Entre El Amor Y El Odio

Sergio salió del restaurante con una mezcla de frustración y determinación. Si Ariana pensaba que podría escapar de él tan fácilmente, estaba muy equivocada. La furia y el deseo de aclarar la situación lo impulsaron a regresar a su empresa, decidido a tomar medidas más drásticas.

Al llegar a su oficina, encontró a su asistente, Berta, esperándolo con una pila de documentos. Ella siempre estaba allí, dispuesta a ayudar, pero últimamente, su actitud se había vuelto más insistente y posesiva, lo que comenzaba a irritarlo profundamente.

—Sergio, aquí tienes los informes que pediste. ¿Te gustaría cenar juntos esta noche? —preguntó Berta con una sonrisa insinuante, ella necesita recuperar su amorío con el dueño de la empresa.

Sergio la miró con cansancio. Habían sido amantes durante años, pero desde que conoció a Ariana, su perspectiva había cambiado drásticamente. La fuerza y resiliencia de Ariana frente a la adversidad lo habían impresionado profundamente, haciéndolo reevaluar sus relaciones y prioridades.

—No, gracias, Berta. Tengo mucho trabajo que hacer —respondió fríamente, sin siquiera mirarla a los ojos.

Berta frunció el ceño, notando el cambio en su actitud. Estaba acostumbrada a ser el centro de su atención y no le gustaba nada esta nueva dinámica.

Sergio, concentrado en descubrir qué había sucedido con Ariana, decidió tomar un enfoque más directo. No dudaría en utilizar todos los recursos a su disposición para encontrarla y entender sus acciones. Sabía que necesitaba información precisa, y para ello, infiltró a uno de sus trabajadores en el restaurante. Era una medida extrema, pero en su mente, era necesaria.

—Necesito que averigües todo lo que puedas sobre Ariana. Dónde está, qué hace, y, sobre todo, por qué se esconde —ordenó a su hombre de confianza.

El trabajador aceptó la misión sin hacer preguntas. Pasaron solo un par de días antes de que regresara con la información que Sergio necesitaba.

—Sergio, Ariana está viviendo en una habitación dentro del restaurante. Parece que ha encontrado refugio allí y está trabajando como siempre, pero claramente no quiere ser encontrada —informó el trabajador.

Sergio asintió, sintiendo una mezcla de alivio y tristeza. Al menos sabía que estaba bien, pero su reclusión solo confirmaba cuánto la había asustado. Decidió darle el tiempo que ella necesitaba, tal y como había prometido, pero no podía dejar de planear su próximo movimiento. No renunciaría a ella sin luchar.

A lo largo de los siguientes días, se mantuvo ocupado con el trabajo, aunque su mente seguía volviendo a Ariana. Cada vez que Berta intentaba acercarse más de lo necesario, él la rechazaba con creciente frialdad, lo que solo aumentaba su frustración y sospechas.

Una tarde, mientras Sergio revisaba unos documentos en su oficina, Berta entró sin previo aviso.

—Sergio, necesito hablar contigo —dijo, cerrando la puerta detrás de ella.

—¿Qué sucede, Berta? —respondió, sin apartar la vista de los papeles.

—Sé que algo está pasando. Has estado distante, y no puedo evitar notar que ya no me miras de la misma manera. ¿Hay alguien más? —preguntó, su voz cargada de celos.

Sergio la miró con una mezcla de exasperación y determinación. Sabía que debía poner fin a esta situación.

—Berta, he cambiado. Mi vida ha cambiado. Lo que tuvimos ya no puede continuar. Lo siento si esto te duele, pero necesito ser honesto contigo —dijo firmemente.

Berta lo miró con incredulidad y furia contenida.

—¿Es por esa chica? ¿Ariana? —espetó, su voz temblando de rabia, ella vio ese documento en donde estaba la firma y los datos de aquella mujer que le robo su pez gordo que a estado alimentando por años.

Sergio no negó nada. Asintió lentamente, manteniendo la calma.

—Sí, Berta. Es por ella. He descubierto algo en ella que no había visto en nadie más. Necesito seguir este camino —dijo, su voz suave pero decidida.

Berta salió de la oficina, furiosa y humillada. Sergio sabía que enfrentaría repercusiones, pero estaba dispuesto a aceptarlas. Necesitaba concentrarse en Ariana y encontrar la manera de ganar su confianza.

Decidió escribir una carta a Ariana, esperando que le permitiera acercarse sin sentirse presionada. En la carta, expresó sus sentimientos y su disposición a esperar todo el tiempo necesario.

"Querida Ariana,

Entiendo que nuestra situación es difícil y que necesitas tiempo. Estoy dispuesto a darte ese tiempo y más, si es lo que necesitas. No quiero presionarte ni asustarte. Solo quiero que sepas que estoy aquí para ti, esperando el momento en que puedas sentirte segura conmigo. Eres una persona increíble y mereces todo el respeto y la paciencia que pueda ofrecerte.

Con todo mi aprecio, Sergio"

Dejó la carta en la entrada del restaurante, confiando en que llegaría a sus manos. Mientras tanto, continuaría con su vida, manteniendo la esperanza de que algún día Ariana le permitiría entrar en su mundo.

En los días que siguieron, Sergio mantuvo una presencia discreta en la vida de Ariana, siempre vigilante, pero sin invadir su espacio. Sabía que la paciencia era clave y que, eventualmente, su sinceridad y dedicación darían fruto. La esperanza de un futuro juntos lo motivaba, y estaba dispuesto a esperar el tiempo que fuera necesario para que Ariana viera que sus intenciones eran genuinas.

Pero la presión de hacer pública su relación lo estaba ahogando diariamente.

En el restaurante una Ariana estaba cada vez más feliz, ella no llegó a leer esa carta, Martínez prefirió guardarla bajo su poder, y en su defensa quiere ayudar a la joven por esa razón le hizo una propuesta.

—Ariana, eres joven y una niña muy amable y activa, ¿te gustaría ser parte del equipo de atención? — Para Ariana era un lago contar con esa propuesta, ya llevaba un mes en el restaurante y ellos eran su familia, no dudaría en aceptar la propuesta, Sergio pensaba que ella se marchó, así que no volvería a buscarla.

—Si, claro que sí, aceptó mil veces— Las palabras de Ariana estaba llena de emoción, ella ya había lavado los platos suficientes, y ahora solo le queda ascender en un mejor puesto de trabajo, ella tenía techo y comida en su trabajo, el dinero estaba intacto, pronto podrían tomar decisiones mejores para su vida.

—Entonces mañana empiezas con un nuevo uniforme, felicidades Ariana— Martínez abrazo a la joven y estaba orgulloso de ella.