Dina
Aquella sensación volvió a mi, cuando Maximiliano se pasó con la fuerza. Estaba a punto de llorar, pero me dije a mi misma que el recordar aquel día solo traería más pesadillas y más dolor, incluso más del que ya tengo en mi corazón. Pase muchos años presa de la misma imagen, donde las asquerosas manos de ese hombre tocaron cada parte de mi cuerpo. Sólo puedo agradecer que cuando estaba a punto de cometer el acto. Mi primo llegó y lo alejó de mí, después de eso; su esposa no me creía y, esa fue la razón por la cual termine en la calle. Si lo volviera a ver, sería capaz de matarlo con mis propias manos.
Me acuesto en la enorme cama sin nada de ropa, cierro los ojos y me dejo llevar por el sueño.
°°°°
Estoy sentada en la comedor, jugando con el borde de mis vestido rosa que llega hasta mis rodillas, esperando a mi tía que llegue con algo de comer. Siento la puerta abrirse y sonrió alegremente imaginando que pronto comeré algo. Mi tío Javier aparece tambaleante como todas las noches, se queda en medio dándome una mirada profunda. Algo que por dentro me hizo sentir miedo. En sus ojos había algo raro que me hacia querer salir corriendo.
— ¿Qué haces ahí princesa?— Cada palabra pronunciada salió atropellada. Se acercó y rodeó la pequeña mesa de cuatro puestos parándose tras mío—. ¿Tú tía no está?.
Negué con la cabeza, con doce años, ya conoces un poco de la maldad, el miedo me gobernó y más cuando posó sus manos en mis hombros apretando un poco fuerte. Me quedé allí inmóvil sin saber que hacer. Tampoco sabía que era lo que tenía planeado mi tío.
— Sabes Dina, Nuestro dolor es compartido — Susurró con voz más gruesa—. Mi hermano también se fue.
Mis ojos se llenaron de lágrimas. Ya me había echo a la idea que no volvería a ver a mis padres, pero en el fondo quería estar con ellos. Quería que todo fuese mentira y que por la puerta iban a llegar en cualquier momento. Pero los días pasaban y nunca más regresaron.
— Tranquila mi princesa, siempre estaré para ti — Sentí su aliento en mi oreja, pero mis lágrimas no dejaban de caer. Me levantó con algo de fuerza, me condujo hacía la habitación que compartía con mi primo Esteban. Allí me dejó en la cama suavemente y posó una mano en mi pierna derecha—. Estaremos siempre juntos.
Su aliento a alcohol me hizo fruncir el ceño, varias veces había llegado pasado de tragos, y su comportamiento era totalmente diferente conmigo. De repente empezó a tocar mi muslo subiendo un poco el vestido.
— Tío... que está haciendo —Repuse en un hilo de voz, todo mi cuerpo temblaba de miedo, me sentí una pequeña conejo, que asustada trataba de escapar de su feroz cazador.
— Te quiero consentir mi Dina, que olvides todo dolor que hay en tu corazón, mi pequeña — Su voz sonaba seca y rasposa, lo mire a los ojos. Que iguales de negros a los mios brillaban.
Me trate de levantar de la cama pero me sujeto fuerte por ambas piernas, las cuál cerré por instinto de inmediato, su mirada era mucho más oscura y menos agradable que hace un rato.
— Eres muy linda — Me empujó con una mano, cayendo de espalda en el colchón, se subió encima mío y me tapo con su gran cuerpo. Sus manos empezaron a tocar todo a su paso, mi cuello, mis pequeños senos, mi vientre, mi parte más íntima, mis piernas. Para luego volver hacer el mismo recorrido pero hacía arriba.
Me ahogue con mi llanto, le pedí que no me lastimar, que parara, que me hacia daño con cada brusco toque que me estaba dando. Sus dedos; entraron por debajo de mi vestido y se abrió paso por mis bragas, forcejeé hasta el cansancio pero ya sentía como los movía en mi interior con fuerza, quemando mi piel, desgarrandome por dentro, bruscamente sin compasión. Mis gritos eran sordos, quizá nadie me iba a ayudar. Y sólo un milagro podría salvarme. Los segundos pasaban y sus movimientos eran con mayor fuerza, jadeaba y decía incoherencias. Sólo quise morir ese instante. Y morí, verdaderamente murió una niña inocente, sin maldad, que estaba sola en un mundo. Mi propia familia me estaba lastimado. Mis ojos lo veían como un padre. Pero la máscara cayó y vi claramente el verdadero rostro de aquel monstruo.
Mis bragas se deshicieron en sus garras, levantó mi vestido con urgencia y escuche como bajaba su cremallera, cerré mis piernas pero bruscamente me las volvió abrir.
— Siempre serás mía — Su voz era espeluznante y autoritaria, negué con lágrimas y rogue por mi. Se río con malicía, sentí como su pene rozaba mis piernas, apreté fuerte para no darle entrada, cuando estaba a punto. Podía sentir algo grande posarse en mi intimidad. Vi como algo impactó en su cabeza, cayendo por completo encima mío.
— ¡Dina, estas bien! —Esteban había golpeado a su propio padre para salvarme, no podía estar más agradecida con Dios y con la vida por ello. Pero los recuerdos seguirían intactos en mi memoria.
Me ayudó a levantar y me abrazo fuerte limpiando mis lágrimas, apenas tenía diez años, y podía sentir su rabia por el acto que había presenciado.
Grite y lloré desconsoladamente en sus pequeños y delgados brazos. Mi sueño volvía repetirse constantemente pero está vez, Esteban, no había podido salvarme de aquél hombre.
°°°°
Desperté gritando de mi horrible sueño, bañada en lágrimas, cinco días habían pasado sin ver a Maximiliano y mis pesadillas cada día eran peores, sudaba a mares cuando María entró por la puerta con preocupación, como cada noche me arrullaba hasta volver a dormir pero con mi corazón preso del pánico. Le pedí que no le contará nada a Maxi, lo que menos quería era su rechazo. O que me menospreciara por lo que me había ocurrido de niña. Y que por sus inmensas ganas de hacerme suya me lo volvió a recordar.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 70 Episodes
Comments
Ibelitza Oliverovelis
que terrible
2025-02-03
0
Samyy Calderon
😭pobre niña
2024-05-21
2
Ina Acosta
,tío puerco..
2024-05-09
0