Christian Moltanba es el principal sospechoso de cometer tres asesinatos, por esta causa, es llevado a la pena de muerte. El muere sin conocer a su hijo, Mathias, el cuál también es hijo de Ana Lucia, una joven abogada que luchó hasta el último momento junto a Christian, pero la muerte del joven la deja a ella en peligro, y se ve obligada a casarse con el más longevo de la familia Montalbán. El señor William. quién después de la muerte de Christian, reaparece luciendo mucho más joven.
lo cierto es que el deceso de Christian no quedará impune, pues Moltanba regresará del mismo infierno para hacer pagar a todos sus enemigos y así poder demostrar que es inocente.
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Es momento de correr.
10 ¿Sabes? Me sorprendí tanto cuando escuché que la llamó madre. Ahora él también me preocupa.
—Señor, usted nunca ha mostrado empatía o interés por alguien ajeno a la familia. El hombre ayudó a preparar la cama del viejo, luego volteó y le alcanzó un vaso con agua y varias píldoras.
—¡No debe saltar su medicamento!
El viejo tomó una a una cada píldora, luego dejó su dorso al descubierto, lo que dejó a la vista ciertas laceraciones en su piel.
—Odio esto, me duele hasta el alma… él frunció el ceño cuando el hombre le limpió la herida principal.
—¡Señor, por favor, no se mueva, lo hará más doloroso! Advirtió Olivier y curó con cuidado cada una de esas heridas.
Al terminar, William lo miró y le dijo. —¡Dile a mis hombres que investiguen a Samir, que sigan sus movimientos…!
En ese instante algo más pasó por la cabeza del viejo.
¿Qué pasó con mi…? Se detuvo un momento, luego añadió. Con mi hijo, Leónidas, hace tiempo no sé nada de él. Una corazonada lo llevó a preguntar por Leónidas.
—También le traeremos noticias de él, por ahora descanse que su salud no está bien. Olivier apagó la luz y dejó al viejo solo.
Por otro lado, Ana Lucía terminó de acomodar su hogar, tuvo que tirar algunas cosas a la basura, lo que más lamentó fue ver rota la fotografía de sus padres.
Ese hombre, no creo que pueda olvidar la mirada de Samir, mucho menos las palabras que me susurró al oído. Mis víctimas siempre se portan así, luego terminan peor, siendo lamidas por los gusanos.
—¿Qué quiso decir? Ese hombre hablaba en serio, puede ser que…
Ella quería acomodar sus pensamientos, pero en ese instante, tragó grueso, y un frío viento entró por la ventana. ¿Puede que estuviera delante del asesino? La piel se le erizó al voltear la mirada a la puerta de la habitación del niño.
Ella pudo ver la escena del crimen, además de las fotografías que se mostraron en el juicio.
Fue ese día cuando se convenció del todo, que Christian era inocente, pues al ver a las víctimas descuartizadas, el hombre volvió la cara y terminó vomitando, no aguantó ver las imágenes tan crueles y desgarradoras.
Y si ese hombre es el asesino, entonces, tengo que cuidarme y cuidar a mi hijo. Al sentir miedo, cerró la ventana y se fue a dormir junto a Mathias.
Esa noche, Richard la llamó un montón de veces, pero ella no le contestó, y él terminó en un bar, ahogando sus penas. Le costó que Ana Lucía le diera una oportunidad, pero desde que lo hizo, siente que la relación no ha avanzado. —Ana, no te voy a dejar ir así como si nada… pensó al servir otro trago. Quizás su corazón le dicta lo que se avecina.
Al otro día, Ana Lucía se despertó a primera hora, se dio un baño antes de sentarse a la mesa, pero justo cuando terminó, el timbre la puso en alerta.
Dindo… sonó tres veces antes de que abriera con temor.
¿Ana Lucía Méndez?
Sí, soy yo, ¿qué se le ofrece? Ella nunca había visto al hombre, pero se sintió más tranquila al ver a los guardaespaldas que William había dejado.
—¡El señor William ha enviado por usted y su hijo, la boda se va a llevar a cabo a las doce del mediodía!
—¿Qué? Debe de haber un error. Yo no he dicho que sí, ni siquiera he considerado la idea. La confusión se le mira en el rostro.
Por su parte, el hombre no parece preocupado.
—¡Tenemos órdenes de llevarla a la fuerza!
Usted dice si lo hace por sus medios o si lo llevo a rastra.
¿Pero ese viejo que se ha creído? ¿Qué derecho tiene? Ella le aventó la puerta en la cara del hombre, luego miró su reloj. Son las ocho de la mañana, todavía puedo escapar de esta ciudad llena de locos. No pienso casarme con ese viejo, ni loca que estuviera.
Mathias, ven rápido… Ella dio un fuerte grito y decidió escapar de todo. Fue hasta entonces, cuando se arrepintió de la decisión que tomó, pensó que nunca debió ayudar a Christian.
Mientras tanto, en la mansión Montalbán, William bajó luciendo un traje negro de Dormeuil.
Que todo esté listo, no quiero que cometan ningún error. Ana Lucía y su hijo tienen que venir hoy mismo.
El abuelo puede querer una cosa, pero Ana no piensa lo mismo. Ella salió por el balcón junto a su hijo, logró amarrar varias sábanas por las cuales ambos se deslizaron lentamente.
Ella siempre fue precavida y cuidó que su hijo no se golpeara, ni sufriera ningún rasguño.
—¡Dame la mano y no me sueltes! Ana sujetó con fuerza a su hijo y en la otra mano llevaba una mochila con poca ropa y pertenencias. Tras unos minutos, los dos lograron llegar a un callejón solitario.
¡Mami! El niño alzó la mirada y caminó con miedo. El silencio es ensordecedor, solamente se escucha el ladrido de un perro a lo lejos.
—¡No tengas miedo! Mami está aquí… ella habló demasiado pronto, en ese momento, apareció un hombre frente a ellos.
—¡Pero qué sorpresa! Ella vino sola a nosotros. El tipo se veía algo rudo.
—¡Mathias, es momento de correr! Ana no se iba a quedar ahí a merced del hombre, así que dio la vuelta, pero se encontró con otro hombre.
—¡Muñequita! ¿A dónde crees que vas? La sonrisa del sujeto, era perversa, tal cual tenía su mente.
—¡Ah…! Ella se quejó cuando sintió que uno de ellos la golpeó.
—¡Mami, mami! Mathias la vio caer al suelo, y se inclinó para reanimar a su madre.
—Niño, no te metas, la cabeza de tu mami tiene un precio. El tipo abofeteó al niño. Y este cayó a un lado de su madre. Una vez más se encuentran en peligro.
—¿Qué haremos con el chamaco? ¿Lo dejamos aquí, o lo tiramos en algún lugar? Preguntó uno de ellos.
—¡No se atrevan a tocarlo de nuevo! La figura que apareció era realmente intimidante, aunque la sombra del edificio de al lado, le quita visibilidad al rostro.