Capítulo 18.

Dina

— ¿Qué mierda, Maximiliano? — Exclamé soltándome de su fuerte agarré. Me jalo de la muñeca, llevándome hacia una esquina en la parte de atrás de la bodega. Acorralándome en la pared, lo mire directo a los ojos. Por más delicioso y sabroso que este el condenado; no tiene ningún derecho de ser tan celoso y posesivo. Además, que literalmente hablando, no somos nada... nada más, que un papel firmado.

— No te quiero ver hablando con él — Espetó presionando su cuerpo al mío; su duro y firme pecho que subía y bajaba pesadamente me aprisiono—. No me hagas repetirlo de nuevo, ¿Entiendes, gata?.

Reí estruendoso, mientras sus ojos seguían con ese brillo de dominación y superioridad.

—¿Y quién mierda te crees tú, para que me des órdenes?. Te recuerdo que esto — nos señalé con el dedo—. Es una farsa... sólo un trato, que espero y termine pronto.

Todas sus hermosas facciones se contrajeron, poniendo su dura y fría mirada en mis ojos. Me agarró de la barbilla con fuerza y estampó sus labios en los míos. Pero esa llama de pasión que siempre irradia no la sentí. Fue un brusco choque de bocas; queriendo mostrar que él es mi dueño.

— Le vendiste tu alma al diablo, gata — Murmuró sobre mis labios, dejando una mordida en ellos. Una corriente de calor paso por todo mi cuerpo, al sentir sus dientes rozar mis labios—. Ahora eres mía.

Susurró con esa voz cargada de deseo, pegando su erección y frotándola en mi vientre bajo. Sus labios bajaron por todo mi cuello; donde dejó otra mordida, mucho más suave haciéndome estremecer el alma.

— Maximiliano... — Se me escapó su nombre en un gemido, cuando sentí sus dedos frotar mi clítoris por encima del vestido—. Nos pueden ver... mmmmm.

Se pegó aún más, sintiendo como sus dedos logran mojarme cada vez más. Y malditamente, mi cuerpo lo desea, lo anhela, lo llama a gritos.

Se despegó de mi, dejándome vacía por dentro. Sonrió de lado, el condenado sabe lo que provocó en mi, y ahora me está castigando.

— Que no se te suba mucho la calor, gata — Dijo acomodando su erección—. Las gatas en celo, son muy salvajes.

Y se dio la vuelta marchándose de ahí, solté todo el aire y me acomode el vestido. Maldito imbécil que se cree, pero si quiere jugar con fuego; juguemos... vamos a ver Maximiliano Lombardi, quien se quemará. Aún no conoces quién es esta "gata", como bien me llamas. Maldito sexy engreído.

Camine de nuevo hacía el centro de la bodega, donde en un mesa estaban sentados hablando; Maritza, Maximiliano, Remi y Luke. Este último estaba sentado junto a un chico, que se me hizo muy familiar. Hasta que todos los ojos se posaron en mi; fue que lo reconocí y él a mi.

— ¡Mierda, creí que nunca más te volvería a ver! — Exclamó alegremente levantándose de la silla, y venir casi corriendo hasta mi.

— Eso mismo digo yo... — Me calló por el fuerte abrazo que me dio, levantándome del suelo—. Ya no eres ese flacucho, primo.

— Ya sé — Se burló de él mismo. Realmente su carne estaba pegada a sus huesos cuando éramos niños.

—Mierda, mirate nada más... Que musculoso estas — Reímos juntos, y cuando me bajo al suelo, Pude sentir la demoníaca mirada de Maximiliano encima mío. El señor don témpano de hielo, al parecer tiene sentimientos. Pero en este juego que el mismo ha creado, se hundirá solito. Es lo que menos me importa en este momento, y por la mirada de Esteban sabe a qué me refiero; el maldito bastardo de su padre.

— ¿Qué pasó contigo?, ¿Porque trabajas con Luke?... — Puso un dedo en mis labios, callándome de inmediato.

— Ya no soportaba estar más en esa casa — Me miró por unos minutos antes de fijar sus ojos tras mis espaldas—. Lo sabes... desde ese día. Todo cambió y mi madre...

Hizo silencio por largos segundos, y por mi cabeza pasaron mil escenarios. Se notaba a leguas que la que decía ser su madre, no lo quería. De lo poco que mi mente recuerda; es de sus interminables castigos y malos tratos hacia Esteban. Quien se escudaba tras la apariencia de no sentir nada. Desde ahí tiene esa mirada desamparada, triste y vacía.

— No lo menciones — Puse una mano en su pecho dando dos toques—. Ahora si tienes carne. lombriz de tierra.

— Por supuesto, sanguijuela — Se defendió —. Y, una que está picha en plata. ¿Cuál de esos dos es tu novio?.

Quería voltear a mirar, pero sólo me centre en sus ojos negros expectantes, y ansiosos de una respuesta. Sonreí, encogiéndome de hombros para luego reír fuerte.

— Ninguno — Solté una vez deje reír. Achico los ojos y sonrió de lado—. No tengo novio...

— ¡Entonces mujer! — Se llevó la mano a la barbilla—. amante, estas trabajando de mula, o eres su guardaespaldas...

Reí fuertemente otra vez, obviamente llamando la atención de todos. Cuanto lo extrañé, desde niños siempre me hacía sonreí, hasta en el peor momento que estuviese pasando.

— Es mi esposa — Maldito diablo, me jalo hacia él. ¿Puede verse más perfecto, aún estando enojado?. Pues no, él condenado es jodidamente sexy—. No haces caso, gata. Tendré que darte un castigo, mi amor.

— ¿Esposos? — Escuché a lo lejos, aún con el entumesimiento en mi cuerpo, aquel que causó la helada voz de ml amado esposo.

Puro sarcasmo, maquina mi mente.

— Si, y tu vete a trabajar. Bastante mercancía debes cargar...

— ¡Maximiliano Lombardi! ¡Deja de ser tan menosprecio! — Lo rete con la mirada, si el color rojo existiese, los ojos de este hombre serían una adoración al diablo—. No puedes hablar bien con los demás.

— No, y menos cuando coquetean con mi esposa — Esteban y yo reímos al tiempo, logrando que el malhumorado se pusiese más enojado de lo que ya estaba.

— Haber, cariño — Dije falsamente—. Él es Esteban, mi primo. Esteban, este maldito idiota es mi esposo.

— Gata — Susurró fríamente—. Eres una gata muerta, desde hoy.

— Y tú, un pobre diablo que me la pagará con... — Hice silencio, esbozando una sonrisa perversa—. Con creces.

Y como todo un dominante, me alzó como un sacó de papas, poniéndome en su hombro. Salimos de la bodega bajo la atenta mirada de todos. Que sólo reían en silencio, nadie quiere provocar a este demonio. Y, es mejor tenerlo de amigo... Que de enemigo.

— ¡Bajame!.

— No.

— Eres un maldito idiota.

— Y tu una gata, provocadora.

— Contigo no se puede, era una broma. Deja de ser tan serio, hombre — No me contestó nada, sólo me dio una nalgada como respuesta entrando al barco, y atravesando el pasillo hasta que llegamos a nuestro camarote. Abrió la puerta de una patada y sin más me arrojó a la cama. Me acomode en ella, y se quedó ahí de pie, sólo mirándome, supongo yo—. ¿Qué?.

— Qué serás una gata buena, a partir de hoy — ¿Qué le pasa?, ni que se crea que me voy a dejar domar. No soy un perro que necesite de un collar. Ni mucho menos, de un estúpido y guapo con él— Volteate...

Ordenó severamente, fruncí el ceño y como no lo hice, se abalanzó sobre mí. De un rápido movimiento me giró dejando mi trasero en lo alto. Sólo me dio tiempo de soltar un jadeo sorpresa.

Lamento la tardanza, pero la app no me estaba funcionando bien, y me eliminó los capítulos que había escrito. Estaré actualizando de a poco, y aún no me encuentro bien. Gracias por comprender y seguir con la historia. Les deseo un apoteósico dia/noche. Les mando un fuerte abrazo.

Más populares

Comments

Ibelitza Oliverovelis

Ibelitza Oliverovelis

maxi es igual o peo que el padre

2025-02-03

1

momsudokus

momsudokus

Me encanta maxi, es muy sexy. Q se cauteloso es muy interesante. aunque Dina le quite esa parte en tan solo segundos

2024-04-22

1

Rosa Castro

Rosa Castro

hola muy buenas tus historias pero tardan mucho en cargar besitos y abrazos 💋😙

2024-01-26

5

Total
Capítulos

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play