Capitulo XIV. Engaño y Susto.

Regreso en la tarde. Es importante que su esposo esté presente. - dijo la señora, y luego asomándose a la puerta para poder ver adentro del apartamento, hacía donde se encontraba el niño, y poder dirigirse al pequeño - Buenos días, Miguel. volveré más tarde. Buen provecho - dijo con una sonrisa. - Nos vemos más tarde, señora Eliza - dijo sería, la trabajadora social, y se dió vuelta para caminar por el pasillo del edificio y esperar el ascensor que la llevaría a planta baja.

Eliza se quedó en la puerta, sorprendida por esa visita improvisada.

"Que habrá sucedido que no me lo puede decir a mí solamente" pensó Eliza mientras cerraba la puerta.

"Llamaré a Eduardo" pensó nuevamente.

- A seguir comiendo, Miguel. - le dijo Eliza a Miguel, para sentarse a la mesa con él y seguir comiendo.

**********

En el transcurso del día, Eliza se encargó de realizar varias tareas del hogar, con el pequeño Miguel ayudándola. También recordó llamar a Eduardo y comentarle la visita inesperada de la trabajadora social, y lo raro que le pareció.

Por la mente de Eliza nunca paso algún pensamiento malo sobre la visita sorpresiva de la señora representante de la casa hogar.

"Tal vez sucede algo con el proceso de adopción y quiera decirnos. Pero ... Si nosotros tenemos un abogado encargado de eso, la institución debería contactarse con él" pensaba Eliza, con incertidumbre.

Pero luego dejaba el tema, y seguía con sus tareas, en compañía de Miguel.

A media tarde, estaba Eliza y el pequeño comiendo la merienda. Y en ese momento, llegó Eduardo.

- Hola, amor. ¿Cómo estás? ¿Cómo pasaste el día? - pregunto Eduardo, inclinándose para darle un beso en la frente.

- Bien, amor. He estado muy bien, realizando algunas cosas aquí en casa - respondió Eliza.

- Yo ayude, papá. - añadió Miguel con una sonrisa inocente.

- Si, Miguel me ayudó. - confirmó la joven mujer mientras acariciaba el cabello del pequeño. - ¿Y a ti? ¿Cómo te fue amor? - le preguntó Eliza a Eduardo.

- Bien. Logré realizar mis actividades de hoy y terminarlas un poco antes para venir a casa lo más pronto que me fue posible. Me intriga saber qué quiere la trabajadora social decirnos a nosotros. - explico Eduardo, con expresión sería.

- Está bien. Preparémonos entonces - dijo Eliza, y se levantó junto a Miguel para ir a bañarse y cambiarse de ropa.

Luego de una hora, los tres estaban, bañados y listos, sentados en el sofá del apartamento, esperando que llegara la trabajadora social. Estaban conversando sobre temas varios, y del tema preferido de Miguel, los regalos que había recibido en navidad 🎄.

Aún cuando Eliza estaba hospitalizada, Eduardo había llevado los regalos al hospital, cuando le solicitaron alguna ropa, y medicamentos para la mujer. Y aprovecho de llevar también los regalos para el pequeño Miguel. Eliza no le perdonaría sino le entregaba los regalos a tiempo a Miguel. Ella había insistido en eso.

Así que mientras los tres estaban sentados conversando, Miguel sacó a relucir los regalos que había recibido en navidad. Un carro a control remoto y una retroexcavadora de juguete. Jugaba con ellos, pero los cuidaba y atesoraba mucho, porque eran los primeros regalos que le daban su mamá y papá nuevos.

En eso que los tres reían, y Miguel le decía a Eliza que le prestaría los juguetes a su nuevo hermano o hermana, y la mujer lo veía con ternura, sonó la puerta.

Está vez, fue Eduardo quien abrió la puerta.

- Buenas tardes, Licenciada. ¿Cómo está usted? Pasé adelante. - dijo Eduardo recibiendo a la señora con una sonrisa amable.

- Buenas tardes, gracias. - dijo la señora muy seria. - Hola, Miguel. ¿Como estás? ¿Te tratan bien la señora Eliza y el señor Eduardo? - le preguntó la trabajadora social, observando al niño, como interactuaba con los dos adultos a su lado.

- Estoy bien con mi nuevo papá y mi nueva mamá. Me tratan muy bien. - le explico el niño con una sonrisa.

Tanto Eliza como Eduardo, se miraron con sorpresa. La anterior trabajadora social le hacía preguntas a Miguel, pero no de ese modo, como si quisiera que dijera algo malo o diera una mirada de miedo hacia ellos.

- Creo que lo más conveniente es que lo vea realizar sus actividades diarias con nosotros, licenciada. ¿No cree? - explico Eduardo un poco molesto con la actitud de la señora mayor.

- Si, claro. Disculpe. De todos modos, está visita no es para eso. - dijo la señora acomodándose en su asiento para mirarlos de frente de forma fría y sería.

- Y entonces, ¿para qué es? Cualquier otra cosa relacionada con el proceso de adopción debe ser tratada con nuestro abogado. - afirmó Eliza, también sería.

- Nos hemos enterado que usted sra Eliza está embarazada. Por esa razón se me encomendó venir a hablar con ustedes sobre la estadía de Miguel en su apartamento. - explicó la señora de manera calmada.

Eliza y Eduardo se miraban con extrañeza. No entendían a que se refería la mujer.

- Les explico - continuo la licenciada - en cuanto supimos de su embarazo...... Felicidades a ambos - dijo la mujer mientras los jóvenes respondían, murmurando un "gracias"’ y entonces la mujer prosiguió, - vine aquí enseguida por orden de la directora. conociendo que todo hombre solo siente orgullo por su sangre, es probable que dejen a un lado a Miguel. Él no se merece eso. Así que he venido a hablar con ustedes para pedirle que lo devuelvan a la casa hogar. Allí seguirá estando a nuestro cuidado. En la casa hogar no le hará falta nada, le daremos lo necesario para que salga adelante. - concluyó la mujer con una sonrisa.

En cuanto termino de hablar, el pequeño Miguel fue el primero en salir de la sorpresa inicial, y en manifestar que no estaba de acuerdo. Quería quedarse con su mami y papi nuevos. Incluso llegó a pensar que eran sus padres adoptivos los que no lo querían cerca por el nuevo bebé.

- Mamá, papá, ¿por qué quieren qué me vaya? ¿Hice algo malo? ¿Es por qué quieren más al bebé? Por favor díganme y pediré disculpas. Lo reparare - suplico el pequeño Miguel con miedo a que lo alejaran de su nueva familia.

A Eliza y a Eduardo esto les partió el corazón. Por el rostro de Miguel corrían algunas lágrimas. No entendían porque la trabajadora social les hablaba de ese modo, delante del niño. Así que Eliza le limpio las lágrimas y lo abrazo tratando de consolarlo. Mientras le decía a Miguel que estaban contentos con el y no lo devolverían.

- Señora, creo que es mejor que hablemos de ésto a solas. - pidió Eduardo serio a la trabajadora social.

"Es extraño que haya ventilado esto delante del niño, sabiendo que lo lastimaria" pensó Eduardo mientras llevaba a Miguel a su cuarto y le explicaba que se quedara allí mientras ellos hablaban cosas de grandes con la señora mayor.

Por otro lado, Eliza se levantó hacia la cocina, tomó el teléfono y llamo de inmediato a su abogado. Le explicó rápidamente la situación, y este le dijo que eso debieron manejarlo con él, ya que él era su representante legal. Así que la dejarán hablar, pero no se comprometieran a nada, mientras investigaba que sucedia.

Eliza asintió, colgó la llamada, y se dirigió a sentarse en su sitio, y a los segundos llegó Eduardo.

- Se quedó más tranquilo. - comentó dirigiéndose a Eliza. Y luego mirando a la mujer mayor - No entiendo porque dijo eso delante de Miguel. Y por qué dice que nos va a quitar a nuestro hijo. Miguel es nuestro hijo. No puede decir que nos lo va a quitar solo porque si. ¿Entiende? - exclamó Eduardo molesto.

- El que yo esté embarazada, no quiere decir que no queramos a Miguel como nuestro hijo. Ya lo aceptamos como nuestro hijo mayor, así que no se lo puede llevar porque si. - concluyó Eliza molesta también.

- Cálmense. No es porque si. Es normal verificar que ustedes quieren quedarse con Miguel, aún cuando ya logró un embarazo, Señora Eliza. - explicó la mujer cambiando su actitud. - Entonces, no se preocupen, ya veo que quieren mucho a Miguel, así que levantaré mi reporte e informare en la casa hogar. ¿De acuerdo? - explicó la mujer.

Cuando la mujer se disponía a levantarse para irse, sucedió algo que ninguno se esperaba. Sonó el teléfono de Eliza, al mismo tiempo que tocaron la puerta. Eliza y Eduardo se miraron. Eliza contestó y Eduardo fue a abrir la puerta, y la mujer se mostró nerviosa, cambiando su actitud de un momento a otro.

- Que se les ofrece señores. - pregunto Eduardo extrañado al ver a algunos policías con uniforme y otros de civil, que parecian detectives.

- Nos informan que aquí está la señora XXX. Venimos a arrestarla. - dijo uno de los hombres.

- No se quien es -

- Dejenos pasar, por favor. A revisar. -

- Claro. Adelante. - dijo Eduardo comenzando a sospechar.

"No puede ser ..." pensó Eduardo sin creerlo.

Al mismo tiempo, el abogado de la familia le explicaba a Eliza que la trabajadora asignada a ellos, estaba enferma desde hace un mes y no habían podido asignarles una nueva persona que los supervisará.

- ¿Qué dices? - exclamó sorprendida Eliza y miró a la mujer.

Está al verse descubierta se levantó e intento correr. Pero ya la policía se encontraba dentro del apartamento, así que lograron detenerla. Y llevársela esposada.

Los detectives le explicaron a la pareja que la señora pertenecía a un grupo criminal que aprovechaba que algunos trabajadores salían de vez en cuando de permiso y se infiltraban en la casa hogar, y aprovechaban de robar a los niños, sobre todo niños pequeños, para venderlos a parejas que deseaban un hijo, y no deseaban pasar por el papeleo legal y pagaban muy buen dinero por eso. Algunas veces eran personas buenas que por diversas situaciones les habían sido negadas las solicitudes de adopción por diversas razones. Pero otras veces eran personas muy malas. Por lo que ellos tenían tiempo investigando como se infiltraban en la casa hogar, y hasta ahora habían logrado desmantelar poco a poco la banda.

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