Divorciada, Viuda Y Amada

¿Qué locuras no han hecho en una noche de borrachera?, créanme yo hice una y no me acuerdo de nada.

Les cuento mi historia como de la noche a la mañana, soy divorciada y unos meses después me caso con mi mejor amigo y en el viaje de bodas me convierto en viuda, ¿tendré tan mala suerte que no pueda ser feliz con las personas que amo?, Solo tengo 25 años, que más me puede pasar.

Mi nombre es Alejandra de la Rosa Cermeño, tengo 25 años, vivo en California, aquí nací, soy hija de Rodrigo de la Rosa y Magalí Cermeño, me separaron de ellos cuando tenía diez años.

Mis padres se casaron en un pueblo del Estado de Chiapas, México, recién casados tomaron la decisión de venir a Estados Unidos en busca del sueño americano, con la ayuda de un primo de mi papá cruzaron ilegalmente, comenzaron a trabajar muy duro en distintos lugares, siempre vivían mudándose de una ciudad a otra con el miedo de ser deportados, mi madre salió embarazada de mí, estaban muy contentos esperándome, nací y seguimos cambiándonos de ciudad, así vivimos hasta que cumplí los seis años debía entrar a la escuela, mi papá consiguió un trabajo en una casa de ricos como jardinero y mi mamá como empleada doméstica, por lo menos teníamos un techo donde vivir, les pagan bien, veía a mis papás hablar de enviar más dinero a los abuelos y de una casita, era una niña no entendía nada, todo iba bien hasta el día que cumplí diez años, regresaba de la escuela contenta, mis padres me llevarían a comer para celebrar mi cumpleaños, pero lo que ví, me destrozó el alma, me separaron de mis padres se los llevaban esposados y los subieron a una patrulla, corrí detrás de ellos gritando que volvieran, Gloria llegó a mi lado y me abrazó, me llevó a la casa, no entendía que pasaba.

Otra cosa que sucedió, de la nada los patrones despidieron a Gloria, sin darle una explicación, empacamos nuestras cosas, era obvio que yo me iba con ella, no me iba a dejar sola eso fue lo que me dijo, empacamos nuestras cosas, en una maleta metí mi ropa y unas prendas de mis papás con la esperanza de que ellos volvieran, y en otra metí todos los recuerdos desde fotos y un cofre de madera que mi papá le había hecho a mi mamá en su aniversario, ahí ella guardaba sus pequeñas joyas, no tan valiosas como la de los ricos, pero si valiosas para nosotras, y también dinero que ellos guardaban para emergencias como ellos decían.

Salimos de esa casa con Gloria, nos subimos a un taxi y llegamos a una pequeña casa a las afueras de San Diego, era su casa ahí vivía su hija Mirna una jovencita de dieciséis años, me recibió con un abrazo y me llevo a su habitación en donde compartiría con ella, ya que la casa solo tiene dos habitaciones, me dijo que cuando se graduara de abogada y trabajará me iba a ayudar con el caso de mis papás.

No había noches que lloraba, extrañaba a mis papás, aunque Gloria y Mirna me brindaran amor y me hacían sentir en familia no era lo mismo, un día Gloria recibió una llamada de mi mamá, preguntó por mí, hablé con ella quería ir a donde estaba y me dijo que no se podía, " era lo mejor que me quedara con Gloria y le obedeciera, pronto estaremos juntas de nuevo" decía mi madre, le dijo a Gloria que serían deportados y que cuidará de mí hasta que se me permitiera estar con ellos.

Gloria me contó, con palabras que entendiera el porqué mis papás iban a ser deportado a su país de origen, y quien los denunció, esa señora que fue mala, por no aceptar el rechazo de mi padre, de no acostarse con él, lo acuso con su esposo de que él quería abusar de ella y mi mamá lo defendió que fue por eso que el señor llamó a los de inmigración y los denunció, así se los llevaron sin importarles que me separaban de ellos, si no hubiera estado Gloria que sería de mí.

Unos días después tocaron la puerta de la casa de Gloria, era los de servicios sociales venían por mí, Gloria no podía hacer nada, me llevaron con ellos, " Pórtate bien mi niña, buscaré ayuda y voy a ir por ti, no llores pronto estarás de regreso" me dijo Gloria, me llevaron a una casa hogar en lo que arreglaba mi situación.

Gloria llegó con Mirna y un abogado quien era papá de su novio, quien solicitó mi custodia y la aceptaron, así regresé con Gloria a casa y se convirtió en mi tutor hasta cumplir los dieciocho años, no podía estar con mis papás, pero me prometí que trabajaría para traerlos conmigo.

El dinero que tenía en el cofre, era suficiente, Gloria me ayudó a abrir una cuenta en donde se depositó ese dinero, le dije a Gloria que se lo quedará, pero me dijo que ese dinero me iba a servir para la universidad, que lo guardará, ella me quería como una hija, me cuido y protegió como tal.

A diario hablaba con mis papás, ellos ya estaban en su casa con los abuelos, durante el tiempo que estuvieron aquí le mandaban dinero al abuelo y él les compró una casa, y con el resto pusieron una tienda de frutas y verduras, con eso ayudarían a sus papás y saldrían adelante.

Con el pasar de los años Mirna se graduó y me ayudo que por ser menor de edad con un permiso de viajar, fui a ver a mis papás, pero tenía que regresar, era doloroso dejarlos, cada que iba regresaba llorando, Gloria me acompañaba, después después me llevaba al aeropuerto y mis papás me recogían en la ciudad de México, de ahí nos íbamos al pueblo, pasaba unas vacaciones muy bonita con ellos, aunque a mi regreso nos quedáramos devastados por la separación.