Eliza estaba hablando con Eduardo en el apartamento donde viven. Estaban sentados en el balcón viendo la vista nocturna de la ciudad. En algunos edificios ya se podía vislumbrar algunas decoraciones navideñas. Reflexionando sobre la petición de Ana y su esposo.
- Es mucho dinero, princesa. - dijo Eduardo.
- Lo sé. Es más de lo que hemos gastado en mis tratamientos de fertilidad. - murmuró con un hilo de voz Eliza .
Eduardo la miró. Se acercó a ella y la abrazo.
- Si eso es lo que quieres, buscaremos la forma de reunir el dinero y se lo entregaremos. Pero sabes que después estarán detrás de nosotros pidiendo más dinero. ¿Verdad? - explicó Eduardo - y entonces estará en el medio del conflicto nuestro posible hijo o hija. Lo sabes, ¿verdad? - le aclaró Eduardo a su esposa.
Eliza lloró abrazada a su esposo.
"No puedo hacerle eso a mi hijo" dijo Eliza en un susurro apenas audible. Pero Eduardo la escucho y la apretó en sus brazos, besando su frente.
- No, amor. No lo haremos. No quiero poner en peligro a nuestro hijo si tomamos esa decisión. - concluyó sobre esa situación Eliza. Y lloro por la decisión tomada pero era lo mejor.
Ahora buscaran juntos otras opciones para ser padres. Otras opciones que no involucren a su hermana y su cuñado, y dónde ellos, Eliza y Eduardo, no se lastimen más.
**********
Lo primero que acordaron sería que ambos debían ir a un psicólogo que los ayudará a canalizar todo lo que habían pasado en los últimos años, y a mejorar su relación de pareja.
Luego comenzaron a asesorarse sobre las opciones reales para tener un hijo. Quedaba descartada el vientre en alquiler, ya que no querían problemas legales con la mujer que alquilará su vientre.
Así que como primera opción averiguarían todo sobre la adopción. Y por supuesto que Eliza quería adoptar a un bebé. Pero, como después averiguaron, adoptar un bebé era muy difícil, porque eran los primeros en ser adoptados y la lista de espera para un bebé era muy larga. Así que cuando fueron a hablar con la trabajadora social, está les ofreció adoptar un niño un poco más grande. Había mayor posibilidad de hacerlo, ya que poca gente se arriesga a adoptar un niño o niña más grande. Porque ya han sido educados por otra persona en sus primeros años, entre otras cosas.
Eliza lloró porque no le era permitido tener un bebé en sus brazos. Pero haría lo mejor posible con el niño o niña que pudiera adoptar.
**********
Se iba acercando el mes de diciembre. En el aire se sentía el ambiente navideño. Algunos locales ya comenzaban a mostrar algunas decoraciones navideñas. Inclusive en las mañanas y las tardes, comenzó a hacer más frío, y ahora Eliza debía salir con abrigo. Igual lo hacía Eduardo. Ya ambos estaban en el trabajo, y estaban concentrados en sus deberes.
Hoy, Eliza se unió al espíritu navideño de sus compañeras en la empresa y le colocaron una bufanda roja, verde y blanca, hermosamente tejida. Todo el ambiente en la oficina era alegre, y en la merienda de media tarde sirvieron chocolate en vez de café. Así que Eliza estaba un poco más animada.
Ya al salir una de sus compañeras le habla que ellos se habían organizado para recolectar algunos regalos y llevarlos al orfanato de la ciudad. Para darles un poco de alegría a esos niños. Eliza pensó en lo que hablaban y se anotó, contenta, para colaborar.
"Tal vez pueda ir y ayudar en la entrega de juguetes" pensó Eliza contenta con su decisión de participar.
Por primera vez en mucho tiempo, se motivaba a participar en algo diferente a lo que cotidianamente hacía.
Sus compañeras de trabajo aceptaron agradecidas que colaborará con ellas, y antes de retirarse de la empresa se organizaron para que cada una se encargará de recolectar entre los empleados, cierta cantidad de juguetes. Y también podían colaborar los familiares y amigos de cada una. La idea era llevarle un poco de la alegria de la navidad a esos pequeños.
Contenta con la decisión tomada de participar, pasó por un supermercado y compró algunos víveres para prepararle la cena a su esposo.
"Prepararé algo distinto hoy, y lo sorprenderé" pensó Eliza.
En estos días, toda la gente que estaban alrededor de Eliza, notaban un cambio en ella. Estaba más alegre y se veía más tranquila. Lo cierto era que las citas con la psicóloga, le habían hecho muy bien. Y a pesar que tenía solo algunas semanas que comenzó a asistir, mentalmente se sentía mejor consigo misma sobre las decisiones que tomaba. No solo acerca de su decisión de adoptar, sino de muchas cosas en su vida diaria. Cómo decidir darle su espacio a su esposo y conversarlo con él.
Eliza y Eduardo aún dormía en habitaciones separadas. Sin embargo, su trato diario había mejorado mucho. Él también estaba asistiendo al psicólogo, y lo había ayudado a entender a su esposa, y algunas cosas que él sentía hacia ella. Así que poco a poco han ido recuperando la alegría en sus vidas. Se podría decir que estaban como en una etapa de enamorarse de ellos de nuevo. Conociéndose nuevamente. No era que no se amaran. Pero ya no eran las mismas personas de antes. Habían cambiado por muchas situaciones diferentes. Así que debían conocerse de nuevo, y volver a enamorarse de la persona con la cual se habían casado.
Así que como tarea, el psicólogo les había dicho que cada día, ambos debían hacerse un detalle que significará que en realidad estimaban a la otra persona.
Así que Eliza hoy le prepararía algo diferente de cenar a su amado esposo.
**********
Eduardo llegó al departamento un poco después de Eliza. Y antes de siguiera de abrir la puerta con su llave, le llegó el olor de la comida que preparaba su esposa. Antes de abrir la puerta aspiro el aroma y sonrió.
"Que me habrá preparado de cenar, mi bella esposa" pensó Eduardo mientras abría la puerta y cargaba un paquete con él. Si, ese paquete era su detalle para su amada Eliza.
- Hola, princesa. - dijo en voz alta dejando las llaves en la mesita al lado de la puerta. Se quitó un momento la chaqueta dejándola en una silla y tomando nuevamente el paquete siguió caminando hasta el centro de la sala, dónde ya Eliza estaba de pie esperandolo.
Eliza escucho su voz y salió de la cocina y se paró en medio de la sala. Al verlo se acercó a él y solo le dió un beso en la mejilla.
- Hola, amor. ¿Cómo te fue en el trabajo? Ven ponte cómodo, ya sirvo la cena. Está casi lista. - hablo rápido Eliza, sin dejarlo contestar y sin darle oportunidad de entregarle su regalo. Eduardo solo sonrió y dejando el paquete en el mueble fue a darse un baño y cambiarse la ropa por algo más cómodo. Pantalones de algodón deportivos y una franela también de algodón, ambas de color azul.
Cuando regreso a la sala, ya Eliza estaba sirviendo la comida. Era algo sencillo, pero se veía y olía delicioso. Por un momento Eduardo se permitió ver a su esposa de arriba abajo, mientras ella iba de la cocina a la mesa de comedor, acomodando todo. Cómo si fuera un baile, solo para él. Eliza llevaba puesta una pijama de algodón. Una de sus favoritas, según observo él. Era de color rosa con flores en forma de corazón. De pantalón corto, y camisa manga corta con botones al frente. Llevaba el cabello recogido y algunos mechones sueltos. Y nada de maquillaje a pesar que había ido a trabajar. Suponía que se había tomado unos momentos para retirar el maquillaje que normalmente usaba, que era poco. Para él, ella no necesitaba mucho maquillaje.
- Ven, amor. Vamos a comer. - Lo llamo con una sonrisa Eliza. Mientras se sentaban y Eduardo asintió contento y se sentó junto a ella a la mesa.
Eliza había preparado unas hallaquitas rellenas con un guiso navideño de carne molida. Lo navideño se lo daba, que al guiso de carne molida normal, ella le agregó pasas, aceitunas y alcaparras. Y con este guiso relleno los bollos de harina de maiz, y los envolvió en hojas de plátano. Parecían hallacas, pero estás eran más sencillas. Las hallacas reales llevan muchos más ingredientes, y mayor tiempo de preparación.
Eliza hizo unas hallaquitas picantes y otras normales. Y en cada plato coloco una de cada una. Y había hecho algunas adicionales por si querían repetir.
- Pruébalo, Eduardo. Seguro te va a gustar. - le pidió Eliza contenta.
Eduardo tenía tiempo que no degustaba este plato hecho por las manos de su esposa. Así que corto un trozo y lo llevo a su boca. Ni bien comenzó a saborear sintió el picante. Y comenzó a abanicarse, y a buscar agua.
Eliza riendo le pasó el agua.
- Probaste primero el picante, amor. - dijo riendo Eliza. Luego él también comenzó a reírse. Y siguieron comiendo, charlando de lo que les había sucedido durante su día.
Luego de cenar, Eduardo ayudó a Eliza a limpiar la cocina, y entonces se sentaron juntos a ver las estrellas por las puertas de cristal del balcón.
De repente, Eliza recordó el paquete que él llevaba en las manos al llegar más temprano.
- ¿Qué era ese paquete que... - No la dejo hablar. Eduardo se levantó con un impulso y fue a buscar el paquete colocándolo sobre la mesa del comedor.
- Se me había olvidado. Ven amor. Espero que no le haya pasado nada. Este es tu presente de hoy. - dijo con una sonrisa mientras quitaba la envoltura de papel y abría la caja dejando al descubierto un pastel de hojaldre.
(Algo así. Les dejo la página de la receta 😋)
Eliza aplaudió emocionada. Era uno de los postres que más le gustaban.
- Gracias amor. Me gusta mucho este pastel. Vamos a servir un poco. - dijo Eliza trayendo un platitos sirvió una porción de pastel para cada uno. Y volvieron a su asiento a comer su pastel viendo la ciudad.
- ¿Cómo te has sentido hoy? - pregunto Eduardo a Eliza mucho después. Ambos estaban abrazados, aún sentados viendo las luces de la ciudad.
- Bien. El día estuvo tranquilo. - dijo ella cerrando los ojos recostando su cabeza en el pecho de él. Oir como latía el corazón ajeno la relajaba. - ¿Y a ti? ¿cómo te sentiste? - le pregunto Eliza.
- Muy bien, princesa. En realidad..., te extrañe. - dijo él con un suspiro, mientras tomaba la mano ajena y la besaba para luego colocarla en su pecho.
Él también cerró los ojos. Se dijo que solo sería un momento. Y ambos se quedaron dormidos en el sillón.
A medianoche, Eduardo despertó. Y se dió cuenta que aún estaban en el sofá de la sala. Se levantó con cuidado y luego cargo a Eliza para llevarla a su habitación. La acostó en su cama y ya se iba a su cuarto, cuando sintió que lo tomaron de la mano.
- Quedate conmigo. Solo a dormir, por favor. - pidió Eliza en un susurro entre sueños, mientras sostenía su mano.
Eduardo suspiro pero afirmó. Él aún no decidía, si volver a compartir la habitación con su esposa. Y ella no le había insistido. Pero de verdad que en las noches extrañaba el calor de su cuerpo cerca de él. Así que, Eliza le hizo un espacio a su lado. Él se acostó, y ella se acurrucó entre los brazos de su esposo, cerrando los ojos, quedandose dormida de nuevo. Eduardo la abrazo besando su frente y se quedó dormido abrazándola.
**********
En otra parte de la ciudad, alguien pedía un deseo de navidad anticipado.
"Dios por favor, dame unos padres que me quieran. Que este año, si encuentre una mamá que me quiera. Por favor, Dios. Amén." pedía el niño en oración, listo para acostarse a dormir, al igual que el resto de sus compañeritos, en el orfanato de la ciudad.
**********
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 26 Episodes
Comments
Elizabeth Sánchez Herrera
más ➕ capítulos
2024-12-17
1