Stalker

...Toma previsiones para todo lo que sientas que saldrá mal, antes de que un día ocurra el peor de los escenarios....

— Levi, ¿Piensas alguna vez en que quizás había otra solución para esto?

— No tiene sentido pensar en eso. ¿Qué hubieras hecho tú?

— ...

— Desde hace rato dejé de pensar en lo que habría pasado una vez que ya tomé una decisión.

— ¿Eres de los que resuelve los problemas conforme aparecen en tu vida?

— Preferiría no tener problemas en la vida.

...Pero si te encuentras con el diablo, sólo te queda correr, o pelear. Yo decidí pelear, pelear a mi manera....

— ¿¡Levi!?

Fué lo último que escuché al salir de la casa de Mónica. Supongo que recuperó la lucidez momentáneamente. Pero aquella llamada no me dejó pensar en nada más.

Crow... Ese nombre no me sonaba de nada, pero este hombre sabía algo, y no podía dejar las cosas así.

Llamé a Erica.

— ¡Cara bonita! Sabía que me extrañabas.

— ¿Conoces a alguien llamado Crow?

— Hmm... No, no me suena de nada. Oye, no me dejaste terminar de...

Colgué.

Me daba cuenta más y más de que Erica era simplemente una niña malcriada encaprichada por algún motivo.

Lo malo de amenazar a alguien con la muerte y luego dejarlo vivir, es que la vida empieza a verse como algo que puedes perder fácilmente.

Si así iba a ser, no tenía caso temerle a un destino seguro.

Subí a mi auto y empecé a pensar en qué haría.

Sentí ira. Sentí ira por no haber hecho nada cuando Erica me amenazó. Por no hacer nada cuando la policía me trató como un loco cuando les estaba pidiendo ayuda. Por estar a merced de una sociópata y no hacer nada más que esperar.

Nadie más que yo mismo iba a ayudarme. Resignarme a caer en el terreno de los demás no me había ayudado.

Ahora yo también iba a tomar partido. Ahora yo también iba a actuar.

11:12 P.M

Se acabó la hora de los deseos.

Llegué a casa y acaricié a Reno.

No sé si por el efecto del alcohol, no sé si por la rabia que sentía. No sé si estaba empezando a normalizar lo bizarro de la muerte en mi vida, o si buscaba perder la vida con la muerte que me había sido ofrecida. Pero empecé a dejar de esperar a que los demás decidieran el rumbo de mi tiempo.

Entré a la laptop y empecé a buscar.

Busqué el nombre de Crow. Nada relevante

Busqué relatos de asesinatos recientes. Nada que fuera parecido a Erica.

Llamé al número de Crow.

Me atendió una mujer.

— Buenas noches, actualmente no estamos trabajando, pero si necesita contratar nuestros servicios, puedo agendarle una cita.

No era una operadora, era una persona real.

— Necesito hablar con Crow.

— Disculpe, no está disponible actualmente.

— Dígale que lo llama Levi.

— ... Deme un segundo.

Pasó un minuto más o menos, y luego la mujer volvió.

— El señor Crow lo atenderá de inmediato, permanezca en la línea.

— Muchas gracias.

— Gracias a usted, señor Levi.

Se escuchó el corte de la línea, y cómo esta fué transferida a una nueva llamada.

— Habla Crow.

— Soy Levi. Me habías llamado en mal momento.

— ¡Levi! Claro que sí — Se escuchó como si se hubiera recostado de algún lado.

— Me pediste que te diera información, ¿no es así?

— Sí, eso es correcto. ¿Estás libre mañana? Me gustaría algo de tu tiempo.

— Estoy libre ahora.

— ...

— No me malinterpretes, pero no tengo demasiado tiempo libre y aún menos descanso.

— Comprendo. A tu teléfono llegará una dirección, allí podré atenderte de forma más cómoda.

— Allí estaré.

Colgué la llamada y cerré la laptop. Acaricié a Reno que me veía mientras movía la cola.

— ¿En qué momento llegamos a esto, amigo? — Le dije mientras me ponía las patas sobre una pierna.

Mi teléfono sonó. Era un número desconocido, diferente al que había llamado.

Soy Crow. Esta es la dirección.

Había una ubicación de Maps. Observé a Reno, besé su frente, llené su plato de comida y salí nuevamente.

Decidí dejar mi auto y tomar un taxi. Le dí la dirección al hombre y este me advirtió. Por lo visto la zona era peligrosa, estaba en el borde de la ciudad.

Ignoré la advertencia y mientras observaba las luces de la ciudad, estas fueron desapareciendo, para dar lugar a una zona mucho menos iluminada, mucho más lúgubre y cuyos edificios estaban corroídos por el paso del tiempo.

— Llegamos. No realizo viajes en esta zona, así que ten cuidado, no puedo volver a buscarte.

— Está bien, gracias.

El taxi arrancó y empezó a llover. Había tardado mucho, desde temprano el clima auguraba la lluvia.

Metí las manos en los bolsillos de mi chaqueta y entré al establecimiento. Parecía un local sencillo, había una mujer en el despacho, presumo que era la misma que atendió la llamada.

— Buenas noches. ¿Tiene cita?

— Sí, vengo a ver a Crow.

— ¿Es usted el señor Levi?

— Así es.

La chica me miró de arriba a abajo y se acercó a mí desde el escritorio.

— ¿Puedo darte un consejo?

— ¿Hmm? ¿Pasa algo?

— Pareces joven. Muy joven. Te ves como un niño. Y creo que este no es exactamente un buen lugar para alguien como tú. No te confundas. Pero hay ciertas ayudas que no son tan necesarias.

— Supongo que entenderé a lo que te refieres cuando ya sea muy tarde entonces.

La chica sonrió y presionó un botón en el escritorio.

— El señor Levi se encuentra en el despacho.

Esperó un momento y una luz roja pasó a iluminarse de verde.

— Señor Levi, puede pasar por la segunda puerta a la derecha.

— Gracias.

La chica me sonrió y siguió tecleando en una computadora.

Caminé hasta el pasillo, había muchas puertas y toqué en la segunda a la derecha.

— Adelante — Dijo un hombre desde dentro, era Crow.

Pasé y resultó ser una especie de oficina. Sentado tras un escritorio había un hombre de traje, con una barba tupida y el cabello perfectamente peinado.

— Buenas noches — Dije.

— Buenas noches, señor Levi. ¿Fumas? — Me ofreció un cigarro.

— No, gracias — Aceptar cosas a extraños ya me había dejado una muy mala experiencia.

— Supongo que no le molestará que yo sí.

Hice un gesto de darle poca importancia a lo que el hombre dijo y este encendió aquel cigarrillo.

— Bienvenido a Albatros, señor Levi — Dijo el hombre mientras fumaba.

— ¿Qué es Albatros?

— Albatros... Es sólo una idea, en lo que a tí respecta.

— Últimamente las ideas ajenas se han vuelto peligrosas — Dije, y me senté frente a aquel hombre.

— Ah, ni me lo digas — Rió y subió las cejas — Bien, entonces, aquí estamos.

— ¿Cómo sabes mi nombre?

— Mi trabajo es saber cosas de los demás. Soy como un investigador privado, si lo quieres ver así — Dijo haciendo ademanes con el cigarrillo en su mano.

Hubo un silencio entre ambos, silencio que se llenaba con el ruido de las gotas de agua en el techo.

— Bien — Siguió diciendo — Entonces, tengo entendido que recientemente hiciste un llamado a la policía, y la policía no creyó en tu historia.

— Así es.

— Tengo interés en tu historia, Levi.

— ¿Por qué?

— Porque puede que no estés tan loco.

— Nadie dijo que lo estuviera.

— Es lo que la policía creyó.

— ¿Eres policía?

— Muy bien, muy bien — Sonrió Crow — No tenemos que ponernos así, somos adultos, puedo ayudarte si me ayudas, Levi.

— No pedí ayuda, tampoco pedí que nadie investigara mi vida, ni que me tomara como loco o cuerdo.

Observé a aquel hombre sin muchos ánimos.

— No me tomes a mal, pero sólo quiero resolver el misterio tras tu historia.

— No me tomes a mal tampoco, pero sólo quiero saber por qué un hombre que no conozco está indagando en mi vida para resolver un misterio sobre el cual no se tiene base o sentido. Nadie encontró nada, nadie supo nada más, entonces, ¿Por qué tanto interés, señor Crow?

— Ah... Chico, perspicaz.

Me miró con los ojos entrecerrados y apagó el cigarrillo, abrió un gabinete y me entregó una carpeta.

— En esta carpeta — Siguió hablando — Está parte de mi trabajo, estoy investigando una serie de asesinatos que ocurrieron sin rastro del asesino. Todos los puntos están dispersos, no parece haber relación entre ellos, pero, desde tu llamada a la policía, empezaron a ocurrir cosas insólitas.

Abrí la carpeta. Todas eran imágenes de hombres muertos. Desmembrados, desangrados, tiroteados.

— ¿Cosas como qué? — Pregunté mientras veía todas las imágenes, entre ellas, pude reconocer al hombre de la discoteca.

— Pues... Respondió Crow — De pasar a no dejar ni rastro de su existencia, el asesino pasó a esto — Metió la mano en el bolsillo de su traje.

Me entregó una última foto.

Era mi jean, el jean roto que usé el día del antro. Lo dejé en el alambre de púas mientras huía. Le habían tomado una foto.

No me había detenido a pensar en eso.

Tragué saliva.

— ¿Es un pantalón? — Pregunté, desviando la atención.

— No es sólo un pantalón Levi — Metió nuevamente la mano en el bolsillo del traje — Mi trabajo es saber cosas de la vida de las personas, y...

El hombre sacó un arma y me apuntó al abdomen.

— Mi trabajo me hace averiguar cosas, cosas como que ese, es tu pantalón.

Observé al hombre quien con una expresión seria me apuntaba, le dí un par de ojeadas a documentos en la carpeta, documentos que no entendí. Cerré la carpeta y me levanté frente a él.

12:45 A.M

Las gotas de lluvia se escuchaban caer sin parar.

Me acerqué a aquel hombre, suspiré de cansancio y lentamente puse mi mano sobre el arma y la subí de mi abdomen a mi cabeza.

— ¿Sabes algo Crow? — Lo miré a los ojos — Deberías apuntar a donde puedas matar de un disparo.