Arabela, una joven tranquila, vive su adolescencia como una etapa de experiencias intensas e indescifrables.
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CAP 2. ESTA SENSACIÓN
Dos semanas pasaron. Rebeca no me volvió a dirigirme la palabra, se empezó a juntar con las peladitas del grupo. En el receso se ponían a jugar semana inglesa con los carita del salón. Una fiesta de hormonas. Al parecer eso le encantaba: Descubrir a qué saben las personas, los hombres en específico. Su amiga Claudia, me hacía señas para que me uniera a su juego cuando me veía sentada en la jardinera, analizando su forma de disfrutar la vida. Claro que le ignoraba.
Quizá eso me faltaba: "disfrutar un poco más la vida" como dice papá. ¿Cómo se hace eso? si siento un hueco enorme cuando escucho el nombre de mamá en mis propios labios. Ojalá que donde esté disfrute de su vida. No tengo idea si en donde está la haya.
—¡Arabela! ¡Únete! No seas aburrida —grito Claudia.
Rebeca me miró. Era la primera vez en dos semanas que me regalaba una mirada, ¿me regalaba? ¿Pues qué era mi cumpleaños o qué?, me daba igual si me veía o no. Me levanté de la jardinera y me fui a las otras canchas.
Claudia se la pasaba molestándome no sé qué le había hecho para que todo el tiempo quisiera burlarse de mí incluyéndome en sus jueguitos tontos, no le hablaba, no le dirijía la palabra, ni siquiera trataba de notarla, pero estaba ahí, siempre, insistiendo en sacarme de mis casillas y después fue secundada por Rebeca. Si tan solo la hubiera dejado sentarse conmigo, quizá no sería amiga de una chava insoportable como Claudia. ¿De qué hablas, Arabela?, ¿a ti qué más te da?
—¡Ya llegué! —el sábado fui a ver cómo jugaba el equipo femenino en el deportivo.
—¡Qué bueno que ya estás aquí Citlali! —escuché decir a papá cuando me quité los audífonos de chícharo y la música se escuchó cada vez más lejana.
—¡Por qué! —exclamé acercándomehasta él.
—Tenemos visita. Miré nuestro pequeño comedor ocupado por Rebeca y una señora.
—Vinieron a buscarte. El otro día me encontré a la mamá de Rebeca cerca del mercado, nos reconocimos de cuando las fuimos a inscribir. Me contó que Rebeca le había confesado que se le estaban complicando algunas materias y que tú eras buena en ellas.
Las miré de nuevo y luego a él.
—Ajá.
—Vas a ayudar a Rebeca con sus dudas.
¿Dudas? ¿yo ayudar?, ¿quién me ayuda a mí? También tengo una infinidad de dudas, incógnitas y no por eso voy con otras personas a tratar de que me salven.
—¿De acuerdo? —preguntó papá con semblante serio y luego le sonriò a la mamá de Rebeca.
Asentí sin ninguna expresión en mi cara y observé a Rebeca inmutable, sosteniendo mi mirada.
¿Por qué quería volver a hablarme? La traté mal. La alejé, ¿qué no olió el desprecio?, huele a rata muerta.
—Vuelvo por ti a las 6 p.m ¿Sí? —aviso la mamá de Rebeca.
Ella asintió.
—¿Se va a quedar hoy? —le susurré a papá cuando Rebeca se despide de su mamá en la puerta.
—Sí y no te portes grosera, esa niña necesita amigas, su mamá me dijo que se acaba de cambiar este año.
—Pero ella no... —intenté decir.
Papá me observó de pies a cabeza.
—No te hagas del rogar, a ti también te hacen falta amigas —y se fue, me dejó sola con ella. Parecía su niñera, por eso no tenía niñas ni niños a mi cargo, eran un fastidio. Quizá si hubiera tenido un hermano o de pérdida una hermana sería más considerada con mis compañeras.
Voté mis cosas sobre mi cama y arrimé una mesita a la orilla para poder sentarnos ahí.
—¿Cuáles son tus dudas? —Rebeca no me dejaba de mirar—. ¿De qué materia? —seguía sin responder.
—Bueno, ¿tengo algo en la cara?
—Ah, lo siento —sacó sus cuadernos de Química y en Español.
—¿Español?—pregunté asombrada.
—Sí, la gramática no es lo mío, puedo escribir y lo que tú quieras, pero saber la regla de eso está en chino.
—Bien, bien.
Rebeca abrió su libreta de Español y me explicó que se le complicaban las acentuaciones en esdrújulas y graves. Le expliqué un poco y luego le dejé unos ejercicios.
—Oye, tú no tienes muchas amigas, ¿no? —lanzó la pregunta sin dejar de escribir en su libreta.
—¿Eso a qué a qué viene? —dejé de revisar mis tareas pendientes.
—Simple curiosidad.
—Eres muy curiosa, ¿no?
—Algo, ¿puedo seguir curioseando?
—Inténtalo.
—Y ¿tienes novio?
La miré.
—¿Para qué quieres saber?
—Nunca quieres jugar semana inglesa y besarte con algunos chavos, ¿al menos has besado a alguien?
Frunci el seño.
—A ti qué te importa —reclame.
—Lo siento, no quería oírme como una cínica.
—Así fue.
—Es que te me haces un poco misteriosa.
Me quedé en silencio.
—Tú...—me miró—, ¿alguna vez has sentido interés por una chica?
—¿Qué pregunta es esa? Deja de interrogarme, solo enséñame tus ejercicios —le arrebaté la libreta, y deslicé mi lápiz letra por letra, sílaba por sílaba, todas estaban bien.
—Dime, ¿qué viniste a hacer a mi casa? porque a regularizarte, no creo —azoté la libreta en frente de ella.
—Oye, tranquila.
—¡No! Todos los ejercicios están bien. Tú no tienes problemas de aprendizaje, lo que tienes es muy grande la lengua.
Me besó, así de la nada. Me tomó de las mejillas y lo hizo, ni siquiera me dejó apartarme porque me sostuvo la cara con fuerza. Su melena negra cubría parte de mis cabellos cafés.
La empujé por el pecho.
No miramos solo eso, sin reclamos, sin malas palabras y de nuevo lo hizo, pero esta vez yo la seguí.
¡Mierda! nunca había besado a alguien, ni a la pared, pero mis labios sabían cómo moverse, cómo acoplarse a los de ella, su piel sabía a café, no, a dulce de leche, a un delicioso dulce infinito. ¿le gustará mi forma de besar? ¿lo estaré haciendo bien? Ella había besado a varios en semana inglesa, estaba de más decir que tenía experiencia, yo solo me dejabas llevar, guiada por su forma de abrazar mi boca con la suya.
—Rebeca, ¿qué haces? —Yo no lo dije, lo dijo ella. Se levantó, recogió sus cuadernos y se despidió, la vi irse sin mover ni un pelo.
¿Qué fue todo eso?, acababa de dar mi primer beso, acababa de dar mi primer beso con una mujer. ¡Una mujer! Solo tengo 13, papá dice que aún no sé lo que quiero, pero por qué estaba segura de querer seguir besando a Rebeca, ¿por qué se sintió tan bien? Quedarme así como una estatua, eso deseaba, inmortalizando esa sensación de sus labios sumergiéndose en los míos, por favor que el tiempo no avance, que todo se pare, que nada crezca, que nada cambie, quiero seguir besándola toda mi vida.