Maxi
El trato con los asiáticos estaba más complicado de lo que creí, no pensaba demorar tanto tiempo en este lugar. Y a decir verdad, Dina no salía de mi cabeza, la tenía en la mente constantemente, ver sus ojos llenos de pánico, se quedaron en mi memoria. Y ver aquella manera que huyó de mi. Me frustra.
El asiático habla con William mientras estoy ido en mis pensamientos.
— ¿Qué opina señor Lombardi? — Me enfocó nuevamente en el asiático.
— Que me hicieron venir para nada, su mercancía estará dentro de dos semanas sin ningún contratiempo como la anterior. William se quedará. Ya sabe, sólo para cerciorarse de ningún fallo.
El.hombre me miró con el ceño fruncido, me levanté de la silla y salí sin esperar ninguna respuesta
— No le quites los ojos de encima a ese imbécil de mierda, no confío en él. A decir verdad en nadie.
— Si señor, le estaré informando si surge algun problema —Asentí—. Su avión ya lo espera.
— Bien, William —Me mira atento—. Ve al puerto y saca la información de los encargados.
Asintió con la cabeza antes de subirme en el auto. El viaje de regreso sería largo, y me sentí impaciente y emocionado de ver a esa bella morena, que logró seducirme. Luego de varias horas llegue a la media noche a la mansión. Todo estaba en completo silencio, sólo se oían los pasos de los guardias haciendo sus rondas, subí a mi oficina en cuanto entre en ella. Deje algunos papeles listos para enviarlos a mis padres, me quite la corbata mientras bebía un trago de whisky. Unos gritos me hicieron poner en alerta, agarré mi arma y salí por el pasillo.
María subía casi corriendo por las escaleras, al verme se detuvo de golpe, su cara notaba preocupación.
— Señor, que bueno que haya llegado de su viaje. La señorita Dina estas últimas noches ha estado así — Habló rápidamente, fruncí el ceño confuso.
— De que hablas, ¿Es ella la que grita? — Pregunte y mi corazón empezó a golpear fuerte mi pecho.
— Si señor, desde la primera noche que se quedó, pobre chica, sus pesadillas deben ser horribles para que grite y lloré de esa manera— Dijo con un suspiro cansado—. Iré a calmarla.
— Iré yo — La detengo, ella me mira sorprendida por unos segundos, para luego asentir.
Guarde el arma y camine por el pasillo hasta llegar a su habitación, los gritos y el llanto era fuerte, desesperado, desgarrador, como pidiendo ayuda. Abro lentamente la puerta, y entró a paso decidido, me acerco a la cama:
Dina esta; empuñando fuertemente las cobijas, sus lágrimas caen sin cesar y sólo dice balbuceos que no logró entender, por su frente baja el sudor, y todo su cuerpo parece tenso, hasta que abre los de golpe quedando sentada en la cama. Se lleva las manos a la cara y llora, se me forma un nudo en la garganta al verla así. Parece una pequeña niña asustada, donde su llanto es de un inmenso dolor.
— ¿Qué te sucede? —Me acerco a ella, da un brinco quedando lo más lejos de mí, fruncí el ceño, encendí la luz. Su expresión estaba llena de terror. Al verme abrió los ojos grande, sus lágrimas seguían bajando por ellos—. Confía en mi y dime que te ocurre, María me dijo que llevas de esa manera todas estas noches.
Niega con la cabeza, más no habla. Su agarré en las sábanas se vuelve más fuerte, una punzada atravesó mi pecho. ¿,Sería por aquella vez?, me cuestiono acercándome a ella. La tomo de la barbilla y con una mano limpio sus lágrimas, me mira extrañada y con recelo. Con ambas manos sostengo su rostro, sólo puedo ver sus ojos; que guardan una profunda tristeza junto con un enorme vacío. Nos quedamos viéndonos hasta que fue calmando su llanto. Suspiró fuerte y la ayude a levantarse de la cama.
— Maximiliano... Yo...
Su voz ronca salía forzosa.
— Shhhh, no digas nada. Linda — Puse un dedo en sus labios, y lentamente los acaricie. Sin dejar de verlos, jodidamente los necesité y extrañé cinco días. Muero por probarlos otra vez.
— Bésame — Exige en un susurró, la contempló por unos segundos donde, no sé que mierda estoy haciendo. Pero su petición fue bien recibida y antes que pueda contestar ella es quien me besa. Sus labios tiemblan por su llanto incontrolable, moviéndonos suavemente enlaza sus brazos en mi cuello profundizando más el beso. Que pasa a ser más intenso y hambriento. Mis manos se mueven solas a sus caderas para apretarlas un poco y pegarlas más a mí, nos separamos para tomar aire. Sus ojos azabache.parecen confusos y perdidos.
— Quedate conmigo, está noche — Pide, en realidad nunca había dormido con una mujer, ¿Porqué ella debe ser la excepción?, frunce levemente el ceñp, separándose de a poco de mi cuerpo—. Gracias. Y hasta mañana, Maxi.
Se acuesta en la cama. Envolviendo su cuerpo con las sábanas, miró su espalda y no estoy pensando claro, me deshago de toda la ropa quedando en boxer, me subo junto a ella que da un pequeño brinco de sorpresa, la tomo de la.cintura abrazándola; sintiendo su calor, su olor, como su respirar es aún errático. Hundo mi rostro en su cuello y dejó un leve beso, logrando que se le erize la piel, se gira quedando frente mío, me deja un casto beso y se acuesta en mi pecho, Colocando su brazo derecho alrededor de mi cintura, y lanzando su pierna encima mío.
— Duerme bien, muñeco —Dice con algo de burla. Su aliento golpea mi pecho caliente. Cierro los ojos y la envuelvo en mis brazos.
— Buenas noches, gata —Susurro, se ríe un poco y esa nimiedad me.hace sonreír un poco. A los pocos segundos se queda dormida.
Su pecho sube y baja lentamente, tocando mi cuerpo. Suelta el aire por la nariz que caliente me golpea en el torso, su agarré es más relajado, sus cabellos largos y negros como la noche están esparcidos en desorden por mi brazo y la almohada. Su calor me envuelve en la calidez, y aspirando su aroma me duermo.
Al sentir el sol en mi rostro, abro los ojos y lo primero que veo es a Dina, que ya no está en mi pecho, su cabeza descansa en la almohada:
Sus ojos cerrados tienen unas pestañas largas y negras, a juego con sus cejas perfectamente delineadas, de nariz redonda y pequeña, labios gruesos y carnosos. Piel tersa. Esa canela que brilla por la luz natural; la hace ver hermosa. Me levantó de la cama y me voy a mi habitación no sin antes dejar un beso en su frente.
— ¿Qué mierda te pasa Maximiliano?— murmuró en voz baja caminando por el pasillo.
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Comments
Maris Benitez
Se están enamorando 😍😍😍😍😍😍😍😍😍😍😍❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️
2023-11-15
12
Rosalinda Quintanilla
están enamoranose,
2023-10-15
2
Marta Bedetti
buena asta aquí...
2023-08-13
0