Capítulo cuarto/maratón 1/5.

A petición de mis querid@s lector@s, les traigo este maratón, como forma de agradecimiento por seguir cada jna de mis novelas que están hechas pensadas en ustedes.

Gracias por seguirme y espero que disfruten el maratón.

Besos

Raquel Sánchez ♥️.

Al día siguiente, sobre las 9h, Fátima llegó a la compañía de Guido. Llevaba puesto un atuendo elegante que resaltaba su bellaza, Su cabello recogido le hacía lucir aún más su hermoso rostro felino, definitivamente todos a su alrededor sentían la necesidad de mirarla, aunque sea fugazmente.

Subió el ascensor para dirigirse a la oficina de Guido, quien preciso, se encontraba preguntando si ya había llegado.

Fátima no se preocupaba por la hora, pues ella suele ser muy puntual, así que había llegado a la hora precisa.

- Buenos días. - saluda.

- ¡Buenos días! - saludan, Guido y su secretaria.

Guido la mira sin hacer reparo, no quiera que ella se dé cuenta, de que es vulnerable ante su presencia.

- Mi asistente está en busca de unos documentos, apenas llegue, él te guiará al estudio, donde se hará la sesión de fotos y también se harán los vídeo clicks. - le dice, sonando desinteresado.

¿Que si le duele su actitud?

Obvio que sí, pero no puede hacer más que mantenerse en compostura, no demostrarle que le duele. Es consciente de que si la odia y está resentido, es porque ella lo causó.

Inicio del recuerdo...

- ¿Y ese vestido? - preguntó Antonia, la mamá de Fátima.

Si bien era un vestido carísimo, era bastante sugerente. Su madre sabía que ella andaba con ese hombre mayor que casi podría ser su padre.

- Fátima, Guido anoche te estuvo esperando hasta altas horas, si no piensas dejar a ese hombre con el que andas, termina tu relación con ese muchacho que no merece que juegues con sus buenos sentimientos. - Fátima solo rueda los ojos, fastidiada por las palabras de su madre.

- Mamá, el problema es que yo no lo quiero dejar, Guido es mi perro fiel. - habló con burla.

Antonia le dio una bofetada por lo descarada que está siendo. Jamás se imaginó que su hija se convirtiera en una mujer cínica y sin sentimientos.

- No sé qué hicimos mal tu padre y yo, para que te convirtieras en esta persona que eres. - habla, aguantando su llanto, mientras cubre su boca, jamás le había pegado a su hija.

Fátima solo pudo tocar su mejilla, sin decir nada, se marchó a su habitación.

Fin del recuerdo.

Su actitud no fue la mejor, eso le costó la lejanía de su familia, el perder al amor de su vida, pero como reza el dicho; no se debe llorar sobre la leche derramada, y ella por su altivez dañó los corazones de su familia.

Llegaron al estudio, donde los esperaba el fotógrafo de la campaña.

- La bella Fátima D'alessio, es un gusto trabajar contigo, hace años no nos veíamos. - le dice Sandro, quien hace años capturó con su lente, la belleza de la mujer frente a él.

- Sandro que gusto volver a verte. - lo saluda con un fraternal abrazo y dos besos en las mejillas.

Sandro fue quien impulsó su profesión como modelo de portada para revistas importantes. Fátima no solo contaba con belleza física, si no que contaba también con elegancia y sensualidad.

- Lo mismo digo, querida. - hace una pequeña seña con su mano y al momento llega una pequeña mujercita con lentes de marco negro y bastante aumento - Mica, ella es...

- Fátima D'alessio, - interrumpe la chiquilla con alegría - Es un gusto conocerla señorita D'alessio, es usted mucho más hermosa en persona. - le dice muy contenta.

Sandro solo rueda los ojos, esa muchachita algún día le sacará canas verdes.

- Ya niña, deja de ser tan salamera y lleva a nuestra Fátima a su set, le dices a Priscilla que maquille con tonos de verano y otoño a Fátima. - le indica a su asistente.

- Yo me retiro, debo volver con el señor Morante. - les dice el asistente de Guido.

Desde su oficina, Guido miraba las cámaras, aunque en realidad solo veía la imagen de su adorado tormento.

Su virilidad estaba a punto de explotar, se negaba a darse consuelo él mismo, sobre todo, pensando en esa serpiente ponzoñosa de Fátima. Tenía ganas de castigarla por todos sus desplantes y desprecios, por haberlo llevado a prisión, por causarle una depresión que casi lo llevó al borde de la muerte.

Inicio del recuerdo...

- FÁTIMA, FÁTIMA, SAL A DARME LA CARA, DIME QUE YA NO QUIERES VERME. - gritaba desesperado el muchacho al pie del pequeño balcón adornado con bungambilias rosadas.

Dentro de la habitación, Fátima se encontraba riendo por ver la escena tan patética que estaba haciendo su ex novio.

- Suegra, ¿por qué Fátima me hace esto? ¿He sido un mal hombre? - decía en medio de llanto y borrachera - Soy menos que nada para ella.

- Roberto, lleva a Guido a su casa, por favor. - le dijo la mujer a su marido.

- Vamos muchacho, necesitas dormir. - el hombre se llevó al chico.

Fin del recuerdo.

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