La vida de Kitten siempre estuvo llena de dolor y humillaciones, condenada a vivir como una esclava en la casa del alfa. Ella era presa de las burlas de los cuatrillizos, hijos del alfa. Su único consuelo era que pronto tendría a su loba y con ello quizás encontraría a su mate.
Pero el destino se ensaña con ella cuando descubre que no solo tiene un mate, tiene cuatro y son aquellos que han hecho de su vida un infierno. Ante esto, Kitten teme aceptarlos por todo el dolor que le han hecho pasar, mientras que ellos buscan redimirse y ganarse su afecto, aunque sus personalidades arrogantes hacen difícil esta tarea.
¿Podrán los cuatro conseguir el perdón de Kitten y borrar todo el sufrimiento por el que la hicieron pasar?
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5. Romper El Caparazón
Ella solo me ignoró y continuó caminando.
Me dirigí a mi 4x4 negra, una Toyota Land Cruiser 200 que se erguía como un titán de acero y goma. Este vehículo, un todoterreno alto y robusto, era perfectamente adecuado para enfrentar el clima extremo de la región. Sus ruedas enormes estaban diseñadas para atravesar la nieve profunda sin esfuerzo, mientras que el chasis elevado evitaba que el vehículo quedara atrapado en los bancos de nieve más traicioneros. La carrocería, revestida de un metal resistente al frío y a la corrosión, brillaba bajo el pálido sol, reflejando la luz en un caleidoscopio de colores fríos.
Cuando vi que seguía por el camino hacia la parada del autobús, aceleré, al pasar por su lado, hice un giro de 90 grados, deteniéndome justo al frente de ella con un gran chirrido de ruedas. No se lo esperaba; vi la sorpresa y el miedo asomando en sus ojos.
— Sube — dije con voz fría y autoritaria
— Alfa Samuel, no es necesario tomaré el autobús. — Dijo en voz baja y temblorosa.
— No me voy a repetir — fue lo único que dije, dejando ver en mi tono de voz que estaba molesto y que no había espacio para negociaciones.
Subió al asiento del acompañante y cerró la puerta con un poco más de la fuerza necesaria. Una sonrisa amenazó con formarse en la esquina de mis labios. ‘Vamos cachorra un poco más’ pensé para mí mismo. Pero borré cualquier rastro de sonrisa de mi rostro, volviendo a ser el mismo de siempre, cuando seguido de eso escuché:
— Lo siento Alfa, no volverá a suceder.
No estaba seguro de si se refería al intento de azote que le dio a mi puerta. Decidí ignorarla.
La carretera se extendía delante de nosotros, con árboles y maleza a los costados, y el cielo aún estaba teñido de un azul oscuro, como si la noche no quisiera soltar su abrazo. Kattie estaba callada, mirando por la ventana con una expresión mezcla de miedo y determinación. Sabía que estaba a punto de cruzar una línea, ya había tenido demasiado durante nuestro desayuno, y eso me hacía sentir una extraña mezcla de satisfacción y culpa.
— ¿Va a llevarme todo el camino? — preguntó finalmente, su voz apenas era un susurro.
Su tono estaba cargado de un temor palpable, pero también de una cierta rebeldía que apenas se asomaba, como un rayo de sol en una tormenta.
— ¿Y si lo hago, cachorra? ¿Qué vas a hacer al respecto? — respondí, tratando de mantener mi voz firme, aunque un leve titubeo delataba mi intriga.
Esta era la parte del juego que más disfrutaba, pero esta vez, algo en sus ojos me decía que estaba en el límite, un límite distinto; un punto de quiebre y no sabía si era bueno o malo.
La carretera estaba sola, sin otro vehículo a la vista. El motor de mi 4x4 rugía bajo nosotros, una especie de rugido que parecía resonar con los latidos de mi corazón. La tensión era palpable. El silencio se hizo pesado, hasta que Kattie rompió el hielo con una pregunta que me tomó por sorpresa:
— ¿Por qué lo hace, Alfa Samuel? ¿Por qué no me deja en paz?.
Esa pregunta, simple y directa, me dejó sin palabras por un segundo. Mi lobo y yo estábamos en conflicto constante, pero esa pregunta... esa pregunta tenía un tono que nunca había escuchado antes. Era como si, por un momento, Kattie no estuviera sumisa, sino enfrentándome con su verdadera fuerza.
— No sé — dije finalmente, tratando de sonar indiferente, aunque mi voz sonaba más vulnerable de lo que quería admitir.
— Quizás porque eres fuerte, y me gusta ver cómo luchas, cómo te defiendes. Me gusta ver tu verdadero yo, no el que la manada te ha obligado a ser. — las palabras salieron de mi boca sin poder contenerlas, como una catarata que se lleva todo a su paso.
Su mirada se clavó en la mía, y durante un segundo, me pareció ver un destello de algo que no podía descifrar. ¿Era tristeza? ¿O tal vez algo más peligroso, algo que me retaba a seguir adelante?
Kattie no dijo nada, solo volvió a mirar por la ventana, su cuerpo estaba tenso como un arco listo para soltarse. La ruta se hacía más solitaria, y el sonido del motor y el viento era lo único que rompía el silencio.
La escuela estaba a la vista, y el tiempo parecía ralentizarse. Sabía que estábamos en el punto de no retorno.
— ¿Va a dejar que me vaya, Alfa Samuel? — preguntó con una voz que estaba entre el miedo y la determinación.
No respondí de inmediato. Estaba en una encrucijada. Mi lobo aullaba dentro de mí, deseando que continuara con el juego, que la llevará al límite. Pero una parte de mí, esa parte que había estado callada por tanto tiempo, también sentía algo más profundo, algo que iba más allá de la simple diversión.
La vi poner un pie en el suelo, preparándose para bajar del coche. Entonces, algo dentro de mí hizo click. Sabía que debía ir más allá, que tenía que romper esa coraza que la mantenía cautiva.
— Baja — le dije con voz grave, más seria de lo habitual.
La miré a los ojos, y por un segundo, vi una chispa de algo que no podía entender completamente. Era una mezcla de miedo y furia, pero también de una determinación que me hizo darme cuenta de que esta vez, las reglas del juego estaban cambiando.
Kattie bajó del coche, pero antes de cerrar la puerta, me miró una última vez, con una mezcla de desafío y resignación.
— No lo olvides, Alfa Samuel. También tengo mis límites. — Dijo mirándome a los ojos, cerró la puerta y se fue sin mirar atrás.
Cuando cerró la puerta y se alejó, sentí como si una parte de mí hubiera cambiado para siempre. Por algún motivo no sentí satisfacción ante la mirada que me dio.
La observé caminar hacia la escuela, y por primera vez, me pregunté si tal vez, solo tal vez, lo que más necesitaba Kattie era, no un alfa dominante para ayudarla a romper su caparazón, tal vez necesitaba un compañero que viera su verdadero yo y le ayudará a liberarse de su propia sombra. Pero eso no era todo, había otra pregunta en mi cabeza: ¿por qué mi lobo se retuerce ante la mera idea de que encuentre a su compañero?.