Capítulo 7.

Maxi

Fui un imbécil de mierda, creí que... bueno era experimentada para el sexo, jamás se cruzó por mi mente que una bailarina de un burdel fuese virgen. Y ahora, no sé cómo sentirme respecto a ello, de cierta forma no puedo evitar sonreír al saber que he sido el.único que ha pasado por ese delicioso cuerpo. Pero a la vez, pienso el porque no había tenido sexo antes, y más al trabajar en un lugar de esos. Pero sus palabras llegan de golpe en escasos segundos. «No doy sexo, mi trabajo es bailar». Ahora entendido porque la sentí tan apretada y su rostro se mostraba de aquella manera, como iba a gemir de placer si le estaba doliendo. Supongo yo.

Porqué con ella debo sentirme diferente, su cuerpo es un imán y me atrae con mucha fuerza, su piel es hermosa. Y simplemente deseo probar cada rincón, deleitarne con su sabor, no parar de besar sus labios que a la par se mueven con los mios, En un hambriento beso, donde mi lengua juega con la suya que al igual quiere tomar el control.

Me inclino y la alzó en mis brazos sin romper el beso, camino con ella hasta llegar a mi habitación, la dejó en medio de la cama, me separó obligado a tomar aire, su pecho sube y baja rápido al igual que el mío, me subo encima de su cuerpo acariciado suavemente con mis manos, me inclino y pegó mis labios a su cuello, dejó una leve mordida para seguir bajando por sus pechos. Bajo un poco el brasier y me llevo a la boca su pezón endurecido, con una mano masajeo el otro apretando un poco mientras escucho sus jadeos que son fuertes y siento como los espasmos se adueñan de su cuerpo, dejó una mordida antes de seguir bajando por su plano vientre. Me escabullí por sus piernas y aspirando su olor por encima de la ropa de encaje me enloqueció por completo. Trago saliva porque muero por saborear sus flujos. Bajo lentamente sus bragas, mientras hago conexión con sus ojos, se muerde los labios fuertemente y en su azabache mirada veo sólo deseo de más.

Sonrío y hundo mi cara en ella, dejó una casto beso antes de lamer su hendidura, su cuerpo se estremece, enlazo mis brazos en sus piernas para abrirlas más, introduzco la lengua lentamente y un gemido sale de sus labios, su respiración se torna agitada. cuando chupo con fuerza, Dina será mi perdición, pero la atracción que siento por ella, sobrepasa todos mis límites, hasta el punto que no me conozco a mi mismo. Las mujeres nunca han sido un problema, solo una buena cogida y cada quien agarra rumbo diferente. ¿Porqué con Dina, me ocurre esto?, no quiero pensar tanto, cuando pasen los días y necesite más de ella, estaré jodido verdaderamente.

Introduzco un dedo bruscamente, tomandola desprevenida, entró y salgo con fuerza, quizá deshaciendo mi frustración y rabia con ella. No quiero sentir nada por nadie, es más, la palabra amar nunca existió para mi. Con solo al ver a mis padres demostrar todo esa mierda me repugna, solo quiero a los mios. Una mujer te vuelve débil, además que te vuelves esclavo sin darte cuenta.

— ¡Maximiliano! — Exclamó ella, levanté el rostro y su ceño estaba fruncido—. ¡Qué mierda te pasa, me estás haciendo muy brusco!.

Me quedo quieto y sacó los dedos, seguido de un quejido. Se incorpora y acomoda su ropa interior. Pero su rostro esta contrariado, con miedo, asco y sus manos tiemblan al ponerse cada prenda.

— Lo siento, no quise hacerte daño, me deje llevar por las ganas — La tome del brazo girandola hacia mi, sus ojos estaban presos del pánico y moviendo sus piernas con desespero se soltó bruscamente.

— No vuelvas a tocarme Maximiliano, o te juro que descargare tu arma en tu cara — Espetó con desdén, mirándome fijamente a los ojos.

— Ya dije que lo sentía — Dije retomando mi seriedad, casi hablando en un tono más duro del que normalmente uso. Ladeó la cabeza y dándome una última mirada se fue.

No sé cómo mierda sentirme, si bien o mal. Lo que puedo decir es que el ver su mirada llena de asco no me gustó, las mujeres nunca se habían quejado cuando utilizó más fuerza de la normal. Es más, así les encanta. Pero mi mente retrocedió unas horas antes donde me di cuenta que en las cobijas grises, había una pequeña mancha de sangre.

¡Era virgen!, obviamente que le iba a doler si seguía con la misma fuerza, ¡Qué imbécil de mierda!, resopló molesto y me adentro en el baño para darme una ducha fría, su sabor está aún en mi boca. Y eso me descoloca más, es tan sabrosa y deliciosa, como cada parte de su sexy cuerpo. Al salir envuelto en una toalla el teléfono empieza a sonar, lo agarró y es William.

—Porqué mierda me estás llamando, ¿No deberías estar yendo rumbo a Asia? — Digo de mal humor. Un suspiro de la otra línea se escucha.

— Señor, ese es el problema, los asiáticos piden verlo. Acabo de recibir la llamada al jet.

— Putos de mierda, para que quieren que vaya. Para eso estas tú.

— Parece que ellos no entienden eso señor. Por favor, el jet lo espera en la pista dentro de media hora, para que en la mañana éste acá.

— Como sea, nos vemos luego.

Cuelgo, gruñó colocándome la ropa de mala gana, terminó de vestirme y salgo de la mansión hacía la pista donde el avión espera por mi. En el vuelo, solo tengo en mi cabeza a Dina, tampoco fui capaz de hablarle y decirle que estaría fuera por unos días. Espero que cuando vuelva este más tranquila y su gata con recelo se haya ido de ella. Porqué no podría soportar la idea de tener que castigar a la revoltosa gata, que más parece una pantera salvaje, tal como me encanta.

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