TENTACIÓN...

Tal como lo tengo planeado en mi cabeza llego a casa y rápidamente me quito la ropa para tomar un baño, esta vez va a ser solo una ducha rápida para poder refrescarme y sacarme el peso del trabajo. Mi mente funciona a mil por hora, voy a encontrarme en un hotel con Gabriel, mi marido ha salido con amigos y me ha dicho que no vuelve ¿Qué podría salir mal? Esa pregunta resuena en mi cabeza a cada momento. Pero lo más importante de todo es que yo voy dispuesta a todo en esta cita, demasiado arriesgada y demasiado lanzada, características que no son propias de mí, pero hay algo en mi interior que me empuja a hacerlo, una fuerza que jamás he sentido. Debo averiguar qué es, por qué con él y, especialmente, qué me sucede a mí.

Luego de la ducha me perfumo generosamente, busco un conjunto de lencería sexy, elijo un vestido largo y fresco, en tonos de grises, no es el más alegre pero sí resalta mi figura, calzo unas sandalias y me recojo el cabello en una cola de caballo, pero no me convence así es que la desarmo y lo dejo suelto. Me maquillo suavemente, no quiero verme exagerada. Cuando termino contemplo mi reflejo y me siento satisfecha. Cada vez estoy más nerviosa.

Termino de recoger algunas cosas que creo necesarias. No importa como vaya la cita, si funciona o no, si pasa algo o no, igualmente deberé dormir en esa habitación ya que no tendré en qué volver a casa.

Minutos antes de salir suena el teléfono fijo. Al contestar escucho a Gonzalo.

__¡Querida! Qué bueno que estés en casa ya.

__ Sí, cariño. ¿Como lo estás pasando?

__ Vamos de camino a un bar, hemos tomado un taxi.

__ Me alegro mucho que puedas salir a despejarte, lo necesitas.

__ Sí, es verdad... ¿Tú qué harás hoy?

__ ¿Yo?__ "Ir a encontrarme con un desconocido en un hotel y probablemente engañarte", pienso__ Nada, cariño voy a tomar un largo baño de inmersión, ver una película y descansar.

__ Me parece un gran plan, lo necesitas.

__ Sí, claro... __ digo nerviosa mirando el reloj, si no corto no alcanzaré el tren y estará todo perdido.

__ Vuelvo a llamarte antes de dormir, mi cielo.

__ ¡No! no es necesario, diviértete, deja de preocuparte por mí. Estaré bien.

__ ¿Pasa algo? Te noto nerviosa.

Diablos, se me nota, esto me está exasperando, debo pensar en algo que lo deje tranquilo y que lo convenza de no llamarme, menos al teléfono de casa.

__ No pasa nada querido, solo estoy cansada y quiero relajarme, si me llamas mientras estoy en la tina se cortará el ritual. Peor si interrumpes mi película, sabes cuánto odio tener que pausarla.

Gonzalo suelta una carcajada, me conoce y sabe que esas son cosas que me pondrían de muy mal humor.

__ Está bien querida, tienes razón. Igualmente te mandaré un mensaje y cuando puedas me respondes ¿De acuerdo?

__ Eso me parece perfecto. Diviértete, pásala bien. Mañana nos vemos.

__ Lo haré. Estamos por llegar. Adiós cariño, disfruta.

__ Adiós.

Justo a tiempo para correr a la estación, literalmente debo correr o no alcanzaré el tren.

Al llegar subo agitada al vagón y me siento en el lugar de siempre. Dios mio, ¿qué estoy haciendo? me invade la duda y mi nivel de estrés está alcanzando picos muy altos. ¿Qué pasa si Gabriel solo quiere aprovecharse de mí?... ¿Y si luego me chantajea por dinero? Peor aún ¿y si nunca salgo con vida de ese hotel? No, no, debo dejar de tener esos pensamientos tan oscuros. Me concentro en el camino para despejar mi cabeza.

Al llegar a la estación bajo del tren, aún faltan 20 minutos para la hora pactada por lo que camino tranquilamente.

En la puerta del hotel Vermon me detengo unos minutos y observo la fachada. No es un hotel cualquiera, la tarifa es bastante alta, está dentro del ranking de los mejores hoteles de la cuidad con sus 5 estrellas. Eso me tranquiliza aún más ya que no creo que Gabriel gaste tanto dinero en una habitación, que ha rentado por toda la semana, solo para matarme. Me río de mis pensamientos locos, respiro profundamente y entro.

La recepción es exquisita, delicada, digna de su categoría. En el mostrador está la recepcionista que me sonríe y me atiende con amabilidad. Le indico el número de habitación y me dice que me están esperando mientras me pasa la tarjeta de ingreso. Me sonrojo, ¿Sabrá ella que es un encuentro con mi amante? ¡Oh Dios! ¿Puedo catalogarlo así aún sin haber intimado? No lo sé, ya no es momento de dar marcha atrás, seguramente cuando termine la noche lo será... o no.

En el elevador me reviso en el espejo, solo un retoque a mi labial y estaré lista. El sonido indica que he llegado al tercer piso, vuelvo a respirar hondo mientras las puertas se abren. Al llegar a la habitación 345 dudo un momento, tengo la tarjeta de acceso en la mano pero me parece más prudente llamar a la puerta. Golpeo suavemente y espero.

Gabriel abre la puerta y su mirada cambia en el instante que me ve. Se ve tan hermoso, su pelo mojado cayendo en mechones sobre su frente, su camisa blanca con dos botones desprendidos y las mangas arremangadas dejando ver su piel dorada por el sol y esos ojos negros que me derriten.

Sonríe y me hace una seña con su brazo indicándome que pase. Sonrío de vuelta, bajo mi mirada y entro en la habitación.

__ Hola, hermosa__ Dice mientras se inclina para depositar un suave beso sobre mis labios.

__ Hola__ respondo con timidez.

__ Pasa, ponte cómoda, quiero mostrarte todo.

Es un lugar precioso, la decoración es en tonos marfiles con detalles en dorado, esperaba encontrar directamente una cama pero en su lugar hay una pequeña sala de estar con sillones y un espacio que parece un pequeño comedor, luego está la alcoba dónde sí se encuentra una cama gigante. El baño tiene un jacuzzi y una ducha escocesa, todo es muy delicado y se nota que quien lo diseñó es una persona con un gusto exquisito.

Luego de todo el recorrido y de dejar mis cosas, me lleva al comedor.

__ Podemos ordenar comida o podemos salir a cenar, si tú quieres.

__ Me parece mejor si comemos aquí.

__ Noté que te gusta el sushi...

__ Oh, es mi comida preferida en el mundo.__ Digo emocionada.

__ A pocas cuadras está el restaurante en el que compré la otra vez. Si quieres podemos ir a comprar y volver a comer aquí ¿Te parece?

__ Sí, sería genial.

Salimos de la habitación y bajamos hasta la salida del hotel.

Caminamos mientras él me cuenta que también ama el sushi y que siempre compra en ese restaurante.

De repente, miro al bar que está enfrente y mi corazón se detiene. Gonzalo está de perfil sentado junto a la ventana, bastaría un solo movimiento de su cabeza para que me vea. Quedo paralizada, no sé qué hacer.

Gabriel se detiene y me mira.

__ ¿Qué sucede?

__ Mi marido está en el bar cruzando la calle.

__ ¿Te ha visto?

__ No, pero lo hará en cualquier momento.

Gabriel toma mi mano y se pone él para el lado de la calle, tapándome tras su cuerpo.

__ Vamos, compremos rápido. Prometo que no te verá. ¿Cuál de ellos es?

__ El de camisa verde que está a la derecha.

__ No mires, yo te avisaré si voltea a ver hacia aquí.

Mi corazón bombea a mil por segundo. De todos los bares de la cuidad tenía que ser justo ese, de todos los restaurantes de la cuidad tenía que ser justo ese también.

Caminamos rápidamente, compramos y volvemos de la misma manera, yo escondida tras el cuerpo de Gabriel, quien para protegerme me abraza.

Una vez en la habitación suelto el llanto como una niña. Lloro por todo, la tensión, la angustia, la culpa, la vergüenza, el miedo.

Gabriel me abraza suavemente, me reconforta, respeta mis lágrimas y acompaña mi silencio.

¿Debo irme del hotel? Sería lo más sensato. Pero la voz en mi interior me dice que debo quedarme, después de todo nada malo ha pasado.