La Otra Cara Del Placer [Duele Amar - II]

...DAPHNE...

En silencio, recorro los rincones del lujoso y espacioso departamento. Dudo si fue un error venir aquí. En medio de la incertidumbre, diviso de repente un retrato sobre una mesita que reconozco al instante.

—Si te sientes exhausta puedes darte una ducha —me recomienda Nolan, saliendo del baño con una toalla rodeando su cadera.

Yo por mi parte, sigo concentrada en la fotografía de mi madre que no tenía idea que Nolan conservaba.

—¿Por qué tienes esto? —cuestiono con cierto resentimiento.

—Me gusta sentir que nuestra madre está conmigo de vez en cuando, pero si te gusta la foto puedes quedártela…

—No me interesa nada que tenga que ver con esa mujer —espeto, volteando a verlo—. Buscaré un trabajo lo antes posible para no estorbarte. Esta será la primera y última noche que dormiré en este departamento.

—No hay necesidad de que trabajes, con lo que gano puedo mantenerte. Aquí tienes un techo, me tienes a mí…

—Recuerda esto, Nolan: Estoy aquí por tu insistencia de ayudarme y por la simple posibilidad de que Dusan haya mandado a sus hombres a buscarme con el fin de que regrese a su casa, por nada más.

—¿Por qué tienes que ser tan terca, mujer? Nadie consigue trabajo en un día. Si te vas no tendrás con qué sustentarte. Piénsalo mejor, viviendo conmigo Dusan no te encontrará.

—Así tenga que volver a mi vida de prostituta huiré de ti, no sea que otra vez me maldigas vendiéndome a otro depravado golpeador de mujeres.

—¿Otra vez con el mismo tema? Ya te expliqué cómo acontecieron los hechos —me toma del brazo, apretándome—. Mi intención nunca fue que acabaras en un burdel.

Y aquí vamos otra vez.

—Después de que nuestra madre muriera quise darte una buena vida, tal y como se lo prometí.

—¿Llamas buena vida al dinero que recibiste prostituyéndome? —río, irónica.

—¡¿Cuántas veces debo repetirte que te entregué a Dawson esperanzado en que ese maldito te ofrecería la operación que necesitabas para recuperar la vista?! ¡En ese entonces no tenía a nadie, Daphne, mi prioridad era tu bienestar y felicidad! ¡Era una imbécil y un ingenuo que depositó su confianza en un hombre al que nunca le interesamos!

Al liberar mi brazo, dio un paso atrás, sus ojos ardiendo en ira y coraje, mientras las lágrimas surcaban sus mejillas con desesperación.

—De saber que entregándote a ese hombre nuestras vidas cambiarían, jamás hubiera puesto un pie en esa maldita mansión.

—Es tarde para arrepentimientos, ¿no crees?

—Eres todo lo que tengo, eres lo más importante para mí, Daphne.

Ese discurso barato yo lo oí antes.

Con desinterés me meto en la cama, dándole la espalda. No quiero verlo ni escucharlo por ahora, no vaya a ser que le dé el gusto de verme llorar. Pero, mierda, tocar la misma herida ya cansa, ¿cuándo será el día que sane? Solo Dios sabe lo mucho que ruego por perdonarlo, pero simplemente no puedo.

...RAHAB...

Salí muy de mañana de casa, con el fin de resolver mis dudas. Guiándome con la dirección que me facilitó Andrew, terminé parando en una fundación que alberga a niños sin hogar. Cuando llegué, pregunté por el tal Aiden Leonardi y me informaron que era el director de la fundación, y ahora estoy aquí, en su oficina, esperando a que llegue tras un supuesto contratiempo. Ojalá este largo viaje no sea en vano.

—Buenas tardes —alzo los ojos, viendo al dichoso hombre entrar a la oficina, y sé que es él porque tiene el apellido Leonardi en su traje—. Disculpe por hacerla esperar. Me dijeron que solicitaba hablar conmigo.

Tras un corto estrechón de mano y una resumida presentación en la que solo dije mi nombre, nos sentamos uno frente al otro.

—¿Desea algo de tomar?

—No, se lo agradezco. Sinceramente no vine a robarle mucho tiempo.

—No siempre tengo el honor de tener gente nueva visitando esta fundación con el fin de adoptar a uno que otro niño necesitado de una familia. Estoy para servirle.

—No estoy aquí con el propósito de adoptar a ningún niño —aclaro, apenada—. Vine porque alguien me dijo que usted me podía ayudar.

—¿Ayudar? ¿En qué?

—Sé que años atrás se dedicaba a ser médico forense, como también sé que estuvo a cargo del caso de mi madre.

—¿Su madre? —pensativo rasca su barbilla—. Nunca había visto su cara, por lo tanto, no sabría decirle que sé quién es su madre. Cuénteme su problema y veremos si puedo ayudarla de alguna manera.

—No poseo muchos detalles que compartirle, lo poco que sé es que estaba a cargo de detectar la causa por la que mi madre murió. Su nombre era Karin Brunner.

Impactado, su rostro se tensa al instante, me mira fijamente con una seriedad gélida.

—¿Tú… eres hija de Dawson Lancaster?

Por el tono de voz y la expresión que utiliza para hablarme no sé si es correcto responder la verdad.

—Hágame el favor de retirarse, no tengo nada que hablar con usted —sin rastros del hombre amable de un principio, se levanta.

—¿Qué sucedió con mi madre? A juzgar por su mirada, sé que sabe quién es. ¿Por qué se niega a contarme lo que sucedió con ella?

—Yo no sé nada de esa señora. Ahora váyase.

—¿Acaso… mi padre lo amenazó? Le juro que si es eso él no se enterará, mi padre ni siquiera está al tanto de que estoy aquí.

—¿Quién le habló sobre mí? —cuestiona, ignorando todo lo anterior.

—Eso es lo de menos.

—Ya tuve muchos problemas en el pasado gracias a esa familia. Le pido que se retire.

—Es importante que yo sepa lo que mi padre me oculta detrás de la muerte de mi madre. Le suplico que me dé una respuesta, le juro que si me ayuda no volverá a ver mi cara.

Dudó en darme una respuesta y solo lo escuché reírse, una risa nerviosa que desapareció de inmediato, dejando mucho a la interpretación.

—Por la seguridad de mis niños, no vuelva a pisar esta fundación y evite malos ratos viniendo a verme. Y dígale a la persona que le habló de mí que no me involucre en sus juegos sucios.

Con esa actitud firme es obvio que no abrirá la boca. Fue una pérdida de tiempo venir.

De mi bolso saco un papel con mi número telefónico anotado, el mismo que dejo sobre el escritorio.

—Si cambia de opinión llámeme, se lo suplico.

Sin más, salí de ahí, decepcionada.

Ese hombre está ocultando algo, de eso no hay duda. Lo más razonable es pensar que está amenazado por mi padre.

...ANDREW...

—Si todo sale como lo planeado, más pronto de lo que pensamos haré de Rahab mi esposa.

Sonriente, le sirvo a Nolan una copa de vino.

—¿Y luego? —cuestiona.

—¿Luego? —me recuesto en el sillón, pensando detenidamente—. Luego mataré al malnacido de Dawson y me divorciaré de Rahab, le dejaré el camino libre para que haga con su vida lo que le plazca. En mis planes no está lastimarla a ella.

—¿Y dónde queda tu hermano? ¿Qué sucederá con Travis? ¿Estás consciente de que él sabe de tu alianza con Dawson y que no te lo va a perdonar?

—Su perdón se lo puede meter en el trasero. También tengo mis planes para Travis, pero por el momento no te diré nada. Quiero estar seguro de dar el segundo paso y no fallar en el intento, y para eso utilizaré a Rahab.

Examinar a Travis por años me ha ayudado a comprender cuáles son sus puntos débiles, por eso sé que sus días están contados y que su imperio se caerá a pedazos muy pronto. Por el momento no me puedo confiar, él es astuto y podría estropearlo todo en mi más mínimo error.

—¿Qué te tiene tan pensativo? —pregunto en cuanto noto la distracción de Nolan que no deja de mover la copa de vino de un lado a otro, me pone tenso.

—Mi hermana.

—¿Qué le pasa a tu hermana?

—Está viviendo conmigo.

—¿Qué? —me incorporo, sorprendido—. ¿No estaba viviendo en la mansión de Dusan?

—Dusan sorprendió a Daphne y a Travis besándose en casa de tu hermano, ella me lo contó. Si no fuera porque me la encontré huyendo de Dusan estaría sola y desamparada.

—¿Entonces qué es lo que te preocupa si la tienes contigo?

—Se niega a permanecer en mi departamento. Ayer me amenazó con irse hoy, pretende buscar trabajo. Sigue odiándome por lo que pasó, prefiere dormir en la calle con tal de no vivir bajo el mismo techo que yo.

Tuerzo una sonrisa en mis labios que se borra al voltear a verlo, decidido para una solución a su problema.

—Trae a tu hermana aquí, a mi casa, le daré un trabajo que no la decepcionará y con el que se adaptará rápido. Bajo mis cuidados no le faltará nada y podré protegerla.

—¿Hablas en serio? ¿Harías eso por mí?

—Eso y más. Eres mi mejor amigo, estoy para ayudarte.

Deja la copa vacía sobre la mesa y se pone de pie con una ancha sonrisa, se acerca, palmeando mi hombro en señal de agradecimiento, mientras me dedica una simple mirada llena de gratitud.

No, Nolan, esto lo hago por mí.

Aún recuerdo como si fuera ayer la primera vez que la vi, cómo esa mirada fundida en terror me observaba desde una esquina, su cuerpo tembloroso empapado en sudor, sus mejillas pálidas y cargadas de lágrimas, la angustia y la desesperación emanando de ella. Qué fascinante.

Será un placer volver a verte, Daphne.