Maite es una chica de quince años que se enfrenta a una dura decisión, dejar a su sobrino en un orfanato, o cuidarlo como si fuera su hijo.
Un incidente con una cartera haría que su vida cambie de un día para otro, provocando no solo una nueva oportunidad de trabajo para que mejorar su condición de vida, al igual que el niño que la llama mamá, sino que también hará que cruce caminos con un hombre que tiene mucho que ver con él.
No obstante, sus personalidades y formas de ser son tan opuestas que el llevarse bien será algo difícil.
¿Podrá surgir al más allá que solo la conexión que los une con respecto a su hijo?
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Capitulo 6
Las cartas pronto llegan y todos ordenan, algunos platillos están en francés, Patricia le recomienda a Maite un platillo, y está al no saber que elegir pide eso.
— Maite, ¿hablas el idioma del amor? — Pregunta Hugo sorprendido y con una gran sonrisa.
— Lo estoy aprendiendo.
— Vas muy bien. Yo sé hablar francés, si quieres te doy lecciones privadas.
— No gracias. Ya tengo una profesora.
— Hugo, deja de ligar con la asistente, mejor explícale a mi hermana las condiciones que puse para dar el permiso. — Expresa David un poco molesto.
— La tienes justo al lado. Dile tu mismo. — Hugo está más concentrado en llamar la atención de Maite.
— Hugo, no me hagas perder la paciencia. — David le pone una mala cara, Hugo da un suspiro y empieza a explicar lo que David quiere.
— No estoy de acuerdo con eso. Yo cerré este negocio, y tú te quieres adueñar del 50%. Ni siquiera cómo broma lo aceptaría.
— Necesitas mi permiso para realizar esté proyecto, si no lo apruebo no habrá nada para ti. Ni un mugroso 50%.
— Es increíble hasta dónde llega tu estúpida avaricia.
— Es eso. Tómalo o déjalo. — David se pone firme, Patricia se siente acorralada.
— Bien. Lo dejamos. — Responde Maite. David la voltea a ver fijamente.
— ¿Qué dijiste?
— Qué si no lo desea no firmé, usted también será perjudicado, hasta dónde se, necesita dinero para la remodelación de sus bares, quiere el 50% para que no gaste dinero de sus cuentas personales. Pero si esté proyecto no se realiza usted gastará lo que tanto aprecia. Y no creo que le guste. Podemos ofrecerle un 20% de las ganancias, pero no más.
— ¿De dónde sacaste a está mediocre? — Pregunta David con su tono molestó habitual.
— No llames mediocre a la mujer que te acaba de poner en tu lugar. — Responde Patricia. — Ahora querido hermano, dime qué decisión tomaste.
— Lo pensaré. — Responde el y se levanta de la mesa. — Se me quitó el hambre. Hugo vámonos.
— Con permiso bellas damas. Maite, fue un placer conocerte. — Le da un beso al dorso de su mano.
— Igualmente. — Responde ella. Una vez que los caballeros se van Patricia se ríe.
— Gracias Maite.
— No me agradezca a mi. Fue Norma la que me dijo lo que decía decir.
— ¿Así que Norma hizo un plan?
— Si.
— No importa. Vamos a disfrutar la comida. — Patricia le resta importancia.
Maite y Patricia terminan de cenar y vuelve a la casa, al llegar cada una se va a su habitación. Maite ve a su hijo durmiendo al lado de Leandro, se ven tan tiernos que ella por un momento se pregunta que fue del verdadero padre de Daniel. Se pregunta si hubiera cambiado de opinión al conocer a ese angelito.
Ella no puede conocer esa respuesta, pues ni siquiera sabe quién es el hombre que embarazo a su hermana.
— ¿Maite, ya regresaste? — Leandro se despierta.
— Buenas noches señor. Gracias por cuidar de mi hijo.
— No hay problema. — Leandro se levanta y se va a su habitación. Patricia se está poniendo una pijama y al verlo le pregunta cómo le fue con su sobrino.
— Es un niño muy lindo. No parece hijo de tu hermano. — Responde Leandro.
— Pero si parece hijo de Maite.
— Tiene más de ella que de el. Gracias a Dios.
— ¿Dices que ella es linda?
— ¿Estoy oliendo celos? — Leandro atrapa a Patricia en sus brazos y la besa.
— No. Yo sé que sólo tienes ojos para mí.
— Y siempre será así. A menos que me cambies por otro.
— Nunca te cambiaría por nadie. Eres el amor de mi vida.
— ¿Aunque sea estéril?
— Eso no me importa. Te dije que podíamos adoptar. Y ahora que encontré a mi sobrino tener hijos es lo que menos me importa. — Leandro sonríe.
— ¿Y cuándo nos casaremos por la iglesia?
— Sabes que soy atea.
— Cásate conmigo por la iglesia. Así tendremos una union eterna.
— Lo pensare.
— Piensas mejor cuando tenemos sexo. ¿Quieres un poco?
— ¿Cómo puedo decir que no?
....
Al día siguiente Maite se levanta a las 5:00 de la mañana para practicar su inglés, no le gusta que el maestro la regañé y como se perdió su práctica por la cena, debe recuperar el tiempo perdido. Luego de practicar una hora se pone a revisar los correos que tiene. Así se le pasa otra hora y luego se baña. Despierta a su hijo y lo arregla para la escuela. Abajo se encuentran con Leandro que viene regresando de correr.
— Buenos días Maite. Buenos días Dani.
— Buenos días señor. — Saluda ella.
— Buenos días tío. ¿Salió a correr? — Pregunta Daniel.
— Si Dani. ¿Ya listo para la escuela?
— Falta mucho, pero mi mamá me dice que esté listo para no molestar a otros.
— Maite tu hijo no molesta a nadie. — Leandro la mira con gentileza, ella sonríe y asiente.
— Gracias.
— Me voy a bañar, los alcanzo en el comedor. — Leandro se va a su habitación y Maite baja con su hijo.
— Mami, el tío Leandro es muy bueno.
— Si. Lo sé.
— ¿Mi papá era cómo el? — Maite se siente impotente, pues ella odia al padre de Daniel sin conocerlo. Pero no le quiere decir eso a su pequeño hijo.
— Si. Tu padre era un gran hombre.