A medida que los días pasaban, el omega no se daba por vencido. Siempre se había dedicado en cuerpo y alma al bebé algo, que a él le gustaba mucho. Bien sabía que para Enrique él y el niño no sumaban en su vida, eso veía el Omega en el Alfa. A pesar de los desplantes y las supuestas excusas que se hacía, en su corazón ya lo había jugado. Ya, a medida que las horas pasaban, se sumergía en su venta de perfumes, uno de los trabajos que le apasionaba, que lo hacía olvidar por completo que su celo ya estaba llegando.
El apego del bebé hacía él se hacía más grande hasta el punto de verlo como un hijo. Era de esperarse que se sintiera así. No veía un futuro sin su querido David. El lo ayudaba a poder sobrellevar todo en aquella casa tan vacía y sin una pizca de amor .
- ¿Que pasa, David? ¿Tienes hambre, mi niño? El bebé yacía en la cuna, rodando y dando estirones a su oso. Era hermoso verlo en pleno esplendor. Era un amor, todo en él transmitía felicidad y paz. No podía entender cómo su padre lo hacía a un lado. Bueno, te daré de comer tu puré de calabaza _ contestó Max, tomando al bebé en sus brazos.
* En otro lado.
-¡Muchas felicidades, amigo! Como de siempre como ... quisiera saber cómo haces bien tu trabajo y en una relación eres patas para arriba con risas _ le dijo a su amigo Teo dirigiéndose a él.
- Como de siempre, dando sermones sin sentido. Teo, al tomar impulso, se dispuso a tomar su abrigo e ir hacía la salida. "Nos vemos mañana". _ responde Enrique, dirigiéndose a su casa.
_ ¿Qué me pasa? Por qué siento este calor al ver el celular? Se dio cuenta de que era su celo lo que se estaba manifestado en ese momento. ¡Cómo rayos pude olvidar mi celo! Al tomar impulso, se dirigió en la mesa de noche. Al abrir los cajones desesperadamente, desacomodando a su paso, no podía creer que ya no tenía más supresor. Al ver al bebé sumido en un sueño profundo, se dispuso a mandar mensajes a Enrique de que no podía cuidar al bebé. Ojalá lo hayas leído. Sin dar más se dirigió a una habitación contigua.
- Al abrir la pinundadosudo sentir el aroma a mil inundando sus fosas nasales, algo que lo sorprendió. "¿Qué rayos es este olor? No me digas, Max" Al subir las escaleras, pudo sentir más fuerte el olor a miel. "Max, ¿en dónde rayos estas?" con un tono brusco dirigiéndose al Omega. Al escuchar algunos gemidos y llamándolo no pudo negar sentir una corriente eléctrica recorriendo su cuerpo.
- Ayúdame, Alfa, te lo suplico con gemidos _ suplicante, pidió Max.
- Yo no te puedo ayudar con eso, sabes muy bien que lo odio. No podía creer con la dureza en la que se había expresado Enrique.
- El simple hecho de haber escuchado eso de él lo hizo entras en total tristeza, que lo llevó a aumentar su fiebre. Porque eres malo conmigo Alfa _ contestó Max.
- Al escuchar aquellas palabras del Omega, lo llevó a sentir una angustia que no podía expresar. Sin más saco una llave de repuesto de su bolsillo. Rayos, Max, de estas no te salvas. Al poco tiempo, ya estaba sumido en la cama, los cuerpos desnudoss en completo placer y locura.
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