Arabela es una adolescente que la mayor parte del tiempo se la pasa perdida en sus pensamientos, tratando de entender el interés que despertó en una de sus compañeras de salón, cuando antes de jugar botella ambas eran invisibles en la vida de la otra.
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CAP 2. SENSACIONES
Ahí estábamos las dos, descubriéndonos con la mirada. Su semblante audaz me hacía sentir como una oveja escapando del peligro. Las piernas me temblaban, pese a los escalofríos que recorrían mi columna, no le dejé ver mi temor, mostrando una actitud desafiante ante lo que tuviera que pasar.
En un instante sentí su mano acariciar mi mejilla, no puedo explicar la sensación de complacencia que percibí en mi sistema arterial. Con el sólo hecho de disfrutar su calidez me parecía conocerla de toda la vida. Acercaba su rostro pausadamente. Mi objetivo no había cambiado; seguían siendo sus labios. El momento había llegado, su boca se fusionó con la mía, llevándome a olvidar las miradas que alguna vez me incomodaron.
El minuto establecido comenzó a correr, la cuenta regresiva que las voces a nuestro alrededor pronunciaban fuerte me hacía presionarme, pero no dejé que eso me intimidara. Por primera vez, hice caso a lo que alguien me dijo tiempo atrás, decidí llevar a cabo el castigo tal y como lo habían planteado desde el inicio: cruzar los límites que existían entre su cuerpo y el mío. Me armé de valor y la tomé por la cintura con ambas manos. Al notar mi atrevimiento, ella no se quiso quedar atrás. Lo que no esperaba es que rebasara por mucho mi espontaneidad.
Mientras mis labios no dejaban los suyos noté su mano deslizarse de mi cara hacía mi cuello, Rebeca sabía lo que hacía, siguió su recorrido por un costado de mi pecho, llegando a mi espalda y por último la posicionó debajo del cinturón de mi pantalón. Yo estaba muy sorprendida de su entusiasmo por no querer dejarme ganar en ese juego de seducción. No podía rendirme. Fue así como el dichoso castigo se convirtió en una competencia de erotismo.
Los segundos se agotaban, pero las dos permanecimos. Mi siguiente paso parecía ser un poco extremo. Con una mano seguí tomándola por la cintura y con la otra llegué hasta su pecho. Admito que, para venir de mí, ese acto sobrepasó la imagen recatada que me habían creado, pero quiero dejar claro que esto no lo hice por simple competencia, su cuerpo presentaba una conexión que me animaba a seguir. Lo más extraño de todo fue darme cuenta de que Rebeca también lo sentía. Su movimiento final traspasó las barreras superficiales, fue alzando mi blusa para poder introducir su mano.
―¡Amigas!, el tiempo se acabó ―alguien exclamó de entre el barullo. La burbuja en la que estaba sumergida se rompió con el eco de aquella frase. La fantasía había terminado. Nuestros cuerpos se desconectaron, con calma abrimos los ojos y nos vimos frente a frente sin decir nada.
Después de un instante, lo que ocurrió entre nosotras ya formaba parte del pasado. Mis compañeros y compañeras siguieron el juego como si no hubiera ocurrido nada, el único que se mostró inconforme fue el novio de Rebeca, él tenía que entender que todo lo que pasó formaba parte de un juego, sólo un juego...que sin pensarlo me había dejado secuelas.
Una vez más la botella comenzó a girar, pero mis ganas de seguir se habían esfumado y junto a eso vino el deseo de querer salir de ese lugar.
―Lo siento tengo que ir al baño.
Tal vez unos pensarían que yo estaba huyendo, pero no era así, en verdad tenía esa necesidad. Así que mientras era observada por el grupito, me levanté y caminé hasta la puerta, dejando atrás toda esa tensión que me torturaba.
Después de salir de unos de los baños, con la mirada baja me dirigí al lavabo, abrí la llave y al sentir el agua deslizarse por mis palmas, alcé la vista. Cuando lo hice descubrí mi rostro de asombro reflejado en el espejo. La causa fue ver junto a mi imagen el cuerpo fino de la oscura Rebeca recargado sobre la pared de uno de los baños. ¿Cómo no la vi? Pensando un poco me percaté de que estaba a lado del baño del cual yo había salido, lo que me impidió verla justo cuando abrí la puerta. Rebeca me observaba en silencio. A pesar de que me sentía acosada por su mirada, traté de no hacerlo notar, fingí ignorarla y seguí enjabonándome.
Cuando terminé de lavar mis manos, arreglé un poco mi cabello. Tenía la intención de irme ya. Al querer darme la vuelta para llegar a la salida sentí su cuerpo detrás de mí. Otra vez, los escalofríos se hacían presentes. No sabía qué hacer, me quedé paralizada admirando su rostro en el espejo. Ella, con apenas una señal de sonrisa también me contemplaba por esa pantalla. De pronto, sus manos se acercaron a mi cintura, su acción repentina me hizo voltear el cuerpo contra la orilla del lavamanos. Rebeca dio un paso atrás, creí que se marcharía, pero no fue así, ella seguía ahí con la vista perdida por contados segundos, mientras yo esperaba con anhelo, sujetada con las dos manos en el borde de aquella superficie de concreto, a que alguien entrará y esa situación tan angustiosa terminara. Lástima que mi suerte no fue la mejor. Rebeca se acercó de nuevo con una sonrisa tan dulce y sensual que mis sentidos comenzaron a enloquecer, mis manos apretadas sudaban frío. Rebeca, pasó las suyas por los espacios que había entre mi torso y mis brazos, las recargó sobre el mismo espacio en las que se encontraban las mías quedando ambas en una especie de abrazo, lo único que lo diferenciaba de uno, fue que su rostro estaba demasiado cerca del mío. Rayos, sus labios me provocaban tanto, en ese momento quería gritar de emoción, no le daría el gusto, quería escapar, pero el acorralamiento de su cuerpo me lo impedía. Todo a nuestro alrededor era silencio. Éramos sólo ella y yo, dos completas desconocidas.