La directora de la casa hogar se disculpo por el mal rato que pasaron con la impostora. Aún cuando no fue su culpa, si ellos hubieran notificado que la trabajadora social que revisaba el caso de Miguel estaba enferma, no hubieran pasado por ese susto.
Ellos aceptaron las disculpas, pero desde el día anterior, cuando había ocurrido el susto para la nueva familia, Eliza se había sentido mal, y había permanecido en reposo. Solo salió a la casa hogar porque los llamaron a ella y a Eduardo para pedirles disculpas.
Les aseguraron que no les quitarían a Miguel. Que ellos ya habían sido aprobados como padres adoptivos para quedarse con Miguel. Con ellos, el pequeño tendría un hogar y la familia que necesitaba, y no le faltaría nada.
Al salir de la casa hogar, Eliza tenía muchas náuseas.
- ¿Qué tienes amor? - pregunto Eduardo sosteniendo su cuerpo, cuando ella estuvo a punto de caer.
- No sé. Siento mucho mareo. - susurro Eliza. fue entonces que Eduardo se dió cuenta que algo rojo manchaba su pantalón. Era como un hilillo rojo.
En ese momento, Eliza se desmayo. Así que Eduardo la cargo asustado y la acomodo en el asiento trasero del auto para luego encender el mismo e ir rápido al hospital más cercano.
Al llegar, se bajó, y la cargo sin importar dejar el carro abierto y funcionando.
- Por favor, ella está embarazada. Tiene mareos y sangrado. También náuseas. Y se desmayada desde hace un rato - explicó rápidamente Eduardo llenó de ansiedad y angustia.
Miguel se había quedado en una actividad en la casa hogar en ese momento. La idea era que cuando salieran de la entrevista ellos recogerían a Miguel y volverían a casa, Pero Eduardo tuvo que llevar a Eliza de emergencia al hospital. Mientras tanto, el pequeño Miguel disfrutaba de la actividad navideña junto a sus antiguos amigos del orfanato, a los cuales extrañaba algunas veces. Por el momento Miguel estaba bien cuidado. Así que se preocupo solo por Eliza.
Coloco a Eliza en una camilla que traía el personal del hospital. Y se la llevaron rápido adentro. Eduardo quiso seguirlos pero lo detuvieron en la puerta.
- Señor, no puede dejar el carro allí. Puede venir alguna emergencia. Por favor, debe estacionar en la zona correspondiente. - le pidió el personal de seguridad.
- pero mi esposa...-
-Tranquilo. En este momento la están atendiendo y no podrá verla por un rato. Acomode el auto y venga a la sala de espera, por favor. - Eduardo asintió y preocupado hizo lo que el guardia de seguridad le pidió.
********
Ha pasado una hora. Eduardo sigue esperando. Y se acerca la hora en la que debía recoger a Miguel. O llamar a la directora de la casa hogar. Esperaba que pronto le dijeran algo para tomar una decisión sobre lo que debía hacer.
En eso salió una médica junto a una enfermera. Él se acercó.
- Familiar de Eliza Márquez - llamó la enfermera y él se acercó.
- Soy yo - dijo Eduardo preocupado y ansioso.
- Señor, su esposa está estable. Ya la están pasando a una habitación y podrá verla. - le explicó la Doctora.
- ¿El bebé, Dra? ... ¿Qué pasó con el bebé? -
- El bebé está bien. Los latidos son fuertes y su desarrollo va acorde con el tiempo, aun en contra de las probabilidades. El sangrado no fue tanto pero si hay que tener cuidado. Por los momentos deberá tener reposo absoluto, al menos hasta que termine el primer trimestre. Luego, la evaluaremos nuevamente. -
- Entiendo. ¿Por qué sucedió esto, si iba tan bien? - pregunto Eduardo.
- Lo más probable es que haya sido una impresión muy fuerte. Por lo que ví en su expediente, el médico especialista indico que estuviera tranquila. Pero en vista que no se cumplió eso, y ahora se convirtió en algo de mayor cuidado, entonces tendrá que tener reposo absoluto. - explicó la Doctora.
- Okey, está bien. Gracias Doctora. -
- De nada. -
La Doctora se retiró y la enfermera llevó a Eduardo al cuarto para que esperara a su esposa. Entonces recordó a Miguel.
"¿Qué hago? ... Voy a llamar a la señora directora" pensó Eduardo.
Llamo a la directora de la casa hogar, y le explicó lo que sucedia. Pidió que dejarán a Miguel junto a sus compañeros un rato más, que alguien le explicará que ellos estaban en el hospital, y que en lo que él se desocupara iría a buscarlo. Solo necesitaba unos minutos para asegurarse que su esposa estaba bien y luego buscaría a su "hijo mayor".
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Miguel está dormido en el sofá de la habitación del hospital. Tal parece que durante el último mes, ha pasado la mitad de su tiempo con sus nuevos padres en el hospital, debido a la condición de su mami Eliza. Sin embargo, el niño no se queja, ya que está con su padre, ayudando a cuidar a su madre.
Eduardo le pidió a una enfermera que estuviera pendiente de su esposa mientras el buscaba a su hijo. Y fue rápidamente a la escuela y trajo a su hijo al hospital. Ahora el pequeño descansaba en el mueble de la habitación sobre varias sábanas que su padre había colocado en el mismo para tal fin.
Eduardo observaba a su esposa dormir. La piel suave de la mano ajena bajo sus dedos. La expresión suave en su rostro, como sino sintiera dolor ni sufrimiento. Y el cabello largo y suelto sobre los hombros.
El abogado lo había llamado hace un rato. Ya el proceso de adopción estaba casi completo. Que coincidencia que ocurre justo después del susto del día anterior, y después de aceptar las disculpas de la directora de la casa hogar. Parecía un milagro que hubiera sucedido tan rápido. Tal vez los deseos de navidad si se cumplían.
Eduardo giro su rostro para ver a su hijo mayor. Miguel dormía plácidamente en el mueble, sobre las cobijas, como si supiera que de ahora en adelante todo estaría bien. Eduardo sonrió. Entonces sintió que le apretaban la mano.
- ¿Por qué sonríes? - pregunto Eliza adormilada, apretando la mano de su esposo.
Eduardo se sorprendió, y sonriendo beso la frente de su esposa.
- Gracias a Dios. Estás bien, mi amor. -
- Si, estoy bien. ¿Nuestro bebé? ... - pregunto Eliza nerviosa, llevando la mano libre, pero con el suero puesto, a su vientre.
- Está estable, amor mío. Nuestro bebé es fuerte. - aseguro él, acariciando su vientre por sobre la mano ajena.
Ella sonrió de alivio. Mirando a su esposo con amor y colocando las manos de ambos sobre su vientre.
Entonces, Eliza movió un poco el rostro, hacía dónde estaba Miguel.
-¿Cómo está nuestro hijo mayor? -
- preocupado por ti y su hermanita o hermanito. Se quedó dormido por el cansancio. -
- ¿Tendremos problemas con el proceso de adopción por qué volví a enfermar? - pregunto con un hilo de voz Eliza, mirando lo tierno que se veía su niño grande, Miguel.
- No, todo está bien - explicó Eduardo con una sonrisa - el abogado me llamo y me dió buenas noticias, el proceso de adopción casi termina. Debemos estar pendientes por si cualquier situación se presenta, Pero pronto tendremos los documentos en mano que dirán que somos padres de Miguel - sonrió Eduardo.
- Que bueno. Es nuestro milagro, amor. -
- Ambos son nuestro milagro de navidad - le dijo Eduardo indicando tanto su embarazo como al niño dormido apaciblemente en el sofá.
**********
Han pasado varios días desde que dieron de alta a Eliza.
Llegaba un nuevo año. La familia formada por Eliza, Eduardo y Miguel se encontraban felices en casa, mirando los fuegos artificiales en la terraza del edificio donde vivían, junto a otros vecinos que organizaron un pequeño compartir en ese lugar. Bajo el permiso del condominio del conjunto residencial.
Allí se encontraban sentados en unas sillas, junto a unas mesas decoradas con motivos navideños, a la espera del nuevo año. Y comiendo uvas, daban gracias a Dios que estaban juntos y que el embarazo de Eliza seguía su curso sin ningún otro contratiempo.
Luego de su alta médica, de un momento a otro, Eliza dejo de sentir molestias. Y comenzó a sentirse cada vez mejor. Sin embargo, aún no salía del alto riesgo que ocasionó el susto de hace una semana. Al día siguiente de hospitalizarla por segunda vez, le dieron de alta con la indicación de reposo absoluto. El cual había cumplido al pie de la letra. Habían contratado a una mujer mayor para que la atendiera a ella e hiciera las veces de niñera con Miguel, y se encargará de los quehaceres del hogar, y Eliza solo se levantaba al baño.
Para estar en esta pequeña celebración, la Doctora que la había atendido la última vez, había dado su autorización. Pero sin emociones fuertes. Así que aquí estaban días después, recibiendo un nuevo año.
Todo era felicidad. Miguel jugaba con otros niños. Y Eliza y Eduardo, estaban de pie abrazados observando a su niño jugar. En eso comenzaron los fuegos artificiales. El pequeño Miguel se acercó corriendo a ellos, y los abrazo, observando los destellos de colores como estrellas, iluminando el cielo.
Luego comenzaron, todos los presentes en la terraza a darse el feliz año. Y se abrazaban, recibiendo el saludo de los demás, que declaraba que el nuevo año había llegado.
- Feliz año, mi príncipe - le dijo Eliza a Eduardo mirandolo a los ojos con una sonrisa. Recordando el largo camino que los había llevado hasta allí.
- Feliz año, mi amor. - le respondió la felicitación Eduardo, y se acercó a su rostro, besando sus labios tiernamente.
En ese momento, se escuchó la voz de Miguel, que no había visto el beso, ya que estaba distraído con las hermosas luces de colores en el cielo.
- Feliz año, mami, papi - dijo el pequeño.
Ambos, padre y madre, le dieron un beso en su frente y lo abrazaron fuerte. Luego el niño pidió permiso para seguir jugando con sus nuevos amiguitos.
- Ve, hijo - le dijo Eliza con una sonrisa.
Ella siguió abrazada al torso de Eduardo, sintiendo la suavidad de la tela de la camisa que llevaba puesta, escondiendo su rostro en el cuello de su amado esposo y aspirando la suave fragancia del perfume que ella le había regalado hace unos días, en navidad.
Eduardo apretó un poco el abrazo. Besando la frente de su mujer y acariciando su espalda. Amaba a su esposa con locura. Y la cuidaría siempre. A ella y a su bebé, el pequeño milagro que crecía en su vientre. Y cuidaría a Miguel, el pequeño niño de ojos tiernos que cautivó el corazón de ambos, aún antes de quererlo.
Tanto para Eduardo como para Eliza, ya no hallaban la vida sin su niño grande, Miguel. Y agradecían que el milagro de navidad se cumpliera, y lo hayan llevado a su lado, para formar una familia.
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