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Cruel Esposo Déjame Ir

Cruel Esposo Déjame Ir

Status: Terminada
Genre:Matrimonio arreglado / Síndrome de Estocolmo / Ascenso de clase social / Completas
Popularitas:5.4k
Nilai: 5
nombre de autor: Miry - C

Luisa escapó de un matrimonio arreglado, pero su prometido la encontró, la llevó de regreso a Grecia y la obligó a contraer matrimonio, sobre todo, a darle un hijo, porque de lo contrario, la herencia familiar pasaría a manos de fundaciones, y Francesco Nikolauo, no estaba dispuesto a perderla.
En un país que ya no siente suyo, encerrada en las cuatros paredes de una mansión, mientras su abuela está en el calabozo, Luisa le súplica a su cruel esposo, la dejé en libertad, pero él, firme en su posición le propone.
"Libertad a cambio de que seas mía, y me des un hijo".

NovelToon tiene autorización de Miry - C para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 2

—No, no tengo a nadie.

Eso era bueno, pensó. Así le sería fácil seducirla, embarazarla y luego, pues luego de tener a su hijo, eso se acabaría y la sacaría de su vida. Que fácil era, ¿no?

—Bien, ahora ve a cambiarte, que pronto llegará el abogado para leer el testamento.

—Ya estoy cambiada.

Francesco la miró. Ella vestía de traje como si fuera a trabajar. ¿Acaso no tenía ropa casual? ¿Por qué no usaba un hermoso vestido que delineara las curvas de ese cuerpo? Debía tener buenas curvas, quiso imaginarse la imagen de Luisa a través de las prendas, pero ella se alejó.

—Como no tiene más que decir, me voy.

—Ok, baja cuando llegue el abogado.

Este llegó pocos minutos después que Luisa se había retirado y se encerró en el despacho con Francesco.

—Tuve que modificarlo por si ella solicitara verlo. ¿Crees que se dé cuenta de que no es el verdadero?

—No lo creo, ella es un poco…

—¿Ignorante?

Francesco levantó la mirada y negó.

—Dejémoslo en ingenua. Además, no conoce la letra del abuelo, menos su firma. No sabe nada de mi abuelo. Será este el testamento que leerás omitiendo lo demás.

—Ya me lo has dicho más de un millón de veces.

—Decírtelo un millón ciento uno no estaría de más.

Se levantaron y, a paso firme, salieron del despacho. Francesco solicitó a la empleada que llamara a Luisa. Ella bajó junto a Alondra y se sentaron a escuchar la lectura del testamento, en el cual omitían varios puntos que Luisa no aceptaría.

Como tener un hijo con Francesco y vivir por siempre en Grecia. En caso de que el amor no surgiera, en medio de la separación, el pequeño quedaría bajo el cuidado de su padre, con opción a que la madre lo visitara, pero no podía sacarlo de Grecia sin el consentimiento del padre.

Tras la lectura del testamento, Luisa ni se dignó en pedirlo. Le bastaba con creer que ese hombre que su abuelo había dejado a cargo era fiel y leal a la voluntad. Y lo era, por eso, para llevar a cabo la última voluntad, tuvo que mentir en varios puntos, dándole tiempo a Francesco para que conquistara a Luisa y tuvieran ese heredero.

Por la noche, cenaron los tres. La mesa era demasiado grande. Francesco ocupó el lugar de su abuelo y Luisa y Alondra estaban en la otra esquina.

—Como escuchaste en la lectura, debes acompañarme a la presentación de la empresa. Ahí todos te conocerán como la nieta del abuelo. Estará la prensa; por primera vez saldrás en televisión.

—¿Por qué tengo que salir en televisión?

—Porque solo así sabrán que eres una Nikolauo, de lo contrario nadie te respetará.

—¿No basta con dar mi nombre?

—No, no basta. El abuelo lo quiso así —el difunto Nikolauo quería que se presentaran ante la sociedad como esposos, pero Francesco decidió omitir ese paso. ¿Cómo iba a presentar a esa mujer ante la sociedad como su esposa? Eso solo ahuyentaría a las mujeres que buscaban en él placer. Además, sería juzgado por tener una mujer simple como Luisa. Ni loco gritaría a los cuatro vientos que estaba casado. Eso sería como jubilarse, y para eso faltaba mucho. Además, ella no era ni de lejos la mujer de sus sueños. Definitivamente, Lyssa Makri no era su tipo.

Al día siguiente, Luisa y su abuela se prepararon para ir a la planta de fabricación de dispositivos médicos, para ser oficial su lazo con los Nikolauo. Al momento que salía de la habitación, Francesco la miró con los ojos achicados.

—¿Qué? —la miraba y eso le estaba poniendo nerviosa.

—Mi esposa no puede ser el patito feo —¡Le había dicho fea! —¿No tienes algo mejor?

—¿Qué tiene mi ropa?

—Todo lo feo para una mujer —ingresó a la habitación, fue al vestidor, buscó entre las cosas de Luisa y no encontró ningún vestido. Todo lo que había ahí eran trajes como el que llevaba puesto.

—¿Qué cree que hace? —bramó desde la puerta del vestidor.

—Tu armario es un desastre. Vamos a tener que cambiarlo.

—¿Cambiarlo? —sacó el celular y realizó una llamada, ordenó a quien contestó que llevara ropa de dama a su casa. Luisa estaba más que ofendida por lo que ese hombre le estaba diciendo—. Usted no tiene derecho.

Francesco se acercó, provocando tensión en ella.

—Eres mi esposa, y desde ahora vestirás como la señora de Francesco Nikolauo debe vestir.

—¿Y cómo visten las señoras de Nikolauo, según usted?

—Vistiendo como una dama, no como un caballero —pasó dejando la exquisita fragancia en el aire.

Las empleadas de la boutique más glamorosa de dicha ciudad se hicieron presentes en la mansión Nikolauo, para ofrecerle las mejores prendas a la señorita Nikolauo. Luisa observaba las prendas. Eran muy hermosas, pero demasiado descaradas para ella. Luisa nunca había mostrado la mitad de sus piernas, menos sus brazos. Lo único que mostró fueron sus manos y el cuello con la cara. Eso ya porque no podía esconderlos.

Al ver que ella no hacía por elegir, Alessandro escogió unos vestidos para que se los midiera, pero ella no aceptó. Ese hombre quería cambiarla, pero a ella nadie la cambiaría. No entendía cuál era el propósito de que cambiara sus prendas si eso a la gente no le importaba.

Por un momento recordó cuando le compró ropa a Eliane. Las palabras que le dijo. Y era cierto, como te ven, te tratan.

Alondra miraba a su nieta, sabía que ella no usaría los vestidos tan cortos que Francesco le ofrecía, por ello se atrevió a agarrar una falda y una camisa que bien podían agradarle.

—Mira, están hermosas. ¿No quieres medírtelas? Solo pruébatelas; si no te gustan, no las compramos.

Era muy diferente que se lo pidieran de la mejor manera, como lo hacía su abuela, a que se lo exigieran como lo hizo Francesco.

Este se sentó a esperar que Luisa saliera. Estaba entretenido en su celular, leyendo los cientos de mensajes que tenía, cuando su reciente esposa salió. Lentamente fue levantando la mirada, posándola en esas piernas que brillaban. Acomodó las gafas y terminó subiendo la mirada hasta esos voluptuosos senos que se moldeaban con el ajuste de la blusa. Inconscientemente llevó la mano al nudo de su corbata y le hizo un ligero afloje.

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Karina Vazquez Gonzalez
una historia fascinante que desde el.primer capítulo nos llevaste ala imaginación de cada capítulo escritora muchas felicidades gran historia
Karina Vazquez Gonzalez
una historia que leí desde el.primer capítulo y esta llena de retos adversidades intrigas prejuicios emociones encontradas pero sobre todo encontraron el amor verdadero puro..y supieron afrontar las consecuencias de sus actos para ser felices..
gran historia .muchas felicidades escritora
Gloriab Gimenez
Luisa sufre y el no la tiene encuenta para nada
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