Lo que empezó como una noche de copas y diversión termina por unir los destinos de dos personas con vidas completamente opuestas.
Marcos Ashford es un hombre frió, arrogante y calculador, acostumbrado a tener todo a sus pies.
Miranda Gonzales es una chica amable y extrovertida que no tiene miedo a divertirse.
¿Podrán ambos sobrellevar las adversidades y abrirse paso al amor?
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No eres mi jefe ni mi dueño
—Si yo soy una oportunista usted es una completa demente— Ya había tenido suficiente de ese lugar. No veía razón alguna para que yo me quedara. —Y de gracias a este bebé porque si no, le haría pagar muy caro esa bofetada que me dio— Estaba por marcharme pero Marcos me detuvo.
—Ashford quítate de en medio.
—Cálmate un poco, ¿Si? ponerte así no le hace nada bien al bebé.
—Entonces deberías ponerle límites a esa mujer, porque yo no voy a quedarme de brazos cruzados mientras ella dice y hace lo que quiera conmigo— No se lo permití a mis padres, mucho menos a esta mujer.
—Hablaré con ella, ya verás. Lo que más quiero es que llevemos la fiesta en paz hasta que todo esto termine— Asentí y lo vi como volvía a acercarse a su madre y esta lo recibía también con una cachetada. Saben qué, tal vez ese debería ser su apodo "Señora Cachetadas" se le da de lujo.
—No puedo creer que crié un hijo tan inútil y ni creas que reconoceré a ese bastardo como mi nieto.
—Daniela por favor, escucha a nuestro hijo. Él está tratando de hacer las cosas bien.
—No, no voy a escucharlo. No pienso escucharlo mientras siga con la idea de casarse con esa mujer.
—Tu deberías estar feliz. Nuestro hijo al fin se casará y formará una familia, no veo el problema— Su padre me agrada un poco, parece el más sensato de los dos.
—El problema es esa mujercita, Harold. Yo sería la mujer más feliz del mundo si esta noticia él me la hubiese dado acompañado por Pamela, por ejemplo. Ella si es una muchacha hermosa, inteligente, educada y sobre todo, es de una familia respetable.
—Ya estuvo bueno de tus tonterías, mamá. Voy a casarme con Miranda ya sea que quieras o no— Se acercó y me tomó de la mano largándonos de ese lugar infernal enseguida y se lo agradecí mucho. Su madre es una completa tortura.
Detrás de esa mujer elegante y recatada se esconde un completo monstruo incapaz de controlarse.
—Te llevaré a tu casa.
—No te preocupes, puedo irme sola en un taxi.
—No te pregunte si podía llevarte, voy a hacerlo.
—Y yo ya te dije que me iré en un taxi— Llevamos unas pocas horas comprometido y ya se cree con derechos de imponer su voluntad sobre mí.
—No dejaré que vayas en un taxi con mi hijo. Puede ser peligroso.
—¿Peligroso para mi o para tu orgullo?
—Miranda, hoy me he enfrentado a un sin número de cosas, ¿Por favor podrías subir al auto?
—Bien, pero primero deberías entender una cosa, Ashford— Me acerqué a él y con mi dedo índice le di unos golpecitos en su pecho. —Tu no eres ni mi jefe ni mi dueño. Así que por favor deja de tratarme como si aún siguiera siendo tu secretaria que debe cumplir tus órdenes al pie de la letra. Soy la madre de tu hijo, así que tratame como tal.