Eliza está a mediados de su tercer trimestre de embarazo. El tiempo ha pasado, sin ningún contratiempo en su salud, y ha seguido su curso con normalidad.
Miguel ha logrado adaptarse a su escuela. Y sus maestros lo estiman mucho. Y aunque al inicio fue un poco difícil, tiene algunos amigos y sus compañeros de clases que se portan bien con él. Hasta el momento tiene buenas notas en sus clases. Le gusta mucho la matemática y las ciencias.
El pequeño está muy contento con su nuevo hermanito o hermanita. Su mamá Eliza le dice que su herman@, aún no se deja ver con el médico. Así que no saben si va a ser niño o niña. Pero para Miguel eso no es importante, lo que importa para él, es que va a ser un gran hermano mayor, que cuidará mucho del bebé.
Sin embargo, un días que va a clases, una niña que le parece agradable, se su misma clase, se acerca a él durante el recreo en la escuela. La niña se llama Ana. Miguel estaba sentado, en uno de los columpios, balanceándose suavemente, mientras comia una galleta que su mamá le dio, junto a su lonchera, para la merienda.
La niña se acercó y se sentó en el columpio al lado de Miguel.
- Hola, cómo estás? - pregunto la niña - Eres Miguel, Verdad? - dijo con una sonrisa, balanceando sus pies sobre la arena donde estában los columpios.
- Hola - respondió Miguel, mirándolo serio. Esa niña era de su clase, pero se sentaba en una fila lejos de él. Ella se sentaba cerca de la puerta de entrada del salón de clases, mientras el se sentaba al lado contrario, cerca de la ventana del salón. - Bien, gracias. Y tú? - dijo Miguel sin sonreír. Ana nunca se había interesado en dirigirle la palabra. Ya que ella tenía su grupo de amigas. Y no andaba con nadie más.
"Que querrá, Ana?" se preguntó Miguel. Era extraño que ella se acercará a él y le hablará cuando nunca lo había hecho. Es más , el podía ver a las amigas de Ana, a una distancia cercana, junto al tobogán, mirándolos a ambos, hablaban entre si, y luego reían. Eso le pareció aún más raro.
- Estoy bien. - dijo ella mirándolo, sonriendo - sabes, mi mamá dice que esta es una escuela exclusiva y que es increíble que hayan aceptado a un niño como tú. Que solo eres un recogido. Y que eres huérfano. No tienes padres. - explico Ana, sonriendo, dando a conocer la razón de su acercamiento al pequeño.
Miguel abrió mucho los ojos por la sorpresa.
- Por que me dices eso? - pregunto él, reconociendo la malicia en las palabras de la pequeña, que tenía la misma edad de el, pero que no tenía la culpa de lo que estaba diciendo. Ella solo repetía las palabras de su madre, sin saber que hería los sentimientos de Miguel.
- Solo quise decírtelo, para que hables con la señora Eliza y te cambie de escuela. Ya que está no es una escuela para ti. - repitió ella con una sonrisa - Mi mamá también dice, que cuando la señora Eliza tenga a su bebé, ya ni ella, ni el señor Eduardo te van a querer, y que seguramente te van a regresar al orfanato donde estabas. - volvió a hablar Ana. - Bueno, voy con mis amigas. Ya suena el timbre - la niña se bajó del columpio, y volvió con sus amigas, las cuales estaban riendo. Ellas le habían dicho que le dijeran a Miguel lo que había dicho la mamá de Ana.
Miguel se quedó mirando como la niña caminaba hacia el grupo de niñas, y estás reían. Luego hablaban y lo miraban a él. En eso se dio cuenta había sonado el timbre para regresar al salón. Por lo menos el grupo de niñas no se sentaban cerca de él.
Miguel estuvo muy triste el resto de la tarde. Estuvo casi a punto de llorar pero se contuvo. Cuando su mamá fue a buscarlo, y la vio acercarse, con su gran barriga, camino hacia a ella y la abrazó con fuerza.
- Que sucede, pequeño? Te paso algo? Te hicieron algo malo? - saludo y pregunto Eliza atenta a las reacciones de Miguel.
- No, mami. Solo te extrañe. Vámonos por favor. - explico Miguel limpiándose los ojitos con las manos. Alguna lágrima se había escapado, cuando vio y abrazo a su mamá.
- Está bien. Pero quiero que sepas que si te dice. Algo malo, tñsu te hacen algo que no te gusta o si necesitas algo muy urgente, puedes decirme a mí o a tu papá. No nos pondremos bravos, solo queremos ayudarte. Y para eso necesitamoa saber qué te sucede. Está bien? - le preguntó con una sonrisa amable.
- Si, lo sé, mami - dijo Miguel algo triste.
- Quieres contarme algo? -
- Aún no. -
- Okey, entonces iremos caminando al apartamento. Hagamos un poco de ejercicio. No hay casi sol, vamos. Te contaré de mi día. - Y así Eliza y Miguel fueron caminando hasta el conjunto residencial, que quedaba a dos cuadras de allí.
"Que habrá pasado? No lo presionaré. El debe decirme que paso. Debe confiar en que yo lo ayudaré" pensó Eliza, sin saber que tenía preocupado a su hijo Miguel.
Ya en el apartamento, Miguel ayudó a Eliza a cocinar. Y Eliza le dio una galleta que le había llevado del negocio donde trabajaba medio día.
Al tener todo listo, Eliza sirvió la comida, que consistió en pollo al horno, papas también al horno, ensalada y un poco de arroz, junto a jugo tres en uno (jugo elaborado de naranja, zanahoria y remolacha, puede ser colado o sin colar) y sentó junto a Miguel. Antes de eso, llamo a Eduardo y le pregunto si iría a almorzar. Pues si, el estaría en unos minutos allí.
- Esperemos a papi, hijo. Mientras tanto quieres contarme algo interesante que te haya pasado en clase? - le preguntó Eliza esperando que su hijo se abriera con ella.
De repente Miguel se decidió,
- Es verdad, que cuando nazca el bebé, ustedes ya no me querrán y me devolverán a la casa hogar? - pregunto con los ojitos aguados el pequeño niño.
Eliza se sorprendió. Sabía que en cualquier momento, algún niño podía decir algo como eso, y hacer tambalear la frágil autoestima del niño. Y la confianza que le había dado a ellos.
- Hijo. Mi hijo mayor. Sabes que eso no es verdad. Te lo hemos explicado, tu papá y yo, antes. Desde que te vimos, supimos que te queríamos como nuestro hijo, y hablamos con la directora de la casa hogar y otras personas para poder ser tus padres según la ley. Lo sabes hijo. Te acuerdas la trabajadora social que nos visitaba? Era para asegurarse que tuvieras un hogar seguro y estable. Así que si alguien te devuelve a decir eso, solo aléjate de ellos, porque no entienden que nosotros te amamos con todo nuestro corazón. A ti y a tu hermano o hermana por nacer. - le explico Eliza con una sonrisa que tranquilizó el corazón de Miguel.
El niño con los ojos aguados, se levantó de su asiento y fue a donde su mamá.
- Gracias Mamá. Yo también los amo mucho. - y abrazo a Eliza fuerte.
En ese momento entraba Eduardo al apartamento, saludando a ambos con besos y abrazos.
**********
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 26 Episodes
Comments