Dina
¡Qué mierda acabo de hacer!, ¡Maldita sea!, corro a la habitación que la mujer me dio, me me encierro en ella, y dejó caer mi cabeza en la puerta, mi entre pierna chorrea su semen, me muerdo los labios fuerte. Aún siento esos espasmos. La sinceridad nunca juega a mi favor, tengo que ser tan directa en cuanto a lo que pienso. Pero para que negar que ese hombre está muy bueno. Su paquetería esta más que bien. ¡Sobrepasa un 10!.
— ¡Joder, Dina! — Quien no se deleita la pupila con ver ese cuerpo tan bien trabajado con un excelente trozo de carne bien erecto, grande y pidiendo a gritos ser liberado. Caigo lentamente al suelo con la cabeza apoyada aún en la puerta, pongo mis rodillas a la altura de mi pecho, Hundiendo mi rostro en ellas, suelto una carcajada; Dina calma, respira y actúa como si nada hubiese pasado. Siempre he sabido como aparentar lo que realmente siento. Me incorporó camino hacía el baño y me doy otra ducha, una mucho más larga y fría. Siento aquél calor concentrando en mi parte baja, quemando cada centímetro de mi piel.
Al salir de la habitación nuevamente cambiada, obvio que no volveré a la de él, voy directo a la cocina, muero de hambre. Me detengo al verlo perfectamente vestido en un traje negro, la colonia tan varonil se siente a metros de distancia, pasó de largo sin que me note. Lo que menos quiero es darle la cara, ¿Desde cuándo huyes?, me recriminó a mi misma. Toda la razón, levantó la cabeza y a paso seguro camino por su lado, me da una mirada penetrante mientras habla por teléfono, sigo con mi corazón acelerado hasta desaparecer de su vista. ¿Qué mierda me pasa?, jamás había actuado tan infantil en mi vida. Resoplo molesta conmigo misma.
— Señorita, aquí está su almuerzo. El señor Maximiliano en un momento la acompaña — Informa la mujer con una sonrisa.
— Gracias... Como te llamas.— Inquirí, la mujer dio una mirada rápida y se giró.
— María — contesta, coloca frente mío un plato lleno de comida. Agarró los cubiertos y me de dispongo a comer.
— No pudiste haberme esperado. Mi amor — Se sienta a mi lado, con una sonrisa petulante. Lo miro de reojo y asiento sin decir nada—. No estás muy habladora, deberíamos repetir. Ya sabes para que te sientas más a gusto.
Susurra en mi oído, giró mi rostro y lo mire a los ojos. Enarco una ceja viéndolo seriamente, su sonrisa de lado es de burla. En sus ojos azules puedo ver como se debate entre decirme algo más o no.
— Lo siento mi amor. Pero no como del mismo postre dos veces — Suelto con sarcasmo, su sonrisa desaparece por completo. Sonrío triunfante y me centro de nuevo en la comida.
— Vamos — Ordena tomando mi mano y llevándome con él hacia la salida.
— ¿A dónde vamos ? —Digo en el auto como por quinta vez, su expresión es tan fría y sería. Que me congela todo el cuerpo. Volteo mi rostro mirando por la ventana, quiere jugar al ser de hielo. Te acabas de topar con un iceberg mi querido amigo.
El auto se detiene en un puerto, Maximiliano baja de este sin decir nada. De inmediato hago la misma acción siguiendo sus pasos, veo su trasero que es demasiado sexy, redondo y firme. A mi mente llegan las imágenes al verlo desnudo. Choco con su espalda, sin darme cuenta que se había detenido por estar mirándole las sabrosas posaderas que se carga, ladea un poco la cabeza viéndome por encima del hombro, frunzo el ceño, lo rodeó y sigo caminando sin decir nada y mucho menos sin saber dónde putas voy. Me detengo lo más lejos posible de él.
Habla con unos hombres, serio y con voz demandante e intimidante. Escaneo el lugar rápidamente, es una bodega. Hay varias cajas apiladas en el suelo y varios tipos cargandolas hacía la salida trasera. ¿Qué habrá en eso?, obvio que droga, que más puede ser.
— Hola preciosa — La voz del chico de ojos grises me saca de mis pensamientos—. Creí que mi hermano sólo te usaría para a una noche, pero veo que no es así. Porqué para que te traiga con él acá...
Inquirió tranquilamente fumando de su cigarrillo. Así que son hermanos. Vaya vaya.
—Ni que fuera servilleta, además el que salió usado no fui yo — Sonrió de lado y me vio suspicaz.
— Eres interesante Dina, eso es lo que le atrajo de ti — Dice viéndome a los ojos, sonrío de lado.
— Me lo han dicho antes — Asiente y da otra calada más larga.
— Lo que es sorprendente es lo celoso que está, solo porque estoy hablando contigo, Maxi. Es demasiado serio y reservado, jamás creímos que fuera a conseguir mujer.
— Sabes que es un trato, jamás sería mujer de alguien tan egocéntrico como él.
— No te vayas a tragar tus palabras después, Dina.
Remi, me dio esa confianza de un amigo la cual nunca tuve, nuestra conversación fue muy fluida, como si nos conociéramos de hace mucho tiempo. Además que me divertí bastante con la cara de Maxi, cada que nos veia reír con su hermano menor.
— Ya está toda la mercancía cargada Remi, vete a Inglaterra que no debes dejar tus negocios mucho tiempo solos — Inquirió serio llegando a nuestro lado.
— Como digas, nos vemos después preciosa — Me dio un guiño y sonriendo con burla se marchó hacia un barco.
— Mario te llevará a la casa, firma este papel y ya eres mi esposa, en cuanto regresé hablamos de las condiciones — Dejó el papel con un lapicero en mis manos y se marchó.
Suspiro viendo el documento en mis manos, su firma ya se encuentra en el papel. Lo dejo en una mesa y me agachó para plasmar mi nombre allí, adiós libertad nuevamente. Pase de manos de un repugnante gordo a un sexy hombre. Por lo menos subí un escalón más. Un chofer me llevo hasta la mansión, cuando llegue ahí, una mujer muy hermosa esperaba en la sala sentada de piernas cruzadas.
— Buenas noches — Dijo con acento italiano levantándose del sillón.
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Comments
MINNY@24💕
así es amiga , bien dice el dicho cae mas rápido un hablador que un cojo así que amiga no digas no que zaz de ozico te vas 😉 😜 😁 🤣🤣
2024-01-25
4
Cori Villa
jajaja,soy yo acaso???
2023-12-20
1
Magdalena Parada
así nomas se casan re prácticos ja ja
2023-11-27
6