Más Allá De Las Fronteras

...Los susurros...

La ciudad se despegaba ante mí como un enigma de luz y sombras, un intrigado mosaico de callejones representantes y avenidas bulliciosas. Mis pasos resonaban sobre el empedrado, eco de una soledad que quería parecer multiplicarse con cada giro.

La humedad del aire se adhería a mi piel, un constante recordatorio de mi estado de transición una extranjera en una tierra desconocida con la misma carga de incertidumbre. En una pequeña pensión en el corazón palpitante de la ciudad encontré un refugio. La habitación, era modesta y añeja estaba decorada con cuadros desviados que susurrar historias de tiempos mejores. Desde las ventanas observaba, la plaza principal donde la vida continuaba indiferente a mí llegada, un río de gente fluyendo su propia cadencia.

Aquella noche el insomnio fue mi compañero, los murmullos de la ciudad se filtraba a través de las persianas, una sinfonía constante de voces y pasos que narraban historias de conocidos; me di cuenta que no estaba sola en mi desorientación, esta ciudad era una El Sol de armas errantes cada una buscando su propio rumbo en la penumbra

Al amanecer, decidir explorar La ciudad sin un destino, dejando que mis pies travesara tu propio camino.

Descubrir mercados vibrantes llenos de aromas exóticos y lenguas desconocidas. Parques ocultos que ofrecían un respiro de caos urbanos y cafeterías acogedoras donde el aroma del café recién hecho llenaba el aire con promesas de consuelo.

En una de esas cafeterías, me senté sola junto a una ventana, observando el incesante vaivén de la gente.

Cada rostro, una historia; cada mirada, un mundo entero. Mientras sorbía mi café, mis pensamientos vagaban hacia mi propio viaje los innumerables lugares y despedidas que habían marcado mi vida.

Me pregunté si una vez encontraría un lugar el que me pudiera adaptar.

El tiempo parecía diluirse mientras la ciudad se revela lentamente, no solo como un escenario de confusión, sino también como un tapiz posible de posibilidades y descubrimientos. Empecé a entender que, aunque no podía controlar dónde me encontraba, así podía decidir cómo responder a ello.

Una tarde en un parque cercano, observé a un grupo de adolescente de mi edad jugando al básquet. Son risas gritos llenaban el aire un contraste vibrante con mi propia sensación de aislamiento.

Me detuve a observar, sintiendo unas mezclas de envidia y esperanza.

¿Tal vez algún día podría unirme a ellos?

Formar parte de algo más grande que mi propia. Esa noche contemplando las luces titilantes de la ciudad desde la ventana de mi habitación recordé las palabras de mi abuela: "la verdadera fuerza no reside en nunca caer, sino en levantarse sabes que lo haces."

Decir que aunque me sintiera perdida, no me rendiría. Seguiría explorando, seguiré buscando y algún día encontraría mi lugar en el mundo.

Con este pensamiento, me acosté ; una esperanza en el medio de la incertidumbre. Sabía que en camino por delante sería arduo, lleno de desafíos y momento de duda. Pero también repleto de oportunidades para crecer y descubrir quién no era realmente.

¿Quién era yo?

En esta ciudad de sombras, empezaba a vislumbrar la posibilidad de encontrar mi propia luz, un paso a la vez...

...Un pasó a la vez....