Las animas un lugar de misterio dónde el amor surge sin esperarlo.
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capitulo 11
Leonardo no entendía el porque Janikua le causaba tanta ternura y muchas ganas de protegerla ese sentimiento no lo había tenido con Berenice. Janikua se sentía muy protegida al lado de Leonardo desde que había muerto la señorita Mercedes y su madre nadie se había preocupado por ella incluso sus hermanos la trataban mal, pero al lado de Leonardo encontraba una gran seguridad, los dos se fueron a sus respectivas habitaciones Janikua pensando en lo que le había dicho Leonardo y él pensando en lo hermosa que era ella y el porque de cubrirse el rostro era cierto que sus rasgos como el color de la piel era muy distinto a los de su raza, pero no era motivo para mantenerse oculta.
Todo en aquel lugar era un misterio, Leonardo no entendía como su abuelo había abandonado ese lugar, era hermoso aunque también era cierto que no tenía todas las comodidades de la ciudad, Leonardo se levantó muy temprano para revisar todo si ya había llegado el nuevo veterinario ya que debía revisar todos los animales, Janikua ya le había preparado el desayuno, Leonardo lo saboreo.
—Creo que si sigo comiendo de esta manera me voy a poner muy gordo —
Janikua solo sonrió ante aquel comentario.
—Te ves muy linda cuando sonríes —
Janikua sintió un gran alegría y una calidez en su corazón, cada vez que veía a Leonardo sentía algo que ella misma no podía explicar quizá era amor, Janikua se sentía muy poca cosa pues toda su vida su padre la hizo sentir de esa manera, era cierto que también la sociedad pues las mujeres eran tratadas como simples objetos.
Después de una larga jornada de trabajo Leonardo recorrió la hacienda, dentro de ella descubrió una parte del río donde estaba solitario, como hacía mucho calor decidió meterse al agua para refrescarse.
Janikua había terminado los quehaceres de la casa, extrañaba ir al río así que decidió ir, le quedaba cerca de la hacienda siempre que les llevaba de comer a su padre y hermanos se metía a nadar pues ese lugar era muy solitario más se llevó una gran sorpresa cuando vio a Leonardo completamente desnudo, ella sabía que estaba mal lo que estaba haciendo sin embargo no podía dejar de verlo, ella jamás había visto un hombre desnudo y Leonardo le pareció tan bello, ella comenzó a sentir algo raro en sus partes íntimas era una especie de deseó, un calor extraño, justo cuando iba a dar un paso puso una rama.
Leonardo estaba muy tranquilo nadando cuando escucho un ruido pero al voltear no vio nada.
Janikua al sentirse descubierta huyó, se fue corriendo a la hacienda como si miles de demonios la perseguían, ya por la noche llegó Leonardo, Janikua ya había preparado la cena, pero al servirla no podía mirar a los ojos a Leonardo se sentía muy culpable y hasta avergonzada, su actitud no lado desapercibida por Leonardo que inmediatamente pregunto: —¿Qué es lo que te sucede?, te veo algo rara —
—No es nada amo —
—Cuantas veces te tengo que decir que no me digas así —
—Lo siento señor —
—Bueno creo que está mejor —
Janikua al verlo recordaba como lo había visto en la tarde, su imagen desnuda seguía muy presente en su mente.
Por un largo rato los dos estuvieron platicando, Janikua le contó algunas leyendas de su pueblo, mientras que Leonardo las escuchaba con atención, en esas historias estaban llenas de misticismo, supersticiones entre otras cosas.
Después cada uno se fue a la habitación, era la media noche cuando los dos escucharon el llanto de un bebé y después el de una mujer, el llanto de aquella mujer era escalofriante tanto que los dos se pararon para ver lo que estaba pasando, ellos se encontraron en el pasillo.
—¿Lo escuchaste? — preguntó él.
—Si, el llanto de esa mujer hizo que la piel se me pudiera chinita — dijo Janikua mientras le mostraba su brazo.