R & M... Sueños Compartidos.

Martín está tan concentrado cambiando los paños humedecidos con agua fría y cuidando de su madre que no se dio cuenta que lo estaban observando hasta que Alan le dice

 ⎯ ¡Hermano, llegó la ayuda!⎯ grita Alan emocionado.

 ⎯ ¡Oh gracias a Dios!

El muchacho se levanta de la silla entonces los mira con desesperación y agradecimiento a la familia que se encuentra en el pasillo.

 ⎯ Gracias por ayudarnos, no sabíamos a quién recurrir.⎯ mira a Rebeca y nota que tiene los ojos hinchados, al parecer estuvo llorando.⎯ ¡ Gracias Rebi!

 ⎯ De nada.

 ⎯ No es nada muchacho.⎯ Oscar se acerca al cuarto.⎯ Permiso.

 ⎯ Pase señor.⎯ se abre paso.⎯ Tenemos que llevarla a un hospital, su temperatura no baja y se queja de dolor en el estómago.

Oscar se acerca a Rita y ve que su condición no es nada buena, mira a su esposa y habla con determinación.

 ⎯ Tienes razón, debemos ir urgente a un hospital.

 ⎯ Muy bien, Rebeca quédate con el niño, nosotros iremos con Martín.⎯ ordena Verónica.

 ⎯ ¡Yo quiero ir! ⎯ súplica Alan.⎯ Es mi mamá, quiero saber qué le ocurre.⎯ llora y mira a Verónica.⎯ Cuando papá murió me quedé solo en casa, no quiero estar solo esta vez.

 ⎯ Está bien enano. Iras y no te preocupes mamá no se va a morir. Te lo prometo.

 ⎯ Pero no entramos todos en el auto.⎯ comenta Verónica.⎯ Mejor esperen los dos en la casa.

Martín va hasta su habitación, busca su campera y el juego de llaves de su moto y dos casco.

 ⎯ Rebeca, estas son las llaves de mi moto, lleva a mi hermano al hospital.

 ⎯ Lo haré. No te preocupes.

 ⎯ Gracias.

Martín entra a la habitación y levanta a su madre en brazos, la mujer es muy liviana, ella apoya su cabeza en el pecho de su hijo y se duerme. Una vez que están en el auto Verónica pregunta.

 ⎯ ¿Dónde la llevamos?

 ⎯ No sé, al hospital más cercano. No tenemos dinero, ni seguro médico, solo podemos ir al hospital público.

 ⎯ En un hospital público tardaran mucho en atender a tu madre. Vamos a la clínica de mi hermano. Me debe un favor.⎯ Oscar le guiña el ojo a su mujer.⎯ Es hora que me lo cobre.

 ⎯ Está seguro, nosotros no podremos pagar algo así.

 ⎯ Sí, ahora lo importante es la salud de tu madre.

 ⎯ Gracias.

El muchacho le acomoda el pelo que cubre la frente de su madre y a Oscar se le parte el corazón. No puede creer que ese muchacho esté sufriendo lo mismo que él. De repente los recuerdos de cuando era solo un joven y su madre tenía alguna crisis y él salía en busca de ayuda llegan a su mente y sin pensar se aferra con fuerzas al volante.

Al llegar a una clínica de alta tecnología, un guarda le indica donde está urgencias y pasan directo a la sala.

Una muchacha se acerca a pedir los datos personales de la paciente, y le pregunta.

 ⎯ ¿Tiene cobertura médica?

 ⎯ No.

 ⎯ Entonces, ¿piensa abonar en efectivo?

 ⎯ Yo…

 ⎯ Nosotros nos haremos cargo, solo atiendan a la señora.⎯ interviene Oscar.

 ⎯ Muy bien, pasen por aquí.

La joven le indica una sala y hace que recuesten a Rita en una camilla.

 ⎯ Hijo, ¿dónde estamos?

 ⎯ En el hospital.⎯ mintió para no preocuparla.⎯ Ahora te verá un médico.

 ⎯ Estoy bien.

 ⎯ No mamita, necesitas atención.

El doctor ingresa a la habitación y el parecido con Oscar es indiscutible, son dos gotas de agua. Él le pide al muchacho que se retire, que debe revisar a la señora en privado para tener un panorama completo de los hechos. Martín sale y se sienta en el piso cerca de la puerta, en eso Alan entra con Rebeca y le pregunta.

 ⎯ ¿Qué pasó con mamá?

 ⎯ El doctor recién entró y la va a revisar.

 ⎯ ¿Pero va a estar bien?

 ⎯ No sé enano, ahora nos dirán que tienen.

Rebeca por instinto se sentó junto a Martín y le toma la mano.

 ⎯ Tranquilo, todo estará bien. Mi tío es un excelente doctor. Está en buenas manos.

 ⎯ Gracias Rebi. ⎯ dice y se da cuenta que ella aún lo sostiene.⎯ No sé cómo les voy a pagar por todo esto.

 ⎯ Lo importante ahora es pensar en que tu madre se recupere, no pienses en otra cosa.

 ⎯ Bueno, hablemos de por qué estuviste llorando. ⎯ dice y ella lo mira sorprendida. ⎯ Tus ojos están hinchados.

 ⎯Mejor cambiemos de tema.⎯ juega con su ropa para evitar mirarlo a los ojos.

 ⎯ ¡Cobarde!

 ⎯ Yo no soy cobarde, estaba llorando por…

En ese momento el doctor sale de la habitación y encuentra a su sobrina, sentada en el suelo con el chico de la mano y levanta su ceja asombrado.

 ⎯ Rebeca, ¿qué haces aquí?

 ⎯ Tío.⎯ la chica se levanta y abraza con cariño al hombre.⎯ Estoy acompañando a un amigo.

 ⎯ De acuerdo.

 ⎯ ¿Qué tiene mi mamá?

 ⎯ Muchacho, tu madre necesita una intervención quirúrgica, su apéndice es una bomba de tiempo, así que ya mismo la prepararemos para ir al quirófano.

 ⎯¿Va a estar bien? ¿No se va a morir como mi papá? ⎯ pregunta Alan angustiado.

 ⎯ Calma, ella va a estar bien.⎯ Martín lo abraza y mira suplicante al doctor.

 ⎯ Muchachos, les prometo que haré todo lo posible para aliviar el dolor de su madre. La intervención puede tardar unas horas. Mejor vayan a casa a descansar.

 ⎯ No se preocupe doctor esperaremos en el pasillo.⎯ responde Martín.

 ⎯ Está bien.

Rita es trasladada en la camilla hasta el quirófano y los muchachos alcanzan a darle un beso en la frente, al menos su temperatura estaba normal gracias a la medicación.

Pasaban los minutos y los chicos caminaban de un lado a otro, hasta que los padres de Rebeca aparecieron y les dicen

 ⎯ Muchachos, ya están todos los papeles firmados. Así que no deben preocuparse por nada.

 ⎯ Muchas gracias señor. Es usted un ángel.

 ⎯ De nada.

 ⎯ Hija.⎯ habla Verónica.⎯ Debemos ir a casa, mañana tenemos que trabajar temprano.

 ⎯ Mamá, prefiero quedarme con los chicos

 ⎯ Está bien, ten dinero para un taxi. Apenas salga Rita de la operación te quiero en casa.

 ⎯ Sí mamá.

 ⎯ Rebeca ve con tus padres, nosotros estamos bien.⎯ interviene Martín para evitar que ella tenga problemas..

 ⎯ ¡Nada de eso, yo me quedo y fin de la discusión!

 ⎯ Como quieras.⎯ él se va a sentar a un asiento que está desocupado.

Alan se despide de los señores con un fuerte abrazo y se va sentar junto a su hermano, mientras Rebeca habla con sus padres y luego se va al baño de damas. Alan no pierde la oportunidad de sacarle información a su hermano.

 ⎯ En verdad te gusta esa chica.⎯ comenta como si nada, mientras se ata los cordones.⎯ Con razón estás feliz con tu nueva escuela.⎯ bromea.

 ⎯ Apenas nos conocimos ayer.

 ⎯ Sí, pero le prestaste tu moto. Eso solo lo harías si realmente te gusta. Ni siquiera me quieres enseñar andar en tu moto y eso que soy tu hermano preferido.

 ⎯ ¡Alan, ya cállate! Era una emergencia. Además eres mi único hermano, no puedo elegir otro.

 ⎯ Pero esa chica te gusta, es ruda como tú.

Martín miró a Rebeca de reojo mientras salía del baño y pensó que tal vez su hermano estaba en lo cierto y esa chica le gustaba más de lo que podía admitir. Pero ¿será posible que en tan poco tiempo pueda gustarle alguien?

 Él se levanta y va a caminar por los pasillos, ahora se siente inquieto, no puede dejar de pensar en la loca idea que le metió su hermanito en la cabeza. Hasta que está mirando por el ventanal y siente que alguien lo abraza por detrás de su cintura, el olor a fresas le llega hasta sus fosas nasales y suspira.

 ⎯ ¡Tranquilo pervertido, todo está bien!

 ⎯ Rebi, no me gusta que me llames así. Ya te pedí disculpas.

 ⎯ Lo sé, pero si te peleo ya no piensas en tu madre.⎯  ella sonríe al ver como él se gira.

 ⎯ Tienes razón, eres una peleadora.

No sabe porque pero tenerla tan cerca y al sentirse tan vulnerable Martín acercó su cuerpo al de ella y unió sus labios, y así le robo su primer beso real.