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Casada con el Tío de mi Ex: La Novia Reencarnada

Casada con el Tío de mi Ex: La Novia Reencarnada

Status: Terminada
Genre:CEO / Reencarnación / Enfermizo / Casada Con Mi Ex's Familiar / Completas
Popularitas:434
Nilai: 5
nombre de autor: Bruna Chaves

En su vida pasada, fue engañada por el hombre que amaba: falsamente acusada de adulterio el día de su boda, despojada de todas sus posesiones y llevada al suicidio por la traición de él y su amante.
Pero el destino le otorgó una segunda oportunidad: tres meses antes de aquella tragedia.

Decidida a cambiar su final, acepta el compromiso arreglado por su abuelo con un CEO en silla de ruedas, el mismo hombre que alguna vez rechazó y que fue humillado por todos a causa de ella.
Sin embargo, durante la ceremonia de compromiso, una revelación sacude a todos: él es el joven tío de su exprometido.

Esta vez, ella lo defiende, enfrenta las humillaciones y decide casarse con él, sin imaginar que aquel “inválido” oculta secretos oscuros y un plan de venganza cuidadosamente trazado.
Mientras ella lo protege de las burlas, él destruye en silencio a sus enemigos y le devuelve todo lo que le fue arrebatado.
Pero cuando la máscara caiga, ¿qué quedará entre ellos? ¿Gratitud, amor… o una nueva forma de traición?

NovelToon tiene autorización de Bruna Chaves para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 9

El día siguiente amaneció pesado. Los periódicos ya exhibían el titular:

"Escándalo: ejecutivo de la familia Prado es detenido por corrupción y filtración de información".

No citaban mi nombre ni el de Gael, pero todos sabían quién había tirado de las cuerdas. El efecto era calculado: Domenico y Adrian entendían que estábamos actuando, y que nadie era intocable.

En el desayuno, mi abuelo leyó la noticia en silencio, las gafas deslizándose hasta la punta de la nariz. Cuando levantó los ojos hacia mí, había un orgullo contenido que casi me hizo llorar.

—Me recuerdas a tu madre, niña —dijo, doblando el periódico con cuidado—. Pero cargas una dureza que ella no tenía. Ten cuidado de no perderte en eso.

Sus palabras resonaron mientras cruzaba el vestíbulo hasta encontrar a Gael, ya esperándome con ese aire de quien siempre sabe dónde necesita estar.

—Elias va a ceder —dijo, directo, entregándome una tableta—. Pasó la noche intentando negociar, ofreciendo versiones diferentes de la historia a cambio de inmunidad. Aún es útil.

Repasé los informes. Elias intentaba incriminar a nombres menores, empleados descartables, pero en el fondo todos los rastros llevaban al mismo lugar: Domenico Castellani.

—Él no es el blanco —respondí—. Es solo el primer eslabón de la cadena. Lo que necesitamos es exponer lo que Domenico hizo con nuestras empresas. Y más: necesitamos mostrar a la sociedad que Adrian no es solo un heredero perdido en juegos peligrosos. Él es parte activa de esto.

El brillo calculado en los ojos de Gael me respondió antes que las palabras.

—Quieres cortar la cadena de sangre.

Asentí.

—No sirve de nada derribar solo a Elias. Es preciso mostrar que el clan Castellani no es un imperio intocable.

Por la tarde, fuimos a la empresa de Gael. A diferencia del edificio frío y antiguo de mi familia, allí todo exhalaba modernidad. Vidrios reflejando la ciudad, corredores amplios, empleados bien entrenados que bajaban la cabeza al verlo pasar. Y aun en su silla, él emanaba una autoridad que nadie osaba cuestionar.

En su sala de reuniones particular, pantallas se encendieron al toque de un control remoto. Planillas, registros de transferencias internacionales, donaciones de fachada, contratos fraudulentos. Una muralla de datos que yo mal conseguía procesar sola.

—¿Cuánto tiempo llevas guardando todo esto? —pregunté, pasmada.

Él se inclinó hacia adelante, la sombra del lustre marcando sus rasgos.

—Años. Desde que “mi accidente” sucedió. Cada transacción, cada cómplice, cada prueba que podría devolverme el trono cuando llegara la hora.

Lo miré, el corazón acelerado.

—Entonces siempre lo supiste. Siempre planeaste.

—Siempre esperé —corrigió, serio—. Pero solo, tendría que destruir a todos de una vez. Tú me diste otra opción. Ir cortando, eslabón por eslabón.

La intensidad en su voz hizo que mi respiración fallara por un instante. No era solo estrategia: era personal. Domenico no solo me había traicionado en la otra vida, sino que había intentado matar a su propio hermano.

—El próximo es Adrian —murmuré—. Y no vamos a esperar que él haga el movimiento. Vamos a forzarlo.

Gael sonrió, lento, peligroso.

—Finalmente hablas como alguien que nació Castellani.

Por la noche, de vuelta a la mansión, me dejé estar sola en la biblioteca. El silencio era denso, quebrado solo por el crepitar de la madera en la chimenea. Tomé uno de los libros antiguos de la estantería, pero no conseguí leer. Mi mente solo volvía a la misma escena: el rostro de Adrian, lleno de furia, cuando me vio al lado de Gael.

La puerta rechinó, y sin percibirlo, mis labios se curvaron en una casi sonrisa. Era Gael. Él entró despacio, sin la habitual frialdad, trayendo una botella de vino.

—¿Necesitas algo para aplacar el peso del día? —preguntó, posando la botella sobre la mesa.

—¿Y tú? —repliqué—. Cargas un peso mayor que el mío.

Él se acercó, los ojos oscuros reflejando el fuego de la chimenea. Por un instante, no había guerra, no había venganza, solo la proximidad de dos sobrevivientes.

—Tal vez —dijo, bajito—. Pero por primera vez, no lo cargo solo.

La frase cayó sobre mí como una promesa peligrosa. Yo no podía permitirme sentir… pero en aquel momento, mientras el silencio de la biblioteca nos envolvía, percibí que mi guerra contra Adrian y Domenico comenzaba a confundirse con algo aún más arriesgado: la guerra contra lo que estaba naciendo entre mí y Gael.

Y en el fondo, yo sabía que no habría cómo salir ilesa.

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