Diana es una chica muda, que es obligada por su tío a casarse con un hombre muy poderoso, qué le va ayudar a salvar su empresas de la ruina... Al poco tiempo de casados Edwin termina por enamorarse de Diana, aunque la chica no puede hablar, se da cuenta de que es diferente al resto de las otra mujeres, Diana es dulce, amorosa, y respetuosa con los ancianos. Sin embargo, descubre que le queda muy poco tiempo de vida y prefiere alejarla por su bien.
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Diana
Susana se apresuró a bajar las escaleras, era inevitable para ella no correr al lado de hombre guapo que estaba delante de su madre.
La chica se quedó sorprendida al ver que Edwin no era nada como se lo había imaginado.
Más bien era todo lo contrario a un horrible ogro, Edwin era todo un príncipe sacado de un cuento de Hadas, el cual no estaba dispuesta dejárselo a una chica como Diana.
Si hubiera sido un anciano cruel y despiadado, que se había hecho dentro de su cabeza, era un hombre joven, y muy guapo, con un físico muy sobresaliente.
Edwin era un chico alto de uno noventa. Ojos grandes, de color negros, labios delgados, cabello negro, barba muy bien delineada, cuerpo atlético, que se podía notar por encima del traje que llevaba puesto.
Edwin siempre tenía una apariencia perfecta, espalda reta, cabeza levantada, hombros en su lugar. Tenía la aura de un rey.
El hombre perfecto para cualquier mujer. De inmediato, el corazón de Susana se llenó de celos, odiaba mucho más a Diana.
No podía aceptar la suerte que tenía su prima Diana. Sin embargo, mientras ella no se casara con Edwin, tenía la oportunidad de seducir a Edwin, y ser ella la que se casara con él y no la chica muda.
Susana se detuvo delante de Edwin, la chica, casi de inmediato, le brindo su mano, era como todas las demás, Susana tenía una enorme sonrisa dibujada en sus labios rojos...
_ ¡Mi nombre es Susana Wlop, soy la hija única de Mateo Wlop y de Fátima Slod!... _ La chica se presentó emocionada. Esperando que Edwin fuera como los demás hombres.
Por un momento, Edwin estiró su mano, con toda la intención de dársela a Susana, sin embargo, antes de tomar la mano de la chica, Edwin recogió su mano, con descortés.
_ ¿Qué sucede?... _ Preguntó con incredulidad Susana.
_ No... _ Contestó Edwin con frialdad.
De inmediato, Susana volvió a ofrecerle su mano a Edwin, la chica esperaba que esta vez, él mostrara un poco más de interés en ella.
Como si ella fuera la mujer, por la cual Edwin había visitado a los ancianos. Edwin evitó ver a Susana, y continuó buscando a la chica que se iba a convertir en su esposa.
_ ¿Dónde está?... _ La voz de Edwin se escuchó fría como un témpano de hielo.
Susana recogió lentamente su mano, al ser cruelmente ignorada por Edwin, su sonrisa se borró de sus labios de un solo golpe.
Esperaba sinceramente que Edwin, al ver una mujer tan hermosa como ella, cayera a sus pies, como tantos hombres lo hacían.
El ambiente dentro de la sala de estar, se volvió muy frío. Fátima trató de no perder la cordura, Susana era su amada hija, y que haya recibido esta desaire, se sintió furiosa.
Al notar la cara de su esposa, Mateo le dio un ligero golpe en el brazo, para que ella continuará sonriendo. Era imposible enfrentarse a Edwin.
_ Señor Shop, ya fueron a llamar a Diana. No tardan en bajar.
Edwin volteó a ver al anciano, no tenía mucho tiempo que perder. Era una falta de respeto esperar a una mujer que estaba a punto de comprar.
Únicamente, había pasado a conocer a Diana, y arreglar todo para que ella este lista el día siguiente para su boda.
_ Señor Wlop, esperaba que tomará esto con más seriedad. Y no me hiciera perder mi tiempo, ya que soy un hombre demasiado ocupado, como para esperar a una mujer... _ Recalcó Edwin con seriedad.
Mateo se sintió muy nerviosa, miraba a la empleada, que bajaba las escaleras sin llevar a Diana.
_ Espere un segundo más, mi sobrina se está poniendo hermosa para usted... _ Comentó Mateo nervioso.
_ ¿Esperar?... _ Edwin pensó que era una broma de muy mal gusto por parte de Mateo.
_ ¿Acaso es una broma?... _ Susurró Edwin entre dientes.
Mateo, bajo la cabeza, no podía controlar su miedo. La manera en que Edwin lo miraba lo hacía temblar de pánico.
_ Hay miles de mujeres allá fuera, qué darían lo que fuera por estar en este momento ocupando el lugar de esa chica, ¡Y usted me pide que la espere!... ¿Acaso es la reina del mundo?!...
Edwin estaba perdiendo la poca paciencia que le quedaba. Era la primera vez, que una mujer lo hacía esperar por ella.
Edwin dio un paso grande hacia delante, estaba a punto de irse, cuando escucho el sonido de unos tacones bajar las escaleras.
Era la primera vez que Diana usaba unos tacones, debido a eso, el sonido al. Bajar era muy escandaloso.
De inmediato, volteó a ver a Diana, esperaba que la chica fuera tan hermosa. O iba a provocar la ruina total de la familia Wlop.
Diana se quedó parada en medio de las escaleras al ver al hombre al lado de su tío. Edwin provocó un sentimiento indescriptible en el corazón de Diana.
La chica se sintió muy emocionada, era la primera vez que miraba a un hombre tan guapo y varonil.
Lo mismo pasó con Edwin, el chico quedó atónito al ver lo hermosa que era la chica que iba a convertirse en su esposa.
Diana continuó caminando hasta bajar por completo las escaleras. Suavemente, se acercó a las cuatro personas que se encontraban delante de ella, y bajo la cabeza con inocencia.
Al notar ese gesto de humildad por parte de Diana, Edwin estiró su mano; colocando sus dos dedos en la barbilla de la chica, para levantar su cabeza y mirarla a los ojos.
Al ser la primera vez, que Diana estaba delante de un hombre, sus mejillas se pusieron tan rojas como las de un tomate. Aquel gesto no pasó desapercibido para Edwin.
La chica trató de bajar la cabeza, y esconder su vergüenza. Pero, le fue imposible, Edwin evitó que ella pudiera bajar la cabeza.
_ ¿Tú debes ser Diana Wlop?... _ Preguntó Edwin en voz muy baja.
Al no poder hablar, Diana solamente movió la cabeza para responder la pregunta de Edwin. Edwin volteó a ver a Mateo y a su esposa, notó, de inmediato, el problema que Diana tenía.