Valeria, una mujer que, tras una ruptura dolorosa, busca redescubrir su confianza y deseos más profundos. Al mudarse a una nueva ciudad para empezar de nuevo, encuentra a Mateo, un hombre enigmático y apasionado que se convierte en su vecino.
A primera vista, Mateo parece ser el tipo de hombre que desafía todas las normas y expectativas. Su vida está llena de secretos, y su atracción hacia Valeria es intensa e innegable. A medida que su relación evoluciona, Valeria debe confrontar sus propios miedos y deseos reprimidos mientras explora una conexión que desafía sus límites y redefine su comprensión del amor y la pasión.
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Capitulo 2: Un Encuentro Inesperado
Los días pasaron rápidamente, y Valeria comenzó a acostumbrarse a su nueva rutina. Las mañanas eran para el trabajo y las tardes para explorar la ciudad y sus alrededores. Sin embargo, sus pensamientos a menudo regresaban a Mateo. Había algo en él que la intrigaba profundamente.
Una tarde, después de una jornada particularmente agotadora en la oficina, Valeria decidió ir al gimnasio del edificio. Necesitaba liberar el estrés acumulado y despejar su mente. Al entrar en el gimnasio, se sorprendió al ver a Mateo levantando pesas. Sus músculos se tensaban con cada repetición, y una fina capa de sudor cubría su piel bronceada.
Intentó pasar desapercibida, pero Mateo la vio y sonrió ampliamente.
—¡Valeria! Qué sorpresa verte aquí —dijo, dejando las pesas a un lado—. ¿Te unes a mí para un poco de ejercicio?
Valeria sonrió tímidamente y asintió. Se dirigió a la cinta de correr, sintiendo la mirada de Mateo sobre ella. Comenzó a correr, intentando concentrarse en su ritmo y no en el hombre atractivo que la observaba.
—Entonces, ¿cómo ha sido tu semana? —preguntó Mateo, acercándose para ajustar la velocidad de su propia cinta de correr.
—Ha sido buena, gracias. Estoy empezando a adaptarme al trabajo y a la ciudad. ¿Y tú? —respondió Valeria, tratando de mantener la conversación ligera.
—Bastante ocupada. Trabajo en una empresa de diseño gráfico y hemos tenido varios proyectos importantes últimamente. Pero, siempre encuentro tiempo para venir aquí y desestresarme —dijo Mateo, sonriendo.
La conversación fluyó con facilidad, y Valeria se dio cuenta de que le gustaba la compañía de Mateo. Había algo en su actitud relajada y en su habilidad para hacerla sentir cómoda que la atraía.
Después de una hora de ejercicio, decidieron tomar un descanso. Mateo propuso ir al pequeño bar de jugos que había en la esquina del gimnasio. Valeria aceptó con gusto.
—Este lugar tiene los mejores batidos de proteínas de la ciudad —dijo Mateo mientras se sentaban en una mesa—. Deberías probar el de fresa y plátano, es mi favorito.
—Suena delicioso —dijo Valeria, riendo—. Creo que seguiré tu recomendación.
Pidieron sus batidos y continuaron charlando sobre sus intereses y experiencias. Mateo compartió historias divertidas sobre sus proyectos de diseño y Valeria habló de sus planes para el futuro y sus pasiones ocultas por la fotografía.
—¿Te gustaría ir a tomar fotos algún día? Conozco algunos lugares increíbles en la ciudad que te encantarían —sugirió Mateo, sus ojos brillando con entusiasmo.
—Me encantaría. La fotografía siempre ha sido una forma de escape para mí, y conocer nuevos lugares suena perfecto —respondió Valeria, sintiendo una conexión más profunda con Mateo.
La tarde se desvaneció rápidamente, y cuando se despidieron, Valeria se dio cuenta de que esperaba con ansias su próxima salida fotográfica. Mateo había despertado algo en ella, una chispa de emoción y curiosidad que no había sentido en mucho tiempo.
Esa noche, mientras revisaba las fotos de su antigua ciudad y pensaba en las nuevas aventuras que la esperaban, Valeria se sintió agradecida por este encuentro inesperado. La vida, a veces, tenía una forma peculiar de presentar oportunidades cuando menos las esperabas.
Valeria se despertó temprano el sábado siguiente, emocionada por su salida fotográfica con Mateo. Se vistió con ropa cómoda y se aseguró de llevar su cámara y todos los accesorios necesarios. Justo cuando estaba a punto de salir, su teléfono sonó. Era un mensaje de Mateo.
—Listo cuando tú lo estés. Te veo en el vestíbulo en 10 minutos.
Sonrió, respondió con un simple "Voy en camino", y salió del apartamento con la cámara colgando de su cuello.
Mateo ya estaba esperando en el vestíbulo, con una sonrisa cálida y una mochila sobre su hombro. Llevaba una chaqueta de cuero que le daba un aire casual pero atractivo.
—Listo para nuestra aventura fotográfica? —preguntó él, guiñándole un ojo.
—Más que lista —respondió Valeria, sintiendo un cosquilleo de anticipación.
Decidieron caminar hacia el primer destino, un parque escondido entre los rascacielos de la ciudad. El sol de la mañana bañaba todo con una luz dorada, perfecta para tomar fotografías. Mateo le mostró varios rincones pintorescos del parque, donde Valeria capturó la belleza de la naturaleza mezclada con la arquitectura urbana.
—Este lugar es increíble, Mateo. No puedo creer que esté tan cerca y nunca lo haya visto —dijo Valeria mientras revisaba las fotos en su cámara.
—Es uno de mis lugares favoritos. A veces vengo aquí solo para relajarme y pensar —respondió Mateo, observando cómo Valeria se movía con gracia mientras fotografiaba.
Pasaron las horas explorando diferentes lugares, desde callejones con grafitis vibrantes hasta una azotea con una vista impresionante de la ciudad. La conversación entre ellos era fluida y natural, y Valeria se dio cuenta de que se sentía completamente cómoda en su compañía.
Cuando el sol comenzó a ponerse, Mateo sugirió hacer una última parada en un mirador que ofrecía una vista panorámica del horizonte. Subieron juntos, y el paisaje que se desplegó ante ellos era sencillamente espectacular. Valeria se quedó sin aliento, levantando su cámara para capturar el momento.
—Es hermoso, ¿verdad? —dijo Mateo, parándose a su lado.
—Increíble —respondió Valeria, sin apartar la vista del paisaje.
Mateo la miró con una expresión suave, como si quisiera decir algo pero dudara. Finalmente, se armó de valor y habló.
—Valeria, me alegra mucho haberte conocido. Siento que... hay una conexión entre nosotros, algo especial. Quería que lo supieras.
Valeria bajó la cámara y lo miró a los ojos. Sentía lo mismo, una atracción inexplicable pero poderosa.
—Yo también lo siento, Mateo. No sé qué es, pero... estoy dispuesta a descubrirlo.
Mateo sonrió, acercándose un poco más a ella. El viento suave jugaba con su cabello, y por un momento, todo lo demás desapareció. Solo estaban ellos dos y el atardecer.
—Vamos a ver a dónde nos lleva esto, Valeria —dijo Mateo, tomando su mano con suavidad.
Ella asintió, sintiendo una mezcla de emoción y nerviosismo. Este encuentro inesperado había marcado el comienzo de algo nuevo y emocionante, y no podía esperar para ver cómo se desarrollaría.