Crepúsculo De Alianzas

El sol se alzaba en el horizonte, pintando el cielo con tonos dorados y rosados mientras Elyssia subía con gracia sobre su semental negro. El caballo relinchó suavemente, como si pudiera sentir la tensión en el aire. A su lado, Lucien montaba con elegancia en su propio corcel, una sonrisa maliciosa curvando sus labios mientras observaba a Elyssia con ojos penetrantes.

—¿Estás lista para el viaje, Lady Elyssia? —preguntó Lucien, su voz suave pero cargada de significado.

Elyssia asintió, reprimiendo la incertidumbre que se agitaba en su interior. Sabía que este viaje marcaría el comienzo de una nueva etapa en su vida, una llena de desafíos y peligros desconocidos. Sin embargo, no podía permitirse mostrar debilidad frente a Lucien y su compañía.

—Estoy lista —respondió con determinación, ajustando las riendas de su caballo con manos firmes.

A su lado, se unió la hija de Lord Caledor, cuyo nombre era Alara. La joven elfa montaba con gracia, pero su mirada reflejaba una mezcla de temor y resignación. Elyssia le ofreció una sonrisa reconfortante, tratando de transmitirle un poco de fortaleza en medio de la adversidad.

Erik, el hijo menor de Thorgal, se veía incómodo montando a caballo. Acostumbrado a la libertad de correr en forma de lobo, la rigidez del caballo parecía restringirlo de alguna manera. Sin embargo, se mantuvo en silencio, con la mandíbula tensa y los ojos fijos en el horizonte.

Detrás de ellos, diez elfos esclavizados marchaban en silencio, sus rostros marcados por la resignación y la desesperación. Habían sido arrancados de sus hogares y obligados a servir a los intereses de la manada del norte, una realidad que pesaba sobre ellos con cada paso que daban.

Con un último vistazo al Valle de Lirien, Elyssia se preparó mentalmente para lo que vendría a continuación. No sabía qué destino les aguardaba en Nocturnia, pero estaba decidida a enfrentarlo con valentía y determinación. Con un chasquido de las riendas, partieron del valle, dejando atrás todo lo que una vez conocieron en busca de un futuro incierto.

El camino se extendía ante ellas, un sendero de tierra que se perdía en la distancia mientras los caballos avanzaban con paso firme. Elyssia podía sentir la tensión en el aire mientras cabalgaban, y el peso de la responsabilidad pesaba sobre sus hombros como una losa.

—¿Estás bien, Lady Elyssia? —preguntó Alara con una nota de preocupación en su voz.

Elyssia forzó una sonrisa, tratando de disipar la angustia que se acumulaba en su pecho.

—Estoy bien, Alara. Solo un poco nerviosa por lo que nos espera en Nocturnia —respondió, tratando de mantener la calma en su voz.

Alara asintió comprensivamente, pero la preocupación no abandonó sus ojos.

—Entiendo. Pero debemos mantenernos fuertes y unidas. Solo así podremos enfrentar lo que sea que nos aguarde —dijo con determinación.

Elyssia asintió, agradecida por las palabras de ánimo de su compañera de viaje. Sin embargo, sabía que no sería fácil mantenerse fuerte en medio de la incertidumbre y la hostilidad que enfrentarían en Nocturnia.

Mientras cabalgaban, Elyssia podía sentir los ojos de los elfos esclavizados clavados en ella, llenos de resentimiento y desprecio. Sabía que muchos de ellos la culpaban por su situación, creyendo que estaba entregando a su pueblo por una corona de vampiro. El peso de su mirada era casi tangible, como si estuvieran perforando su alma con acusaciones silenciosas.

Alara pareció notar la tensión que rodeaba a Elyssia y suspiró con pesar.

—Lo siento, Lady Elyssia. Sé que no es fácil para ti llevar el peso de esta carga —dijo con compasión.

Elyssia asintió, agradecida por la comprensión de su amiga.

—Gracias, Alara. Es difícil, pero debemos seguir adelante. No podemos permitir que el miedo y la duda nos paralicen —respondió, tratando de infundir un poco de esperanza en sus palabras.

Sin embargo, en lo más profundo de su corazón, Elyssia sabía que el camino por delante sería arduo y lleno de desafíos. Solo esperaba tener la fuerza y la determinación para enfrentar lo que sea que el destino les deparara en Nocturnia.

Mientras Elyssia y Alara compartían sus preocupaciones, Lucien y Erik se encontraban inmersos en su propia conversación, apartados del resto del grupo. Erik, con una mirada ansiosa, se dirigió a Lucien con determinación.

—He cumplido con mi parte del trato, Lucien. He evitado la guerra contra Evergreen y he asegurado el valle de Lirien para la manada del norte. Ahora quiero lo que me prometieron: ser el Alfa de la manada —dijo Erik, su voz firme y decidida.

Lucien, con una sonrisa enigmática, respondió con calma.

—Paciencia, joven lobo. Todo a su debido tiempo. Ahora nuestro enfoque debe estar en consolidar el matrimonio entre Damien y Lady Elyssia. Una vez que eso esté asegurado, tu posición como futuro líder será indiscutible. Pero por ahora, lo más importante es el éxito de nuestro príncipe —explicó, transmitiendo confianza y seguridad.

Erik frunció el ceño, claramente preocupado por su futuro y la incertidumbre que rodeaba sus ambiciones.

—Pero, ¿qué pasa si no soy útil? —preguntó, su voz temblando ligeramente por la ansiedad.

Lucien dejó escapar una risa suave, pero llena de malicia, mientras clavaba su mirada en Erik con una intensidad que lo hizo estremecer.

—No te preocupes, joven lobo. Siempre hay maneras de ser útil para Nocturnia. Pero aquellos que ya no sirven a nuestros intereses… bueno, digamos que no tienen un futuro muy prometedor —respondió, su tono lleno de amenaza velada.

Erik tragó saliva, comprendiendo claramente el mensaje implícito en las palabras de Lucien. Sabía que no podía permitirse fallar en su misión, no solo por su ambición personal, sino también por su propia seguridad.

Con esa advertencia resonando en su mente, Erik asintió en silencio, resignado a seguir adelante con los planes de Nocturnia, sin importar cuáles fueran las consecuencias.