Me era difícilmente resistirme a ella, aún más cuando la vi con mi ropa, se veía tiernas intentando que el suéter no le cubriera las manos, pero al menos era más difícil para mí ver su figura, pues solo así podría dejar de pensar en ella.
—Deberías dormir— Le dije mientras la veía tomar un vaso de agua del cual se bebió con rapidez —Ven conmigo— La incite a que me siguiera por el pasillo donde varias habitaciones se mostraban alrededor hasta llevarla a ala que era la mía.
Abrí la puerta mostrando mi santuario ordenado y pulcro algo verdaderamente difícil para mí, camine hacia mi closet y tomé unos pantalones cómodos para dormir, me introduje en el baño personal que contaba mi habitación y me cambio rápidamente para poder salir y apreciarla una vez más antes de salir y dormir en el sofá.
—Ponte cómoda— Dije cuando la vi al pie de la cama, tomé un par de cobijas y me encamine hacia la puerta para ir a la sala, pero fui retenido.
Sentí como mi playera fue jalada en un tímido agarre a lo que me gire y ahí estaba, detrás de mí con la cabeza agachada para que no lograrás ver esas enormes gafas y pecas que me encantaban.
—Yo, yo siento ser indiscreta, pero te gustaría dormir conmigo— Pidió al cabo de unos minutos por su tartamudeo a lo que me sorprendió.
—No considero que sea bueno para ambos dormir juntos después de lo que ocurrió en la tarde, tal vez mal piense la situación— Aclare en una pequeña riña por lo que me pedía, pues no se me hacia nada decente su pedido.
—No, no me refiero a eso —Dijo— Es solo que no quiero estar sola— Menciono aclarando la situación mientras veía como arrugada su nariz con un poco de timidez —Lo siento creo que después de lo que hiciste es demasiado— Soltó la costura de mi playera y dejo caer su mano al costado de su cuerpo agachado la cabeza.
Sabía que moriría por la mañana al despertar y verla, sabía que todo lo de ella tenía un gran poder sobre mí, lo sabía y aún así me arriesgue, tomé su mano entre la mía, cerre la puerta con llave y camine hacia la cama jalando la con delicadeza hasta la cama la senté en ella.
—Bien, dormiremos juntos que más da— Lo sabía y no cansaría de decírmelo.
Camine al otro lado de la cama y me recosté sobre ese lado con un brazo bajo mi nuca y cerré los ojos, para no verla, pero aun así mis demás sentidos me traicionaban, abrí los ojos una vez que la sentí acomodarse del otro lado de la cama y ahí la vi una vez más, pequeña y delicada.
Me acomode al costado de mi brazo derecho y con mi otra mano acaricie un mechón de su cabello enredando lo entre mis dedos provocando que el olor de su champú se desprenderá eh impregnara en mis fosas nasales, mis ojos bajaron más haya de sus cabellos hasta sus hombros, su espalda, su cintura y sobre todo sus caderas que sobresalían y resaltaba más su cintura aun si traía prendas holgadas.
Me tomé el atrevimiento de acercarme a su espalda y sentir su calor en mi pecho y la sensación fue indescriptible, no tenía palabras para describir lo que estaba haciendo, mi mano como si tuviera vida propia se alzó y paso sobre esa curva abrazándola por la espalda pegándola más a mi pecho, estaba dormida pues se sentía menos rígida, más calmada y pesada por perder la noción de su tiempo.
Por primera vez fue la primera noche que logre dormir más de una hora, finalmente cuando abrió los ojos por causa de la luz del sol, me di cuenta de lo que había ocurrido, ya no estaba de espaldas a mí, su mano estaba en mi pecho, su rostro estaba en mi pectoral y una de sus piernas entre las mías.
Y yo, con un ligero problema de rigidez, dormía tan profundo que podía escuchar unos pequeños ronquidos sobresalir del silencio, me di cuenta de que mi olivera que le quedaba el triple de grande se había subido, dejando descubierto su abdomen y me di cuenta del tatuaje que tenía sobresaliente de los pantalones, la primera vez que lo vi pensé que era un conejo, pero estaba errado era un gato que miraba hacia arriba.
Intente moverme de la posición al sentir una punzada en mi brazo que la sostenía, pero me detuve al verla con los ojos abiertos, me miró confundida por un tiempo hasta que se dio cuenta de la situación, se levantó rápidamente al ver nuestra cercanía, al ver su mano en mi pecho.
—Lo siento se me olvido decirte que me gusta abrazar cuando duermo — Se disculpó para querer bajar de la cama, pero no se lo permití.
La abrace por delante y la tumbe sobre la cama conmigo en sima de ella quedando cara a cara, no apartaba la vista de sus labios y ella de mis ojos, pagaría millones con tal de permanecer así, viéndola.
Antes de que pudiera decir algo con su boca astuta la bese, eran tan adictivos, no podría despegarme de ellos ni un solo momento, su sabor, su grosor, su boca a sabor de cereza me sabía tan bien, me pegué más a ella sintiendo su cuerpo chocar con el mío, sentí sus manos en mi espalda aferrarse a mi playera.
Me adentre entre sus piernas sin despegarme de sus labios empezando un roce endemoniadamente excitante que estimulaba más mi dureza prominente debido a la ere**ion matutina, ya no era para nada un beso delicado y lento, ya no había espacio entre nuestros rostros, aproveche uno de sus jadeos para introducir mi legua en su cavidad y carajo era lo mejor que había sentido.
Deje sus labios con pesar al sentir su falta de aire, pero no tarde y bese su mandíbula, mordisquee el lóbulo de su oreja, bese su cuello con anhelo y me apreté más a ella al escuchar como jadeaba, hasta que ella me detuvo y me miró a los ojos con confusión.
—Esto no está bien, debemos parar— Dijo es un suspiro a lo que yo le robe un beso más.
—Pero yo no deseo parar— Coloque mi frente sobre la suya soltando un basto suspiro sobre su rostro.
—Yo ya, no deseo sufrir una vez más—
—Y quien dice que quiero hacerte sufrir Maya— Dije —Te he observado, te he visto día con día, seguido, sé lo que te gusta, sé cuan brillante es tu sonrisa al leer ese libro que ya he leído solo por ti, sé que es temprano para esto, pero estoy seguro de que deseo tenerte en mi vida— Suspire de nueva cuenta —Te deseo desde la noche de la fiesta, cuando te vi ahí con esa falda tan corta, cuando te apreció a la luz matutina, te deseo como no tienes una idea y créeme lastimarte sería lo último que pasaría por mi mente y si llego hacerlo, tu indiferencia me matará—
Su rostro fue acumulando ese rojo que tanto me encanta pues la hace ver más tierna —Te daré tiempo de pensarlo, no quiero apresurarte— Me obligue a retroceder y contener las ansias que mis manos tenían en querer permanecer en su cuerpo, pero así era, así tenía que ser, ella tenía miedos no como los míos, pero tengo que ayudarla, para que crea que todo de ella es bello, bello con todo y fallas.
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Comments
Alma D. Zarate
hermoso apoyo y consideración a las personas
2024-10-09
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