Capítulo décimo tercero.

Xica estaba super enojada, no podía creer que su hijo, luego de tanto sufrimiento volviera con la mujerzuela de Fátima, sobre todo y los más importante, cayera con ese cuento de que tenía un hijo de él.

Lo más seguro es que ese niñito sea hijo de alguno de sus amantes, y el imbécil de su hijo cayó redondito.

¡Ah, pero eso si que no!

Ya ella buscará la manera de separarlos, para su fortuna, Marietta había vuelto con ganas de intentarlo una vez más.

Esa chica si que valía la pena, no la interesada materialista de Fátima.

- No me gusta para nada esa sonrisa que tienes, te lo voy a advertir Xica, o dejas a nuestro hijo en paz y aceptas sus decisiones, o lo vas a perder y realmente no quiero estar lejos de mi hijo. - habló serio.

La mujer no dijo nada, aunque era obvio, no iba a dejar que esa materialista disfrutara aquello por lo que tanto había trabajado su hijo. Sería su peor enemiga, después su hijo se lo agradecería o eso pensaba.

........

Guido salió a la cocina en busca de agua, el verano suele ser caluroso. Al entrar al lugar vislumbró a la diosa a la que se dirigen todas sus plegarias.

Al hombre la sangre comenzó a ebullirle ante la vista, esa mujer era el pecado andante, y es que, ¿a quién se le ocurre dormir en una lencería tan sensual?

- Disculpa, bajé por agua, el calor es insoportable. - habló ella, un poco tímida ante la magnífica vista.

No era para menos, el hombre que invadía sus sueños más primitivos, se encontraba sin camisa, tan sensual con aquellos tatuajes que algunos era más nuevos que otros.

Su entrepierna se humedeció de tan solo imaginarse haciendo el amor con él.

- Yo también bajé por agua, este verano está pegando más fuerte. - habló él, tratando de sonar normal.

- Bue... bueno, ya regreso a mi habitación, que tengas linda noche. - salió rápido del lugar, si seguía unos minutos más allí, se lo comería.

Guido quedó demasiado encendido, el color rojo empezaba a ser su favorito.

- Ni modo amigo, nos tocó irnos de agua helada. - le habló a su erguido miembro.

.......

Benicio se mantenía pensando cómo le haría para conseguir un hijo, también estaba pensando en una manera de vengarse de la zorra de Fátima.

Su padre había caído en mano, para rematar, le había dado el control total de las empresas y él solo era un subalterno.

- Hola guapo, te siento estresado. - dijo su amante de turno.,

- Necesito que me saques todo este stress. - ordenó el tipo.

La mujer se arrodilló delante de él y comenzó ha practicarle una felación, provocando que la lujuria nublara por un momento el juicio del hombre que dirigía con su mano la cabeza de la mujer para profundizar en su boca siliconada.

- Oh nena, eres la mejor. - decía Sorrentino en medio de su placentero momento.

El canoso era un hombre vigoroso, muy deseado por sus amantes de turno, solo Fátima se entregó a él por un auténtico interés material.

Debía castigarla, quitarle lo que más ama, por insolente.

.........

La mañana llegó, los recién casados se marcharon a L'Bella CIA, ya solo quedaban los pendientes de vestuario para que Fátima luzca ese día las joyas de la colección.

Cada uno tomó un rumbo diferente, ella se fue a encontrarse con el diseñador encargado de su vestuario. Guido se fue a su oficina, debía ultimar los detalles del lanzamiento de la colección.

A medio día, su mamá apareció con Marietta, quien se lanzó a los brazos del trigueño, quien por educación correspondió su abrazo. Sabía lo que su mamá se proponía, para ella Marietta era la mujer ideal.

En pleno saludo, la puerta fue tocada, con fastidio disimulado,

dio la orden de adelante. La puerta fue abierta y por ella entró Fátima, quien quiso no mostrar cuánto le afectaba la presencia de aquella mujer.

- Buenas tardes, - habló con suma tranquilidad - Guido, me marcho, iré por nuestro hijo a la escuela. - dijo con calma.

Disfrutó ver el rostro de ese par de brujas, una la miraba con odio, la otra con sorpresa.

- Vamos, yo también quiero ir a buscar a mi cielo. - dice el bello hombre.

Como pudo se zafó del agarre de Marietta.

- Pero Guido, Marietta y yo vinimos a que fueras a almorzar con nosotras. - habló Xica.

- Lo siento madre, le prometí a mi hijo que lo llevaría a almorzar. - se excusa.

El par de mujeres salieron molestas, porque se atrevió, incluso a rechazar a su propia madre por ir detrás del rabo de esa serpiente.

- Ya acabaré con esa zorra, como que me llamó Xica Gimenes. - habló la brasilera con notoria molestia.

Por otra parte, Guido y Fátima iban en total silencio en el carro, cada uno metido en sus pensamientos. Ella, preparándose mentalmente para lo que le va a acontecer con su ''querida'' suegra. En cambio él, no quería conflictos con Fátima por la reciente presencia de Marietta.

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