La dinastía Dickens ha estado viviendo con una maldición de procrear un solo heredero, pero no de cualquier persona. El final del hilo rojo de cada heredero de esta familia está conectada a alguien especial, que es destinada por los cielos, no importan los años que pasen, las situaciones en las que están, estás parejas se encontraran sin importar como. ¿Christopher será la clave para acabar con esta maldición que han tenido por casi 200 años? O ¿Sera el final de esta familia y su descendencia?
El hilo rojo conecta a todos aquellos que están destinados a estar juntos sin importar las circunstancias.
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Zapato sin tacón
Mi jefe tenía una reunión con un socio en otra ciudad, y nos quedaríamos tres días allí.
Cuando le comenté a mi mamá que estaría fuera, ella acepto encantada de cuidar a los trillizos.
"No has pensado en salir a conocer hombres," dijo.
"Pues, por el momento no. Tal vez más adelante," respondí con paciencia.
"Es que ya llevas mucho tiempo soltera, querida. Unos días fuera podría ser justo lo que necesitas para abrirte a nuevas oportunidades en el amor," sugirió.
"Lo sé, mamá. Pero ahora mismo mi trabajo y los niños ocupan todo mi tiempo," expliqué, intentando hacerle entender que mi vida era más que solo buscar pareja.
"Entiendo, pero no pierdes nada con intentarlo, ya que estaras alla, sin mis nietos, sal a divertirte" insistió ella, con esa terquedad.
Suspiré resignada, sabiendo que la conversación no terminaría ahí. "Lo pensaré, mamá," dije con firmeza, deseando cambiar de tema.
Terminé de preparar la cena y después continué trabajando, enfocándome en las tareas pendientes.
Antes de salir de casa, organicé mi equipaje y, dejé todo listo para que mi madre pudiera cuidar a los trillizos sin complicaciones.
Cargué las maletas en el auto y me dirigí al aeropuerto con la mente enfocada en el importante viaje que me esperaba. Sabía que encontrarme con el Sr. Benjamin allí marcaría el inicio de días intensos en Sídney, donde cerraríamos un acuerdo crucial para la empresa.
El vuelo fue rápido y tranquilo, y al llegar a mi departamento en Sídney, me sentí aliviada de poder descansar por fin.
Me senté en el sofá de cuero de mi apartamento temporal y observé la ciudad desde la ventana mientras revisaba de nuevos todos los detalles del contrato.
Tomé una ducha para relajarme antes de la cena, comía un ligero bocado, después de un rato me fui a dormir. Mi madre me prohibió llamarles, para preguntar como estaban, que, porque ese tiempo debía ocuparlo para conocer a hombres, solo le informe que había llegado bien.
A la mañana siguiente salí con un buen tiempo para encontrarme con mi jefe.
Salí de mi apartamento y camine porque la empresa con la iba a firmar mi jefe no estaba tan lejos.
“Demonios!, esto no me puede estar pasando, llegaré tarde” murmuré para mí misma, mientras observaba mi tacón roto.
“¿Está usted bien?” preguntó una voz masculina detrás de mí.
“Sí, gracias” respondí rápidamente, tratando de no distraerme más de lo necesario.
“Tome, puede que le queden grandes, pero no estará descalza mientras consigue unos zapatos” dijo él, extendiéndome un par de zapatillas deportivas.
“Gracias, pero no es necesario” respondí, reacia a aceptar ayuda de desconocidos.
“Se los estoy prestando, regrésemelos después” insistió él, con amabilidad.
“¿Cuál es su nombre?” pregunté, algo intrigada por su gesto.
“Jackson. ¿Y el suyo?” respondió él con una sonrisa que revelaba unos dientes perfectos.
“Quetzally” respondí.
“¿Quetzally? Bonito nombre” comentó él con sinceridad.
“Vaya, hasta que por fin alguien lo dice correctamente” pensé.
“Bueno, es un placer conocerla, señorita” dijo Jackson con cortesía, antes de alejarse.
Observé cómo se iba y chequé mi reloj y vi que faltaban solo 10 minutos para que la junta comenzara. Sin tiempo que perder, corrí hacia una boutique cercana y compré unos zapatos.
Salí de la boutique con las zapatillas deportivas en la bolsa y salí como alma que lleva el diablo hacia la empresa. El corazón me latía con fuerza por la adrenalina de la carrera.
"Esta es la clase de profesionalismo que demuestra...". El presidente me miraba con una expresión severa, sus palabras resonaban en la sala de conferencias. Sentí un nudo en la garganta mientras intentaba mantener la compostura.
"No está comprometida con su trabajo," continuó él, señalando mi falta de puntualidad como un reflejo de mi dedicación.
"Le dije que debíamos vernos 15 minutos antes de la reunión y usted llega faltando 3 minutos," reprochó, su tono dejando en claro su desaprobación.
"Discúlpeme, presidente," dije.
"Si la propuesta no es aceptada, usted está despedida, ¿entendido?" sentenció, con una frialdad que cortaba el aire.
"Si," respondí con voz firme, intentando mantener la dignidad ante la amenaza implícita.
“Sr. Payne, es un placer conocerlo en persona” dijo mi jefe con cortesía, extendiendo la mano hacia el hombre que podría convertirse en nuestro nuevo socio.
“El placer es mío” respondió el hombre con una sonrisa educada y aura de autoritarismo. Era Jackson, el mismo joven que minutos antes me había ayudado.
Observé atentamente mientras mi jefe presentaba su propuesta con meticulosidad, detallando cada aspecto importante sobre el combustible renovable. Jackson escuchaba con atención, pero no pude evitar notar sus gestos de desaprobación en ciertos puntos clave.
El ambiente se llenó de una tensión palpable, el silencio solo interrumpido por las voces de ambos hombres discutiendo los términos del acuerdo.
Por momentos, temí que Jackson rechazara la propuesta debido a las objeciones que parecía tener.
Mi corazón latía con fuerza mientras evaluaba las posibles repercusiones de un resultado negativo para nuestra empresa y por supuesto mi despido.
Finalmente, después de lo que pareció una eternidad de negociación tensa, Jackson asintió y extendió la mano hacia mi jefe en un gesto de acuerdo. El alivio me invadió mientras observaba cómo cerraban el trato con un apretón de manos firme.
Después de concluir el acuerdo con éxito, mi jefe me concedió el día libre y él se fue a celebrar la victoria.
“Presidente Payne” llamé a Jackson.
“Jackson, solo dime Jackson” contestó él con amabilidad, su expresión mostraba una genuina cordialidad.
“Tome, gracias por su ayuda” le dije entregándole la bolsa con sus tenis, y dentro de ella coloqué una manzana y una nota adicional de agradecimiento.
“No hay problema, nos vemos. Que tengas un buen día” me deseó él con una sonrisa cálida antes de continuar su camino y miré cómo se alejaba.
Salí a caminar por las calles, decidida a explorar y conocer mejor el lugar donde me encontraba. Mientras paseaba, aproveché para comprar algunos dulces locales que sabía Sofía, Félix y mi madre disfrutarían, menos a Christopher ya que no le gustaban las cosas dulces.
Observé con curiosidad cada uno de los edificios que me rodeaban, impresionada por la arquitectura única y moderna que caracterizaba la ciudad. Observe las noticias desde una gran televisión en la parte alta de un edificio de telecomunicaciones, donde las noticias se transmitían en vivo.
🖥ANOCHE EN UNO DE LOS APARTAMENTOS DE “BRINHKS” UNA MUJER DE UNOS 20 AÑOS QUE VIVÍA SOLA FUE BRUTALMENTE ASESINADA.
LA POLICÍA REVELO QUE ESTÁN INVESTIGANDO EL CASO Y LO RELACIONAN CON LOS ASESINATOS DEL “ASESINO DEL MEÑIQUE”🖥
El bullicio de la ciudad me envolvía mientras observaba el televisor.
“No puede ser, que ya hayan pasado años y aún no lo han atrapado” comentó una mujer, su voz cargada de preocupación y enojo.
“¿Quién será el desgraciado?” preguntó otra persona en medio de la multitud, donde las miradas se entrecruzaban en un mar de incredulidad y temor.
Las voces y preguntas se mezclaban en un murmullo inquietante entre la gente que observaba y comentaba sobre los horribles sucesos. El ambiente estaba tenso y lleno de incertidumbre, mientras se mencionaba que este era el tercer asesino en serie que había surgido en el país en casi dos décadas.