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La Flor Del Imperio Raíces De Obediencia

La Flor Del Imperio Raíces De Obediencia

Status: Terminada
Genre:Yaoi / Posesivo / Dominación / Amor-odio / Enfermizo / Completas
Popularitas:3.3k
Nilai: 5
nombre de autor: Anonymous (S.D)

Lo llamaban la flor del imperio. Tan perfecto, tan puro, tan irremediablemente suyo.

No era libre. No lo había sido desde que sus ojos cruzaron con los del emperador. Él lo llamo "La Flor del Imperio" y desde entonces no volvió a caminar solo.

Rodeado de lujos, pero encadenado al deseo de un hombre que confundía amor con poder, belleza con pertenencia.

—Eres mío— susurró —. Mi flor. Mi único tesoro y nadie roba lo que es del Emperador.

NovelToon tiene autorización de Anonymous (S.D) para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

La Jaula de Oro

Eirian

—Llévalo a la Torre Lirio Negro y prepárenlo para la fiesta de esta noche —ordenó el emperador, sin siquiera volverse a mirarme.

Su voz fue clara, autoritaria, y en cuanto terminó de hablar, siguió caminando entre las columnas del palacio, perdiéndose entre la penumbra dorada como si se desvaneciera en el aire.

Me quedé inmóvil por un instante, paralizado. ¿La Torre Lirio Negro? ¿Una fiesta? ¿Qué demonios significaba todo eso?

No tuve tiempo para preguntar.

Dos sirvientes se acercaron a mí, sin alzar la vista, y me hicieron una reverencia breve y mecánica antes de indicarme que los siguiera. Sus túnicas eran del color de la tinta seca, y caminaban con pasos silenciosos como sombras entrenadas.

Recorrimos un sinfín de pasillos, todos más adornados que el anterior. Alfombras bordadas con hilos de plata, paredes cubiertas de frescos que narraban antiguas batallas, y candelabros de cristal colgando del techo como estrellas detenidas en el tiempo.

Finalmente, llegamos a una torre alejada del cuerpo principal del palacio. Alta, esbelta, rodeada de jardines oscuros donde crecían lirios de pétalos casi negros, tan bellos como inquietantes. Las escaleras de caracol parecían infinitas. El aire aquí era más frío, y el silencio más pesado.

Una vez en la cima, los sirvientes abrieron una puerta doble de madera oscura. Dentro, la habitación era extrañamente lujosa: el suelo de mármol, las cortinas de terciopelo granate, y en el centro, un ropero abierto con ropa fina… demasiada fina para alguien como yo.

Uno de los sirvientes habló por fin, con tono neutro:

—El agua para el baño ya está lista. Le recomendamos que se vista con lo dispuesto sobre la cama. El emperador desea que luzca... adecuado.

Tragué saliva.

No entendía nada. Y lo peor era que, en el fondo, empezaba a sospechar que no se trataba de un error.

—Lo dejamos para que pueda bañarse —murmuraron los sirvientes al unísono antes de inclinarse levemente y salir de la habitación.

Apenas la puerta se cerró tras ellos, me lancé hacia ella con desesperación. Mis manos temblorosas buscaron la manija, la empujé, la tiré, incluso la golpeé con el hombro. Nada. Era una puerta pesada, sólida, hecha para cerrarse desde fuera. Estaba encerrado.

—¡No puede ser! —murmuré, con el corazón latiendo en mi garganta.

Golpeé la puerta una vez más, más por frustración que por esperanza.

No hubo respuesta.

Me giré, respirando agitadamente. La habitación, con toda su belleza, ahora me parecía una jaula revestida de terciopelo. El vapor del baño ya comenzaba a filtrarse desde una puerta lateral entreabierta, perfumando el aire con esencias florales que no lograban tranquilizarme.

Caminé hasta la ventana. Estaba en lo alto. Muy en lo alto. Desde allí, las torres del palacio parecían aún más vastas y frías, y el jardín de lirios negros parecía una pintura distante. No había forma de bajar sin romperme el cuello.

Me dejé caer sobre una silla junto a la cama, sintiendo un nudo en la garganta.

—¿Qué quiere de mí...? —susurré al vacío.

El emperador me había encerrado. Me había llamado Flor del Imperio, como si fuera suyo. Y ahora... esperaba que me alistara para una fiesta.

Una parte de mí quería gritar. Otra, tenía miedo de lo que pasaría si lo hacía.

Me acerqué a la cama con el ceño fruncido. Encima de las sábanas, perfectamente dobladas, había varias prendas. Tardé unos segundos en procesar lo que estaba viendo.

Vestidos.

No túnicas unisex. No ropa de ceremonia masculina.

Vestidos.

De seda, de encaje, con perlas diminutas cosidas a mano y bordados tan delicados que parecía que respiraban. Unos eran largos y fluidos, otros ceñidos a la cintura, todos con escotes diseñados para resaltar algo que no tenía intención de mostrar. Algunos incluso llevaban transparencias. El más sencillo era de color marfil, con mangas acampanadas y una cinta de terciopelo negro para amarrar en la espalda.

Me quedé ahí, de pie, mirándolos como si fueran una amenaza.

—Esto tiene que ser una broma —dije, sin voz.

Pero no lo era. Nada en este lugar lo era.

Me dirigí al ropero, con la esperanza de que fuera solo una parte del guardarropa. Lo abrí de golpe.

Más vestidos. Cajas con zapatos de tacón bajo. Guantes de encaje. Diademas. Ninguna prenda que pudiera considerar neutral. Todo había sido escogido con intención.

—¿Qué es lo que quiere de mí? —murmuré, sintiendo un ardor en la garganta.

¿Pretendía ridiculizarme frente a la corte? ¿Mostrarme como un trofeo exótico? ¿O era simplemente otra forma de afirmar su poder sobre mí, de recordarme que no tenía voz ni decisión?

El vapor del baño seguía saliendo, cálido y acogedor. Me sentía sucio, confuso, atrapado.

Caminé hacia el baño con pasos lentos. Me miré en el espejo empañado.

Tenía que decidir: ¿obedecer y enfrentar la humillación en silencio, o resistirme y arriesgar quién sabe qué castigo?

Pero una cosa era segura: el emperador me quería vestido... como su flor.

Entré a la tina. El agua caliente me envolvió como un suspiro antiguo, y por un momento, sentí que el mundo se deshacía a mi alrededor. Mis músculos se aflojaron lentamente, y mi respiración, por fin, se volvió profunda y tranquila.

Allí, en medio del vapor y el silencio, pude pensar.

¿Qué quería de mí el emperador? ¿Qué buscaba al encerrar a un desconocido, al vestirlo como si fuera una muñeca de porcelana?

No encontré respuestas. Solo más preguntas.

Salí del baño cuando el agua ya comenzaba a enfriarse. Me puse una bata de lino suave, demasiado elegante para mi gusto, y regresé a la habitación. El vestido seguía ahí, como una amenaza vestida de seda. Lo tomé con brusquedad y lo arrojé al suelo.

—No voy a ponerme eso —murmuré entre dientes.

Me dejé caer en la cama. Las sábanas olían a lavanda y algo más... algo dulce, como una flor desconocida. Cerré los ojos.

No iba a ir a la fiesta. No con un vestido. No como su adorno.

Si el emperador pensaba que podía jugar conmigo como una pieza más en su corte, tendría que aprender que incluso las flores pueden tener espinas.

Con ese pensamiento en mente, me dejé arrastrar por el cansancio. Me envolvió como un manto pesado, y sin darme cuenta, caí en un sueño profundo.

Cuando desperté, la luz de la lámpara junto a la cama era tenue, y el aire olía a flores cálidas y a algo más... a presencia.

Lo vi.

El emperador estaba sentado a un lado de la cama, con una mano apoyada en mi muslo, acariciándolo con una tranquilidad que me heló la sangre.

—¡Aléjate de mí! —grité, incorporándome de golpe, con el corazón latiendo con furia.

Él sonrió. Una sonrisa tranquila, casi divertida.

—Mi flor, ¿por qué aún no estás listo? La fiesta está por empezar.

—No iré a tu estúpida fiesta —espeté—. No vestido así.

Sus ojos dorados brillaron con algo que no supe descifrar. Se subió a la cama con un movimiento ágil, y antes de que pudiera reaccionar, tomó mi tobillo y me jaló hacia él. Quedé atrapado debajo de su cuerpo, respirando rápido, como un animal acorralado.

—Eres mi hermosa flor —susurró, acariciando mi mejilla con una suavidad cruel—. Y mi flor solo puede vestirse con cosas bonitas.

Sus dedos se cerraron alrededor de mi rostro, apretando mi mejilla con fuerza. No dolía solo por fuera.

—Te espero en la fiesta —dijo, su tono teñido de una amenaza que no necesitaba más palabras—. Las sirvientas vendrán a arreglarte.

Se bajó de la cama con la misma gracia con la que había entrado, y caminó hacia la puerta. Antes de salir, se volvió a mirarme una vez más. Sus ojos ardían como el sol... y dejaban cenizas.

La puerta se cerró tras él.

Y yo... no sabía si temblaba de rabia o de miedo.

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♓️Izabell🍀
yo también por favor 🙏.💔
Flor Romero
la novela no ha sido bonita es cruel y poco creíble, no hay quien resista tanto
Candelaria Melian Garcia
pues me encantaría una segunda parte y sobre todo si la reencarna ya que se merece ser feliz y que el niño ponga en su lugar al emperador gracias por la novela /Heart/
Mily \♥️/
Muy lindoo, aunque llore mientras lo leía, me dejó con una sensación pero aún espero que el hijo se vengeee, ese emperador merecee todo tipo de venganza 😭😡
Mily \♥️/
yo estoy de acuerdo!!! quieroo venganzaaaa 💔😡
Mily \♥️/
😭😭😭😭
Mily \♥️/
aaaaaa 😭😭💔
Guisela Yupanqui Ramirez
a mí igual ae que reencarne y se vengue
Julii ♥️
Si por favor
Julii ♥️
Estas bien demente ya mandenlo a dormir
Angelica Gil
porfabor aslo telo pido 😭
nairoby rodriguez
pues a mí me parece muy bien si haces la segunda temporada..
nairoby rodriguez: la espero con ansias
total 1 replies
Angelica Gil
😐😐 Nooo como que murió yo tenia la fe que ocuriria que rencarnara o que el árbol fuera mágico y lo tegresara a la vida y el pudiera alfin ser libre y feliz
Mily \♥️/: yoo quiero que el hijo se vengeee😡😡 lo vengeeeee
Anonymous: Perdón me gustan los finales trágicos y más novelas con mucho drama y romance oscuro, estoy pensando hacer segudan temporada con la historia del hijo y unas sorpresas más 🫣🫣🫣🫣, pero aún lo estoy pensando
total 2 replies
Julii ♥️
Bienvenido a tu jaula de oro
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