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Guardian Deluxe

Guardian Deluxe

Status: En proceso
Genre:Romance / Aventura / Intrigante / Madre por contrato / Venganza de la protagonista / Supersistema
Popularitas:261
Nilai: 5
nombre de autor: John Ander Giraldo

En un mundo dominado por entidades poderosas, los humanos se han refugiado en colonias protegidas por los Guardianes Deluxe, seres dedicados a defender el imperio y luchar contra la vil tiranía. En una colonia particular, la princesa Meily busca expandir su reinado y mejorar sus tierras, luchando personalmente en el campo de batalla. Su ansiedad se disipa momentáneamente cuando un día encuentra a dos Guardianes Deluxe que cambiarán su vida para siempre.

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Rayo de esperanza

Tras el permiso de la monarca, los soldados liderados por Yeico, siendo un número de ocho en total, marcharon en busca de quien podría ser su salvación. Caminaron durante dos exhaustivas horas y media, notando que la maleza y el bosque habían cambiado hasta convertirse en un camino que ahora no era más que vegetación densa.

—La vida aquí parece ser inestable. Deberíamos volver antes de que perdamos el camino de regreso —dijo un soldado a su capitán, quien no parecía darse por vencido. Tomaron una pausa para descansar cerca de un arroyo, asegurándose de que no hubiera peligro cerca. Yeico tomó un comunicador para hablar con Meily. Este era un aparato cuadrado que cabía en la palma de su mano, con dos orificios verticales lado a lado y un botón en medio. Yeico, al tocar el botón, esperó a que su hermana contestara para decirle que no habían encontrado nada y que mejor optarían por volver y planear otra estrategia. Sin embargo, antes de que pudiera hacer nada, un soldado asustado se puso en alerta.

—¿Dónde está Edward? ¡Ya no está! —Todos se pusieron de pie y se dieron cuenta de que eran solo siete; efectivamente, su compañero había desaparecido. La última vez que lo vieron estaba sentado a escasos centímetros del agua, por lo que intuyeron que se lo habían llevado, silenciando todo sonido que pudiera emitir pidiendo auxilio.

Todos estaban asustados; Edward había desaparecido sin que se dieran cuenta, por lo que supieron que estaban siendo acechados.

—Esto fue una terrible idea —exclamó una soldado—. Los Vorus habían sido eliminados, pero era claro que volverían. Capitán, por favor, es mejor que volvamos mientras podamos.

—¡No! Si nos vamos nunca podremos avanzar. ¿No lo ven? Hemos estado sufriendo de temor y hambre, y hasta el momento solo hemos tenido suerte. ¿Cómo se supone que vamos a crecer si no somos capaces de avanzar ante tal amenaza? —exclamó Yeico, de pie, dando un discurso motivador tratando de calmar a los demás.

—No se separen, no podemos permitirnos más bajas... —pero su voz fue interrumpida por sus soldados, quienes le advirtieron que algo se avecinaba detrás de él. Rápidamente, Yeico volteó y vio cómo un Voru, parecido a una serpiente grande con cuatro ojos, piel roja y cuatro filosos colmillos, se abalanzaba a gran velocidad sobre él, dispuesto a devorárselo. Tan rápido como pudo, Yeico sacó su espada dispuesto a enfrentar al Voru, a pesar de que era mucho más grande. A pocos metros cara a cara con esa criatura, de repente, el Voru fue apartado por una fuerte patada en la cara que lo lanzó unos metros al costado de los demás soldados. Todos quedaron perplejos al notar la silueta de la persona que los había salvado.

Un chico alto con una camisa gris rasgada, pantalón desgastado y sin zapatos, cabello corto, lacio y grueso, yacía de pie frente a ellos. Yeico, aún en shock, trató de decir algo, pero aquella persona lo miró a los ojos y, sin que él se diera cuenta, tomó su espada y la empuñó. Yeico, tambaleándose, apenas reaccionó ante tal acción, y lo único que pasaba por su cabeza era que el chico lo iba a matar con su propia arma. Los demás soldados tomaron sus armas para atacar al desconocido, creyendo que se trataba de un enemigo.

—Yo no me movería si fuera ustedes —dijo el chico en un tono lo suficientemente alto para que todos lo oyeran mientras se dirigía a ellos. Al escucharlo, solo se quedaron estáticos. En ese instante, el primero en darse cuenta de a qué se refería el joven fue Yeico: era una advertencia por el Voru que justo se había levantado de nuevo, dispuesto a contraatacar.

Yeico observó cómo el chico caminaba hacia el Voru mientras sacaba de su ropa un pequeño saco. El chico lanzó el saco al suelo cerca del Voru, y de él se desprendió un olor horrible que cubrió a toda la criatura. Esta, irritada y confundida, quedó aturdida. Yeico concluyó que el Voru, al igual que las serpientes comunes, basaba sus sentidos en el olor y el rastro de calor. Sea lo que fuera que contenía esa bolsa, era una peste horrible que entorpecía el sentido del olfato del Voru. Mientras Yeico procesaba todo eso, notó cómo ágilmente el chico se lanzó encima de la criatura y le cortó la cabeza con la espada, dándole fin al Voru agonizante y salvando sus vidas. El chico volvió hacia Yeico y le devolvió la espada, agradeciéndole por prestársela. Aquel chico de ojos verdes que les había salvado la vida se marchaba.

—Espera, tú eres quien se deshizo de todos los Vorus de aquí, ¿no es así? ¿Quién eres? —exclamó un soldado, recuperado del shock.

—No me podría llevar todo el crédito; después de todo, mi hermano ha matado a varios de ellos también —respondió el chico mientras se detenía y volteaba a verlos de nuevo.

—¿Hermano? ¿Hay otro? —preguntó asombrado Yeico.

—Así es, él y yo somos imparables juntos. ¿No es así, Markel? —respondió el chico, alzando la mirada hacia los árboles, lo que hizo que todos dirigieran la vista hacia donde él veía, notando a otro chico con el cabello alborotado y un vestuario ligeramente similar.

—Te expusiste mucho otra vez, Aka —respondió con un tono burlesco el joven llamado Markel.

—Sí, pero ellos hubieran muerto de no haber intervenido, así que no estuvo tan mal. Bueno, ya vámonos —dijo el joven llamado Aka mientras se reunía con su hermano de un salto.

—Ah, sí, lamento lo de su amigo o compañero. No debieron estar cerca del agua; hay muchos Vorus que son sigilosos —les mencionó Aka, dándoles la espalda y sus condolencias por su camarada mientras se marchaban. En ese momento, Yeico les gritó para detenerlos.

—¡Esperen! ¿Ustedes son lo que creo que son? —Los dos hermanos, con duda y curiosidad, prestaron atención al soldado que se dirigió hacia ellos con desesperación.

—Ustedes son Guardians Deluxe, ¿estoy en lo correcto? —preguntó Yeico.

—Ese nombre... —pensó detenidamente Markel.

—Hace tiempo que no escucho ese nombre. Nuestra hermana mayor y Clayton una vez nos lo contaron. ¿Qué buscan? —preguntó Markel.

—Señor, saque el comunicador, deprisa —le avisó un soldado a Yeico.

—Ah, sí, se me había olvidado —Yeico sacó su comunicador y, al presionarlo, tomó la opción de encender y proyectar a una persona. Era Meily.

—Monarca, los hemos hallado, y no solo eso, resultaron ser Guardians Deluxe.

La monarca los vio y se quedó perpleja, al igual que los hermanos, quienes no habían tenido comunicación con esa tecnología desde hace tiempo, por lo que estaban en alerta ante cualquier comportamiento hostil. Meily se dirigió a ellos solicitándoles sus identificaciones. Por alguna razón que escapaba del entendimiento de Aka y Markel, ambos sintieron el deber de responderle.

—Mi nombre es Markel y él es mi hermano Aka. Ambos tenemos 18 años de edad —exclamó Markel, presentándose.

—No, sus identificaciones físicas. ¿Qué capital es dueño de ustedes? Esas identificaciones —preguntó confundida la monarca.

—¿Dueño de nosotros? Nadie es dueño de nosotros. Nos hemos criado en el bosque y la selva toda la vida hasta el día de hoy —exclamó Aka.

—No es cierto. Todos los Guardians Deluxe tienen que estar asociados a una capital. Sabiendo lo preciados que son para la vida humana, es imposible que dos de ellos hayan estado sueltos en las entrañas del profundo bosque. ¿Cómo han sobrevivido tanto tiempo? —preguntó Meily, con un tono analítico, comenzando a pensar que le estaban gastando una broma, pero luego descartó esa idea al no ser posible.

—Él usó una bolsa que burló los sentidos de un Voru, logrando eliminarlo en el acto —exclamó un soldado, refiriéndose a Aka.

—Al estar aquí, es probable que se hayan adaptado y usado todo a su disposición para crear herramientas y armas para poder defenderse y sobrevivir. Monarca Meily, es mejor que los llevemos a nuestra capital. No podemos desaprovechar esta oportunidad —exclamó otra soldado.

—¿Por qué confiaríamos en ustedes y los seguiríamos? Hasta donde hemos visto, no son capaces de defenderse de estas criaturas. No veo cómo nos pueda beneficiar acompañarlos. Una vez intentamos acercarnos a una civilización y lo único que obtuvimos fueron gritos de terror, indiferencia y hostilidad. Pensaron que éramos monstruos, ¿y ahora ustedes necesitan de nosotros? No lo aceptamos —exclamó Markel con firmeza, su desconfianza y molestia hacia los humanos eran evidentes. Aka permaneció en silencio a su lado.

—Por favor, vengan conmigo —elevó la voz Meily, llamando la atención de Aka y Markel.

—Lamento mucho lo que han pasado, pero les prometo que aquí no será lo mismo. Les daremos estadía y suministro de alimento a cambio de que se deshagan de los Vorus que nos acechan día tras día. Con ustedes dos, al menos podremos organizarnos mejor y solicitar más ayuda en la próxima asamblea de reyes.

Los hermanos guardaron silencio, sorprendidos no tanto por las palabras, sino por la presencia de Meily. Parecía tener una autoridad y valor que los impresionaba. Con voz temblorosa, Aka preguntó:

—¿Quién eres tú?

—Mi nombre es Meily, soy la monarca sustituta de la capital del Fénix. Una princesa que vela por el bien de su gente, de su tierra y de ustedes dos. Estoy segura de que también desean una vida fuera del bosque. Pueden negarse, pero al menos vengan en persona para que les agradezca adecuadamente por habernos eliminado a tantos Vorus de nuestra zona.

—¿Qué son Vorus? —susurró Aka a su hermano.

—Creo que son esos bichos que matamos —le susurró de vuelta Markel.

En ese momento, todos los soldados se arrodillaron ante ellos dos, pidiendo que los acompañaran. Avergonzados, los hermanos finalmente aceptaron.

Llegaron a la capital casi a las seis. Notaron un muro de piedra que no parecía especial, pero a través de un pasadizo oculto ingresaron a la ciudad. Su primera reacción fue de asombro: era acogedora y bonita. Sin embargo, mientras caminaban, notaron que los ciudadanos se ocultaban en sus casas, asomándose por las ventanas con temor.

—¿Por qué se están ocultando? ¿Acaso les asustamos? —preguntó Aka, preocupado.

—Quizás fue mala idea venir —mencionó Markel.

—No es por ustedes, no se preocupen —interrumpió Yeico—. La verdad es que estar sin protección durante tantos años, acechados por los Vorus, ha quebrado casi toda esperanza en los demás.

Aka los miró con pena pero siguió caminando. Finalmente, llegaron al palacio real. Todos los soldados hicieron una reverencia a la monarca, excepto Aka y Markel, quienes no entendían lo que sucedía.

—Perdimos a Edward —Yeico inclinó la cabeza en señal de disculpa por la tragedia ocurrida.

—Alzad la mirada, lo hicieron bien. La pérdida de Edward no fue en vano y, lo más importante, estoy agradecida de que hayan vuelto sanos y salvos. Han hecho un fantástico trabajo, pueden volver a sus hogares.

—¡Muchas gracias, Monarca Meily! —exclamaron los soldados reconfortados.

—Hermano, quiero que vayas a darle la mala noticia a la familia de Edward, por favor —dijo Meily, con tristeza en su mirada.

—Pero te quedarás sola con ellos dos, no quiero dejarte desprotegida —respondió Yeico. Markel, atento, hizo un gesto de desagrado pero optó por quedarse en silencio.

—Estaré bien. Solo quiero conversar con ellos a solas y que se sientan cómodos —intentó tranquilizarlo Meily con una voz suave.

Aunque con dudas, Yeico aceptó y prometió volver lo más pronto posible. Una vez a solas, Meily les ofreció que se lavaran en el lavabo de hombres, a lo que los hermanos accedieron.

—Ha pasado tanto desde que me he bañado —una sonrisa juguetona apareció en el rostro de Aka mientras se limpiaba—. ¿Has visto todo esto? Es increíble. Está construido con materiales que hubiera deseado usar para reforzar el árbol.

—¿Viste sus caras? —preguntó seriamente Markel.

—Sí... Esta ciudad, por muy bonita que parezca, ha pasado por momentos difíciles. ¿No te parece triste? —respondió Aka con tono compasivo—. Sé que me dirás que no, pero pienso que es mejor quedarnos, no solo por ellos, sino por nosotros.

—Aka...

—Estar encerrados en ese bosque sin poder explorar este mundo tal y como es...

—Aka...

—Además, puede haber mejor comida aquí que esas criaturas que llaman Vorus. No tenemos que estar solos y...

—¡AKA! —gritó Markel, provocando que su hermano se callara y le prestara atención.

—Yo también quiero quedarme. Esto era lo que Vanessa quería para los dos y también es lo que yo quiero, pero aun así tengo una sensación extraña sobre todo esto. Quiero conversar un poco antes de aceptar o rechazar quedarnos aquí —exclamó Markel, con una mirada reconfortante que transmitió plenitud a su hermano.

Una vez aseados, Meily les dejó unos trajes nuevos. Agradecidos, se pusieron cómodas camisas grises, pantalones con cuatro bolsillos y botas resistentes. Al colocarse las camisas, notaron una gruesa raya negra horizontal curvada que identificaba su presencia como Guardians Deluxe.

Ya cambiados, se dirigieron a la sala real donde les esperaba una mesa con solo un plato de comida. Aka, visiblemente desilusionado, exclamó en voz baja:

—Me esperaba algo más grande para ser un palacio —su hermano lo golpeó en la cabeza y le susurró que no fuera malagradecido.

Meily dejó escapar una pequeña risa.

—Sé que esperaban una abundancia, pero la capital del Fénix ha sobrevivido con escaso alimento. No es algo que nos guste, pero no hemos tenido otra opción —explicó Meily.

—Eso es terrible. Esta capital nunca prosperará ni crecerá, aun con nuestra ayuda. Solo seremos dos bocas más que alimentar —dijo Aka, sorprendido.

—Tienen razón. En unos días se llevará a cabo una asamblea anual donde los monarcas de distintas capitales discutiremos nuestro progreso. Dependiendo de nuestro rendimiento y problemas socioeconómicos, se priorizará el sector agrícola sobre la capital menos próspera. Con ustedes, podré solicitar más Guardians Deluxe para mejorar nuestra seguridad y obtener más alimentos —explicó Meily.

—¿Y por qué no unen fuerzas las capitales para sobrevivir y fortalecerse? No veo razón para dividirse en capitales lejanas —comentó Markel.

—Esa posibilidad se ha escatimado con el tiempo. Han perecido cinco príncipes y, con ellos, grandes pérdidas humanas. Nosotros, al poseer parte del aura de la diosa Solaria, somos el objetivo principal. Esa aura que reside en nuestro interior es lo que buscan —explicó Meily.

—¿Cómo sabemos quiénes son los príncipes? —preguntó Aka.

—¿Ven la gema negra en mi collar? Esa llama naranja que parece atrapada dentro de la piedra no está pintada. Si una gema está cerca, reflejará el aura de Solaria. Tomen —Meily les dio su collar. Al observar la gema, notaron que la llama había desaparecido.

—Ah, entiendo. Es como un identificador para ustedes —exclamó Aka, devolviendo el collar.

—¿Estás segura de que aceptarán solo por lástima? Asumo que un mandatario con tanto poder no centrará toda su atención en unas tierras sin ganar algo a cambio —dijo Markel, incrédulo.

Meily se dejó caer en la silla, dándole la razón a Markel.

—Las asambleas políticas son complicadas. Una palabra mal dicha puede significar la exclusión total de una capital. Mi madre, la actual Monarca, debería encargarse, pero está enferma y no sé qué hacer. Estoy desesperada. Mi gente cuenta conmigo y yo aún no sé cómo dirigirme a los demás monarcas. Daría lo que fuera por poder cumplir las expectativas impuestas sobre mí —sollozó Meily, dejando salir sus verdaderos temores y emociones.

El salón quedó en silencio hasta que Aka lo rompió:

—Puedes lograrlo —exclamó Aka. Meily y Markel lo miraron, notando una sonrisa en su rostro que emanaba confianza y tranquilidad.

—Si pudiste encontrarnos y lograr que tu gente aún crea en ti, entonces puedes ponerte al frente de los altos mandos y salvar la capital del Fénix. Aceptamos ser tus Guardians Deluxe y proteger esta tierra —dijo Aka, alzándose frente a Meily, quien lo miraba perpleja.

—Me convenciste, Meily. Además, esto no puede ser peor que vivir con insectos molestos —exclamó Markel con tono burlesco.

Meily no podía creerlo. Respirando hondo, los llevó a la sala del trono para iniciar la ceremonia de reclutamiento.

Los soldados se pusieron en fila lateral, a un centímetro de tocar la alfombra roja por donde caminaban la Monarca y los dos hermanos. Meily les pidió que se inclinaran, a lo que Aka y Markel obedecieron de inmediato. Ella se acercó y extendió su mano hacia Aka.

—Por favor, dale un beso —mencionó Meily.

—¿Encima? O sea, ¿en el dedo? —preguntó Aka, confundido.

—En el centro de mi mano, tómala y dale un beso —respondió cortésmente Meily.

Aka le dio un beso y en su espalda comenzó a aparecer la silueta de un ave, pero no cualquier ave, sino un fénix. Luego Markel hizo lo mismo, y también un fénix apareció en su espalda, oficializando su rol como Guardians Deluxe de la capital del Fénix.

Todos en el palacio estaban felices de por fin tener, tras muchos años, dos Guardians Deluxe. Esperaban que no ocurriera ningún problema en los pocos días previos a la gran asamblea de reyes.

A pocos kilómetros de la capital, tres individuos no humanos notaron la falta de Vorus en cierto sector y vieron el cadáver putrefacto de uno de ellos.

—¿Lo ves? Tenía razón, aquí hay una capital cerca. Y si hay una capital cerca, entonces hay más de ellos —exclamó uno de los individuos, desbordando una sed de sangre mortal, acompañado de una sonrisa macabra. Un peligro se acercaba al sector Fénix.

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Foquita Retrasada
¡Tu personaje principal es tan inspirador! Definitivamente recomendaré esta novela a mis amigos.
Shong: Te lo agradezco mucho 😊
total 1 replies
Erika Solis
Tu capacidad de crear un mundo tan fascinante y detallado es impresionante, ¡realmente tienes talento!
Shong: Muchas gracias 😊
total 1 replies
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