Habían pasado varios días que habían llevado a Miguel junto a ellos al apartamento. Cada uno metiéndose en su papel, se veían como una pequeña familia. Eliza aún lloraba cada vez que el pequeño Miguel la llamaba mamá. Por su parte, Eduardo sonreía cada vez que el niño le llamaba papá. Cada vez están más acostumbrados a la cotidianidad de su pequeña familia en formación.
Eliza aún sentía malestares. Ahora tenía otra preocupación, se había dado cuenta que no había tenido su periodo. Aún cuando el mes anterior mancho. En este mes, no había tenido ni una mínima manchita. Y lo que pensaba era que tenía algo malo. Por su mente no pasaba nada más. A veces le provocaba llorar sin razón. No entendía porque se sentía así.
Hoy era navidad 🎄 Eduardo se despertó temprano, beso en la frente a Eliza que dormía profundamente. Y se dirigió a la habitación del pequeño Miguel.
En la puerta, al abrir, pensando que este estaba dormido aún, vio al niño despierto. Este estaba ansioso, ya que era su primera navidad fuera de la casa hogar en mucho tiempo.
Mientras Eduardo llevaba a Miguel a ver los regalos debajo del árbol de navidad, Eliza se despertaba. Sentía mucha incomodidad en su vientre. Cuando intento levantarse, debió quedarse sentada. El dolor y los mareos que sentía eran mucho para ella. Así que no le quedó de otra que llamar a su esposo, aún sabiendo que él estaba con el pequeño Miguel.
-¡Eduardo!- llamó sintiendo mucha angustia en su pecho.
En la sala Eduardo estaba entretenido con el niño cuando escucho el llamado de su mujer. Y al segundo llamado se dio cuenta que algo no estaba bien.
-¿Mami está bien, papá? - pregunto Miguel sintiendo que pasaba algo malo.
-Espera aquí. Déjame ver qué necesita mamá. Ya vuelvo, pequeño - le dijo Eduardo a Miguel con una sonrisa tranquilizadora.
Eduardo se levantó del suelo y caminó con prisa hacia la habitación. Abrió la puerta y vio a Eliza sentada a la orilla de la cama, llorando.
-¿Qué sucede, princesa? - pregunto Eduardo mirandola sorprendido. Podía ver qué su esposa sentía mucho dolor.
-No soporto más este dolor. Por favor, llévame al hospital. Por favor - suplicó la joven mujer, para luego desmayarse en brazos de su esposo. Eduardo se asustó, y la llamo dando suaves toquecitos en sus mejillas, intentando despertarla.
-Eliza, despierta. Por favor. -
Al sentir la respiración errática de su esposa, se levantó y la alzó en brazos. En ese momento se asomo el pequeño Miguel y se asustó al ver a su nueva mamá desmayada en brazos de su nuevo papá.
-¿Qué tiene mamá?- pregunto el pequeño.
-No lo sé... Pero vamos a llevarla al médico rápido - le explico Eduardo al pequeño, con semblante serio y salió apresurado mientras el pequeño lo seguía.
Estando abajo, Eduardo subió a Eliza al asiento trasero del auto, luego al pequeño Miguel lo sentó en el asiento del copiloto y le coloco el cinturón de seguridad muy ajustado.
-Papi, me aprietas muy fuerte!- se quejó el niño.
-Disculpa pequeño. Me angustia no saber qué le pasa a tu mami. - le explico aflojandole un poco el cinturón a Miguel.
Dio la vuelta al vehículo, para sentarse en el asiento del piloto, y arrancó saliendo lo más rápido que pudo del estacionamiento del edificio.
Ya en la entrada del hospital, le explico a los médicos lo que le pasaba a su esposa, según lo que él sabía, que no era mucho, mientras estos colocaban a Eliza en una camilla y le tomaban los signos vitales, controlando como estaba y tratando de estabilizarla.
Los médicos al saber que ella se había hecho estudios recientes, preparandose para un embarazo, llamaron a su médico y buscaron sus estudios. Y ordenaron estudios adicionales. Entre ellos una prueba de embarazo y una ecografía.
Al pasar las horas, Eduardo estaba en la sala de espera con Miguel, este último estaba dormido, y Eduardo lo había acomodado en varios asientos, intentando que estuviera cómodo para dormir.
"¿Por qué no vienen a decirme algo?" Pensaba Eduardo angustiado, mientras vigilaba el sueño de Miguel.
Fue entonces cuando entró la hermana y cuñado de Eliza.
-Hola, cuñadito. ¿Cómo estás? ¿Cómo sigue mi hermanita? - pregunto la chica queriendo verse afectada, pero nada más lejos de la realidad. Ellos en realidad, necesitaban dinero y al no haber nadie en el apartamento, preguntaron a los vecinos si ellos volverían temprano, y resulta que algún vecino les dijo que estaban en el hospital, porque Eliza se había sentido mal.
Paso algún tiempo, y ya Eduardo, junto a un dormido Miguel, se encontraban en la habitación del hospital junto a una dormida Eliza. Ya la hermana de Eliza se había ido junto a su esposo del hospital. Ya que Eduardo los había echado al darse cuenta que lo único que buscaban era dinero.
Y ahora Eduardo esperaba que el médico le informará que había sucedido con su amada esposa. No entendía porque tardaba tanto para ir a decirle que había sucedido.
Miguel seguía durmiendo ahora en el mueble que había en la habitación donde se encontraba su nueva mamá. Eduardo había colocado unas sábanas limpias y sobre ellas había acostado el pequeño. El niño estaba muy cansado al igual que Eduardo, y ya era casi medianoche. Por lo que el hombre supuso que probablemente ya no le dirían nada del diagnóstico ese día.
Se quedó velando el sueño de su amada y del pequeño niño. Y a ratos dormitaba.
Ya en la madrugada entro una enfermera a chequear los signos vitales a la joven y a revisar el suero que le administraban por via intravenosa.
Eduardo observaba a Eliza dormir. Ya era el amanecer de un nuevo día. La mujer logro dormir gracias a los analgésicos que los médicos habían indicado que le colocarán en el suero. Eduardo aún estaba a la espera de conversar con el médico. Miró al pequeño Miguel. Este aún dormía plácidamente, pero estaba seguro que pronto despertaria con mucha hambre. Así que tendría que llevarlo a desayunar, dejando a Eliza sola un rato.
En ese momento, la puerta se abrió y entró el médico y, seguidamente, la enfermera. Le pidieron a Eduardo salir un momento y, dándose cuenta que el pequeño despertaba, fue hacia él, alzándolo en brazos, para salir del cuarto, se sentó en una de las sillas del pasillo de aquel hospital, con Miguel en brazos, esperando que el médico saliera y conversara con él sobre lo que le sucedía a su esposa.
Luego de más de media hora, salió el médico al pasillo, y Eduardo pudo observar que la enfermera ajustaba el suero de Eliza. Y procedía a retirar algunas cosas para salir de la habitación y caminar por el pasillo, alejándose.
Fue entonces cuando el médico se acercó al hombre, para explicarle que era lo que le sucedía a su esposa.
E iniciar con un posible tratamiento lo más pronto posible.
-Digame, Doctor. ¿Qué le sucede a mi esposa? - pregunto Eduardo, luego de las presentaciones, y de dejar a Miguel sentado en una silla, esperando pacientemente para que lo llevará a desayunar.
-Su esposa, se encuentra estable por el momento, pero probablemente tendrá molestias al despertar. La mejor opción es interrumpir el proceso, así su cuerpo tendrá tiempo de curarse por su solo, y podrán intentarlo de nuevo más adelante. Sin embargo, la responsabilidad siempre será de ustedes...- continuó hablando el médico, pero Eduardo, se perdió, sin comprender el porqué hablaba de esa manera.
-Doctor, ¿a qué se refiere? ¿Qué significa "Interrumpir el proceso"? - pregunto Eduardo sin saber de qué se trataba.
-¿Aun nadie se lo ha dicho? - pregunto el médico sorprendido. - su esposa está embarazada. Su embarazo es de alto riesgo, tanto para ella como para el bebé, debido a la condición de su útero. Por esa razón tenía tantos malestares, dolor, mareos. Inclusive es probable que tenga sangrado intermitente. Por lo que nosotros recomendamos interrumpir el embarazo por la salud de la madre. - le explico seriamente el médico - claro, la decisión es de ustedes dos, si quieren seguir o terminar. Si deciden seguir, nosotros los apoyaremos en los controles prenatales. - concluyó el médico.
Eduardo no sabía que pensar. Miró a Miguel sentado que jugaba con un pequeño carrito.
-Doctor, haga lo que tenga que hacer para que mi esposa y mi hijo estén bien - respondió Eduardo, aún sorprendido por lo que sucedía.
-Les daré tiempo para que conversen y tomen una decisión - le dijo el médico amable, y caminó por el pasillo del hospital alejándose del lugar.
Eduardo se quedó pensando, sorprendido por la noticia. Eliza, su esposa estaba embarazada, lamentablemente su condición, ponía en peligro la vida de su esposa y del bebé no nacido. Una lágrima corrió por el rostro de Eduardo. Nunca se le hubiera ocurrido estar en la situación de tener que elegir cual de los dos viviría.
"Haré lo posible para que ambos vivan. Estoy seguro que Eliza estará de acuerdo" pensó Eduardo.
Entonces, Eduardo se sentó al lado del pequeño Miguel y lo abrazó. El niño se dió cuenta que su padre estaba triste y correspondió el abrazo. Y en ese momento su pequeño estómago gruñó.
-Papi, tengo hambrita - dijo Miguel con pena.
Eduardo le sonrió para tranquilizarlo.
-Dejame ver a tu mamá, y ver qué este bien. Y luego vamos a comer algo, hijo. - le dijo y así lo hizo.
Eliza aún dormía, así que ambos se dirigieron a la cafetería del hospital a desayunar algo.
Quién se hubiera imaginado que pasarían la navidad en el hospital, y sobre todo, que les darían está hermosa, y a la vez, triste noticia.
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