Fui obligada a casarme con el CEO enmascarado y discapacitado por culpa de mi padre, quien en una apuesta me perdió.
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—12—
ELENA COEN
Al día siguiente me levanté temprano. Me alisté para salir a la tienda, me puse el mismo pantalón ya que no tenía mucha ropa que digamos, no estaba del todo convencida pero ahora tenía que pagar la renta del apartamento.
Recordé que aún no sacaba el papel que me dejó Dustin. Lo saqué y lo abrí.
*Te debo una disculpa, me gustaría invitarte a cenar, espero que aceptes. Me confirmas al número XXXX-XXXX*
¿En serio se quiere disculpar? ¿Una cena? Pero no entiendo, él me dijo cuando me dejó libre, que no dijera que lo conocía, ni que lo había visto. No entiendo. Además, yo no quiero llamar la atención cenando con él en un lugar público, y menos ir a la mansión y ver a ese viejo desgraciado.
Arrugué el papel y lo tiré en el sillón. Me fuí al trabajo caminando.
Cuando llegué a la tienda, Anthony tenía un ramo de tulipanes rojos en sus manos.
— El jefe te envía este ramo de tulipanes como bienvenida al trabajo y espera que continúes trabajando en la tienda.
— ¿En serio es para mí? Seguro que tú jefe siempre es así.
—Si. Nuestro jefe es así, tan dadivoso.
Tomé el ramo de tulipanes y lo puse en la mesa.
El día estuvo calmo, llegaron unos diez clientes más o menos. Pasé pensando en aquel sueño.
— No pienses tanto — Anthony me miró y subió una ceja— es malo pensar mucho las cosas, lo mejor es hacerlo y arrepentirse después.
— No pienso en nada o si, no lo sé. Anthony, ¿te puedo preguntar algo?
— Ya lo hiciste.
— Cómo te pregunto sin que lo mal entiendas. ¿Tú andarías, saldrías, aceptarías a una persona con discapacidad?
—¿Te refieres a ser pareja?
— No pareja. Es que no se cómo explicarte.
— Si me gusta ¿porque no? Creo que el amor es intangible. Importa más lo que sientes que lo que ves. Si a ti te gusta que lo demás te valga un tomate.
— ¿El amor es intangible? Y tú, ¿perdonarías a alguien que te hizo daño?
— ¿Qué te tiene así?
— Nada. Solo preguntaba por curiosidad.
Mi día de trabajo terminó. Es difícil tomar decisiones a esta edad, siento que me falta madurez.
Llegué al apartamento. Tomé el papel y lo leí de nuevo.
Yo soy la que debe pedir disculpas, te desprecié por tu apariencia física, y seguramente no tienes culpas de nada de lo que te pasó. Recordé las palabras de las monjitas.
Quiero pedir disculpas, pero no quiero ir a ningún lugar con él, tampoco quiero que él conozca donde vivo, y menos que su novia-prometida-esposa se moleste. ¿Y si solo dejo las cosas así?
Él no es un monstruo.
Le escribí un mensaje.
*Acepto tu disculpa*
*Me alegro, entonces aceptas cenar conmigo hoy*
*No, solo acepto tus disculpas. Ya no te preocupes por lo que pasó. Te deseo que seas feliz con la chica de la cartera*
*Insisto*
Me tiré boca abajo en la cama. Puse el celular a un lado. No voy a contestar.
Entró una llamada de él. Le colgué y le escribí un mensaje.
*No quiero que nadie nos vea, perdón pero tampoco quiero ir a tu casa...— escribía el mensaje y lo volvía a borrar— no hay necesidad de vernos más*
*Está bien*
¿Estoy siendo grosera? Hice un berrinche en mi cama. Maldita sea que mierd* siento. Las palabras de Anthony resonaron "Importa más lo que sientes que lo que ves. Si a ti te gusta que lo demás te valga un tomate".
Tomé el celular, por impulso, por confusión, por todos los pretextos del mundo y le escribí.
*Ven a mi apartamento. La dirección es X, a las 7:00 pm*
*Ahí estaré*
Me senté un rato en la cama.
Necesito calmarme. Entraron aquellas dudas, si él me lleva de regreso a su casa y si le dice a mi papá donde estoy, me hice miles de conjeturas.
No tenía mucho que hacer en la cena. Así que mientras cocinaba los espaguetis me metí a darme una ducha, se me olvidaron los espaguetis y se terminaron quemando. La casa olía a comida quemada. Todo era un desastre. Eran las 6:50 pm y no tenía nada listo.
Soy una torpe. Me senté un rato a mirar la hora. Lo llamé.
— No vengas.
— Estoy afuera— Colgué.
Abrí la puerta. Él estaba ahí, justo detrás de la puerta.
— Hola Elena— Tenía una cesta de fruta en sus piernas.
— Creo que debería irte. No tengo nada listo, se me quemó la cena, apenas salí del baño, no me he arreglado y el olor está por todos lados. Además, siento un poco de desconfianza. Mejor vete.
— Entonces, ¿me voy?, ya estoy acá. Podemos pedir algo por delivery.
Abrí la puerta. Él entró. Cerré la puerta y me fui a sentar en el sillón. Él se acercó y puso la cesta de frutas en el sillón.
— Antes que tú digas algo, yo quiero decirte algo— hablé antes que él dijera algo— Quiero disculparme por decir cosas groseras cuando vivía— pausé — en tu casa. Fui muy despectiva.
No dejaba de ver el piso.
— Está bien. Te disculpo. Soy un monstruo, esa es la verdad— Lo miré a la cara— Entiendo que te provoqué asco— Dustin se rió con tristeza — Solo quería pedirte disculpas por como mi padre te trató. Creo que eso era lo que iba a decirte.
— No me das asco, eso lo dije sin pensar. A veces me pregunto como eres sin la máscara. Perdón no quise decir eso.
— Yo también voy a decir algo sin querer— su mirada no la descifraba — o quiero hacer algo si me das el permiso.
Arrugué mi entrecejo.
— No entiendo.
Él se acercó hasta quedar de frente. Toqué su máscara, quise quitarla.
— No lo hagas. Creo que debo irme.
Dustin retrocedió con su silla y se dirigió a la puerta.
¿Qué acabo de hacer?
Me levanté y caminé de prisa a la puerta.
— Perdón. Fui muy... Tonta... no te vayas aún... siento curiosidad por ti....
Me acerqué a oler su cuello.
—¿Qué haces? — su voz parecía molesta, tal vez pensó que quería burlarme de él y quitarle la máscara.
No le respondí.
Tenía ganas de besarlo. Su mirada es hermosa. Aunque él lleve puesta una máscara, sus labios se ven lindos.
— No te acerques más, no se te olvide que soy hombre a pesar de todo.
¿Qué era esto que sentía? Su olor me atrae. Era como si mi cuerpo quisiera algo más.
Cerré mis ojos y pasé la punta de mi nariz en su nariz y rocé mis labios entreabiertos con sus labios. Lo besé suave. Dustin me tomó de la barbilla cuando me alejaba de sus labios y me besó, pero a diferencia de mi beso, el beso de él era intenso.
— Elena, tú me gustas— me alejé de su silla.
— Es hora de irte. Perdón, no debí besarte.
— Me gustas— él lo repitió de nuevo.
— Es hora de que te vayas.
— Está bien, me iré. La cena queda pendiente— él sonrió.
Abrí la puerta y él salió. Él llamó al chófer y yo entré.
Gracias Luna por una novela corta pero excelente te felicito que Dios te bendiga siempre 🫂😘🙏🇻🇪💐