Capítulo 3.

Maxi

En que demonios estaba pensando cuando le propuse tal cosa, pero a mi defensa, me tiene fascinado, todo su cuerpo es una obra de arte perfectamente que se creó para mi. ¿Dónde quedo mi seriedad?. Ahora por un arrebato, se nos viene encima una guerra con Carlo. El hermano mayor de Darren. Me vale mierda, saben como es este negocio, y a decir verdad, la chica lo vale. Con solo mirar sus extraordinarias curvas, su hermosa piel canela, y esos labios que besan y saben delicioso, ya estoy con una erección de los mil demonios. Paso mis manos por sus grandes senos y los apretó fuerte, suelta un gemido, sigo bajando mi mano y la adentro por su pequeño traje, al hacer contacto con su intimidad, tiembla en mis manos, y yo estoy en un cataclismo, esta muy húmeda, rozó mis dedos y cierra fuerte las piernas, separándose de mí, como si la hubiera quemado viva.

— Eres muy guapo y todo, pero no siento ese deseo de tener sexo...

— Tu humedad me dijo lo contrario, mira gata si no me vas a dar nada, mejor es que vuelvas a ese maldito hueco — Espetó enojado, me acomodo la camisa y me bajo del auto, dejándola sola—. Que le traigan ropa, y muestrale una habitación.

La ama de llaves. Asiente y se dirige hacia el auto, Me adentro en mi habitación. quitandome toda la ropa ¡Maldita mujer!, me dejó con los putos huevos en la garganta, me despojo de todas mis pertenencias y entró al baño, donde me doy una larga y fría ducha. Para bajar la calentura, que la morena me dejó. Gruñó, mientras me cae el agua mojando todo el cuerpo. Me quedo allí, de pie pensando en esos lindos ojos azabache, grandes y vacíos.

Salgo revolviendo mi cabello con la toalla, hasta que siento un grito ahogado. La tiro lejos y cuando me doy cuenta la hermosa morena, está de espaldas a mi.

—¡Joder! — Exclamó ella, sonreí con malicía, y me acerqué, de mi cuerpo caían las gotas de agua, mojando el mármol.

— Que ocurre preciosa. Que no te espante, ese no muerde, lo mínimo que te puede provocar es un magnífico orgasmo— Susurro en su oído. Se gira bruscamente y achica los ojos.

— ¡Ja! — Sus ojos recorren todo mi cuerpo, de arriba hacia abajo, y luego volviendo a subir, sonríe — Maximiliano, hay algo que no te puedo negar, y es el hecho que eres muy sexy. Pero no te equivoques, jamás pasará.

— ¿A que viniste? — Me giró, camino hacía el armario. Sacó otra toalla y la paso de nuevo por el cabello.

— Dejarte en claro que me casaré contigo, pero, las condiciones las establecemos entre los dos.

— ¿Ahora?, estoy ocupado acaso no ves. Ya entiendo. Sólo querías verme desnudo — Digo divertido, la escucho resoplar y me enrredo la toalla en la cadera.

— Eres demasiado egocéntrico. En fin... te daré un lista de...

— Para linda, lo que sea que me vayas a decir, mejor guardalo para ti. A mi no me interesa, estoy siendo tu benefactor y no estás en posición de exigir.

De nuevo aquella mirada desafiante y fría, que me intriga vuelve a sus ojos. Mi yo interno me susurra que Dina, no será nada fácil de manejar. Como con las otras mujeres que he tratado. Sonrío caminando hacia ella que frunce el ceño. La tomo de las muñecas y la tiro a la cama, está preciosa gata no sé escapara de mi. Me subo encima de su cuerpo abriendo sus piernas un poco.

— Una de las condiciones es nada de esto, Maximiliano.

— Dime sólo Maxi, nena. Yo sé que lo quieres y deseas tanto como yo. Te daré tiempo si así lo quieres. Pero te advierto que no soy muy paciente que digamos — Bajo mi nariz a su cuello oliendo su olor. Está limpia, y con un vestido azul noche escotado.

— Pareces un perro oliendome.

— Los perro les gusta olfatear todo — Bajo por su cuello llegando a sus pecho. Su piel esta siendo una perdición. Jamás había estado con una morena, pero ella tiene algo que me atrae y me hace querer probar su delicioso cuerpo.

— Si ya me doy cuenta. Aquí muy causal mientras terminas de oler, ¿Cuándo nos casamos? — Inquirió relajada. Deje un casto beso en sus pechos antes de mirarla. Nuestros rostros quedaron a escasos centímetros.

— Mañana, cuanto antes mejor.

— Deberías arrodillarte para que sea una propuesta formal, ¿No te parece? — Sonríe divertida, rozo mi erección en su vientre y hace un gesto de fastidio.

— Te lo voy a proponer de otra manera — De un ágil movimiento remuevo su ropa interior y la penetro de golpe, ella suelta un grito de sorpresa. Sus ojos me ven llenos de furia pero sigue con una sonrisa ladina en sus labios.

— Quiero verlo — Me relamo los labios, y empiezo los movimientos en círculos, su interior se siente muy apretado y me chupa haciéndome perder el control. Su cara sigue neutra sin rastro de emoción, sólo jadea levemente, fruncí el ceño—. Podrías por lo menos gemir así sea fingido.

— Para que fingir — Susurra con voz ronca, su pupila se empieza a dilatar, me incorporó y veo sus mejillas que se nota un leve rojizo.

Se remueve y no sé en que momento está encima mío, me toma de las manos y las lleva arriba de la cabeza. Se acomoda bien y entra lentamente. El cuerpo me vibra con deseo de darle duro. Pero la gata tomó el control, empezó a mover sus caderas muy sensual, tal como lo hace al bailar. Sus senos se movían de arriba abajo, morí por probarlos .

— Te diré algo Maxi... — Gimio—. Eres demasiado sabroso.

Aceleró los movimientos de arriba hacia abajo con rapidez, me solte de sus manos y me aferre de sus caderas, hundiéndome más en ella. La levanté un poco y empecé con las embestidas duras y profundas, soltó un gemido fuerte y se aferró de la cama chocando fuerte contra mi cuerpo.

— Estas demasiado apretada y caliente — Murmuro por lo bajo, su sonrisa burlona aparece de nuevo. Dina bajo su rostro al mio y se movió lentamente, provocandome corrientes, me sentía a punto de estallar.

— Y tu demasiado grande e hinchado— Gimoteo en mi oído. ¡Joder y mil veces joder!, donde estaba está mujer—. Pareciera que me fueras atravesar.

Trago saliva, me gusta su sinceridad. La giró rápido y quedó encima de ella, la tomó de una pierna poniéndola en mi hombro, entró y salgo con precisión y rapidez. Se muerde los labios mientras su cuerpo sube y baja, meto un dedo en su boca, ella lo muerde fuerte mientras arremeto con fuerza, sexo duro y sin compasión es lo que está chica me incitó desde que la vi bailar. Grita sin parar. Hasta que se contrae, sus paredes me envuelven y me chupa con fuerza, haciéndome soltar un gruñido de satisfacción, aumento la velocidad y sus piernas tiemblan hasta que llega a su clímax, sigo con mis arremetidas fuertes hasta que me corro en su interior. Caigo en su pecho cansado, tratando de recuperar aire. Salgo lentamente y una electricidad nos gobierna a ambos. Lo puedo sentir, se levanta rápidamente y sale de la habitación sin decir nada.

— ¡Dina!— Grito, pero no me hace caso. dejó caer la cabeza en la cama y sonrío—. No qué no gata — Murmuro para mi con una sonrisa.

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