo feliz que esta por haber aceptado casarme con el futuro líder de la Bratva.
Tío Iván toma la mano que mi tía Bárbara le ofrece y, con un gesto lleno de significado, quita el anillo de rubíes de su dedo para dárselo a su hijo.
—Estoy orgulloso de ti, hijo, y siempre lo he estado —dice, con una mezcla de emoción y firmeza—. Por eso no quiero que mi ahijada use otro anillo que no sea este, el que dio inicio a todo, cuando tu madre aceptó ser mi esposa y se convirtió en la Koroleva de la Bratva. Este anillo simboliza amor y poder, y ahora es tu turno de entregárselo a tu futura esposa.
Vlad toma el anillo con reverencia y ambos se abrazan, el silencio que sigue no es incómodo, sino pacífico, como si toda la sala compartiera un único sentimiento de respeto y comprensión.
—Ahora vamos a casarlos —dice tío Iván—, para que podamos irnos a arreglar el desastre que han hecho tus hermanos.
Nuestros abuelos son los primeros en levantarse de los cómodos sillones y dirigirse al despacho, buscando quién sabe qué. Son los ancianos de la familia, los pilares, y como antiguos líderes y representantes de nuestros padres, serán quienes oficien nuestra boda.
—¡Sobre mi cadáver mi nieta se va a casar con ropa de entrenamiento! —exclama Kathe, la esposa de mi abuelo Declan, poniéndose de pie con decisión y caminando en mi dirección—. Sabía que iba a haber boda, y es por eso que traje un regalo exclusivamente para este momento. Compré el vestido de tu suegra, el de tu madre, y no podía ser de otra manera, también tengo el tuyo.
Sonrío, sintiendo el calor y el cariño en sus palabras. Abrazo a mi "Tía Abu" con gratitud, y ella toma mi mano, guiándome hacia las escaleras. Pero antes de subir, se detiene para mirar a su sobrino, Vlad, con una expresión seria.
—Tú también cámbiate y busca todo lo que se necesita. La Bratva no está aquí, pero las tradiciones se respetan —le ordena, sin perder ese toque de autoridad que siempre ha tenido en la familia.
Vlad asiente sin cuestionar, y por un momento, veo en sus ojos la mezcla de respeto y orgullo por su familia y nuestras raíces. Este no es el tipo de boda que había planeado, pero tampoco la situación es algo que podría haber imaginado. Ahora todo fluye como una corriente imparable.
Kathe vuelve a tomar el control, moviendo sus pies con firmeza, y mi madre y tías nos siguen de cerca, como una procesión improvisada. Esto no estaba planeado, pero sé que es algo que debe suceder. Una boda en la familia no es solo un evento, es una unión de poderes, de tradiciones, y de lazos que van más allá del simple amor.
Subimos las escaleras, y la emoción empieza a invadirme. No esperaba casarme hoy, pero hay algo en la seriedad de la ocasión que me llena de una extraña calma. Sé que estoy dando un paso importante, uno que marcará el resto de mi vida.
Cuando llegamos a la habitación, Kathe me mira con una sonrisa suave, pero sus ojos transmiten todo el peso de las generaciones que han venido antes de mí.
—Este vestido no es solo una prenda, querida. Es un símbolo de las mujeres que vinieron antes que tú, mujeres que, como tú, también fueron fuertes, valientes, y capaces de llevar este legado. Ahora es tu turno.
Me doy cuenta de que esto no se trata solo de casarme con Vlad. Se trata de honrar a las mujeres de mi familia, de unirme a una línea de poder que siempre ha sido sostenida por manos firmes y decididas. Y, de alguna manera, estoy lista para ser una de ellas.
—Me hubiera gustado que mis primas estuvieran aquí también. —La gemela de Vlad no está con nosotras, como tampoco la hija de mi tía Kathe, Irina.
—Y estarán, no te preocupes por eso. —Tía Emilie me sienta en la silla frente al tocador y desenreda mi cabello, mi madre saca el vestido y todas juntas se me vienen encima para prepararme. —Ahora coopera, porque no tenemos mucho tiempo.